A 10 años de Cromañón

A diez años de la tragedia de Cromañón, sobrevivientes y familiares de las víctimas continúan cuestionando un proceso judicial en donde las responsabilidades, condenas, excarcelaciones y sobreseimientos contrastan con el reclamo generalizado y dejan el camino abierto a la persistencia de la lucha por justicia y para que no haya otro hecho trágico como el ocurrido el 30 de diciembre de 2004.

«Cuando empezamos a investigar supimos que Cromañón era el boliche de la muerte; ya todos sabemos qué pasó, sabemos que no podíamos salir porque estaba cerrado con candados, sabemos que no había habilitaciones, sabemos que había como tres mil pibes más de lo que podía haber», aseguró Bárbara García Crespo, una de las sobrevivientes de aquella noche negra en la ciudad de Buenos Aires.

En esta misma línea precisó que «es importante volver a destacar que lo de la guardería es falso, porque se repitió mucho que en el baño se había armado una guardería y que muchos padres dejaron a sus hijos allí».

«En Cromañón -continuó- no existió una guardería. Sí había padres que llevaron a sus hijos al baño para mojarlos por el calor pero ni siquiera había agua, y ahí estaba la mujer que trabajaba con su hija, que murieron ambas; no es que los padres habían dejado a sus hijos, eso es mentira, es un mito que se plantó desde el primer momento para culpar a las víctimas y para que los responsables no se hagan cargo».

Diez años después, «también sabemos que puede volver a explotar otro Cromañón en la ciudad de Buenos Aires o en cualquier otro lugar del país; están dadas las condiciones para que se repita, hay una lógica ‘Cromañón’, porque Cromañón es la expresión de una entramado corrupto entre funcionarios y empresarios», añadió la joven tras resaltar que «éstos fueron 10 años de lucha para que esto no se repita».

En este sentido, señaló que «uno después empieza a darse cuenta que Cromañón no es solo Cromañón, no es sólo el hecho en sí de que fue una de las peores tragedias que tuvo el país, sino que Cromañón se repite en cada injusticia, en cada caso de corrupción, de impunidad», y destacó la importancia del ‘movimiento Cromañon’ y la confluencia de los distintos agrupamientos vinculados a la tragedia, que hoy a diez años reafirman el reclamo de justicia.

En tanto, Santiago Morales, que también vivió el horror del incendio del 30 de diciembre de 2004, consideró que «un hecho criminal, si no se encauza mediante un juicio penal a los responsables, queda impune».

«Hay dos niveles, por un lado que los responsables sean parte de un proceso judicial que los condene según la investigación judicial, y en ese camino Aníbal Ibarra, el jefe de Gobierno de entonces, fue sobreseído sin siquiera ser llamado a indagatoria, algo vergonzoso», dijo.

Después «hay otros fallos -prosiguió- con los que no estamos de acuerdo, esa es una dimensión de nuestra lucha por la justicia, y después está la otra parte, que es la lucha para que Cromañón no se repita».

Con respecto a la cadena de responsabilidades, aseguró que Callejeros, la banda con la que se desató el incendio, «no está en el mismo nivel de responsabilidades del empresario Rafael Levy, el dueño del complejo donde funcionaba el boliche, o de Ibarra, que son los verdaderos representantes de lo que es la trama de connivencia entre el Estado y el cuerpo empresario».

De este modo, aclaró que los integrantes de Callejeros «sí son parte necesaria para que suceda Cromañón, porque fueron corruptos y fueron parte junto a (el gerenciador) Omar Chabán de la organización del recital».

Por su parte, Julieta Catán, hoy de 31 años y quien también pudo salir del incendio, dijo que ella trata «de no entrar en polémica con otra gente».

«Pero yo estuve ahí, yo escuché a Chabán decir las barbaridades que dijo», expresó acerca de las responsabilidades y a la actitud del ex gerenciador que murió el mes pasado.

En este marco señaló que «cuando pasó lo de Chabán -al referirse a su reciente fallecimiento- sentí una sensación rara, por un lado me parecía que era injusto, y me decía ´¿por qué?´ si tendría que estar pagando lo que pasó, y por otro lado sentía un poco de pena por esa persona, pero a la vez pensar en él me daba mucha bronca, me producía sentimientos horribles».

La joven indicó que no está a favor de Callejeros, “pero en la cadena de responsabilidades primero están los funcionarios y empresarios, quienes debían prever no llegar a esa situación y luego saber qué hacer si sucede, porque ahí sí que nadie estaba preparado para afrontar algo así, porque a diez años y con otra cabeza, empezás a ver todas las responsabilidades, todo lo que no se hizo, todo lo que se pudo haber hecho».