Cuando la fe recupera a los menores

Seguimos sosteniendo que la fe va superando largamente a los organismos del Estado central. Hay lugar que uno puede visitar que realmente son el reflejo de una burocracia estatal que deja mucho que desear y esto va mucho más allá de los distintos gobiernos de turno.

No es fácil caminar por el interior del Servicio de Responsabilidad Penal Juvenil ubicado en calle Montes de Oca en Godoy Cruz. A pocos metros de ese silencioso lugar, la vida sigue normalmente puertas afuera, mientras que adentro, un importante número de seres humanos profesionalizados tratan con casi un centenar de jóvenes con problemas con la Ley, judicializados o no, que tratan de encontrar un camino diferente al marcado por sus antecesores que eligieron la delincuencia como sentido único.

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Pero, desde los funcionarios de turno; médicos especializados en psiquiatría, nutricionistas, psicólogos, maestros, operadores, técnicos y administrativos, es muy poco lo que pueden mejorar al sistema actual  porque están atados de pies y manos respecto a la utilización de un presupuesto inexistente pero muy escaso para un desembolvimiento que debería ser normal pero está lejos de serlo.

La idea de todos es que los chicos y chicas menores de 18 años que ingresan a este predio logren una re inserción  a nuestra sociedad, pero, al carecer adentro también de elementos mínimos indispensables para una calidad de vida similar a la de afuera, es muy difícil que esos pibes machacados por la droga, envueltos en mantos de sangre ajena, ignorados e ignorantes, con escaso valor por los demás, deben al menos dormir como la gente y no hacer de los elásticos de madera imaginables colchones de goma pluma para pasar cientos o miles de noches junto a otros 40 compañeros de pabellón.

De una vez por todas, deberán dejar de lado discursos carentes de sustento y echar mano a la realidad que nos está pasando por encima y en cualquier momento nos sepulta.

Redacción/Juan Carlos Martínez