Denuncian a la concesionaria del zoológico porteño por maltrato a los animales

«Amamos a los animales, por eso es esta lucha», reza el cartel que encabeza la entrada principal al Zoo, hoy cerrado al público en el marco de un paro de actividades de sus trabajadores, que rechazan el vaciamiento que generó la empresa concesionaria desde que se hizo cargo, en 2007.

Los trabajadores leyeron esta tarde un comunicado, en el playón interno del predio, en el que denunciaron «una falta total de comunicación con la empresa» que los «obligó a tener que continuar en estado de alerta permanente y de realizar una serie de medidas que hasta hoy no cumplieron».

«No somos nosotros los que no invierten en el bienestar de los animales o los que dejan caer a pedazos los edificios, algunos de ellos históricos. Nosotros cuidamos, atendemos y amamos a estos animales, que no tienen voz para pedir un bebedero o un techo para refugiarse; ellos no eligieron vivir en cautiverio pero mientras lo estén, debemos garantizarles buenas condiciones de vida», leyó la integrante del colectivo de empleadores, muchos de ellos estudiantes avanzados o graduados de la Facultad de Veterinaria.

Desde el paro anterior, el pasado 14 de septiembre, la empresa se había comprometido a una serie de mejoras que a la fecha no se cumplieron, según la denuncia pública de la que participaron hoy integrantes del Centro de Estudiantes de la Facultad de Veterinaria de la UBA y de la asociación SINzoo, entre otras agrupaciones ecologistas.

El legislador porteño Marcelo Ramal lamentó tras la lectura del comunicado el estado actual del Zoo -que él mismo constató en una recorrida en oportunidad del paro anterior- y advirtió que «faltan dos años para que finalice el plazo de la concesión».
Por su parte, su colega Gustavo Vera (Bien Común) estimó que «este es un modelo de cárcel medieval para los animales que debe reconvertirse en un parque ecológico con animales libres, propios del ecosistema».

«Las cárceles medievales han servido en todo el mundo como taparrabos del tráfico de especies y para el lavado de dinero. Esto tal vez explique la relación entre el costo de la entrada y las deficientes condiciones tanto de los animales como de los trabajadores», dijo el diputado.

Vera repudió a la empresa por «creer tener un territorio liberado» ya que en una carta dirigida a los trabajadores «prohíbe las asambleas» y advierte que si un trabajador propagandiza acerca del estado del Zoo «será pasible de sanción».

Natalia Gómez López, del centro de estudiantes de la Facultad de Veterinaria de la UBA, recordó que «recientemente dos lobos marinos murieron por los 12 shows diarios que estaban obligados a hacer; y el resonado caso del oso panda, también víctima de una muerte prevenible, por maltrato y desatención».

«Tanto veterinarios del parque como estudiantes de la carrera que trabajan como cuidadores rechazamos el malestar animal que es causado por la falta de inversión en insumos, medicamentos y recintos apropiados; así como las pésimas condiciones laborales que deben soportar los que trabajan en el Zoo», completó.

El paro de hoy fue total aunque hubo una guardia, explicó Miguel Gaete, un empelado del Zoo que denunció «la permanente amenaza de despidos, o suspensiones» por parte de la concesionaria.

Los trabajadores reclaman «el cese de la precarización laboral y el malestar animal» y se suman a las iniciativas de los legisladores y ecologistas que trabajan en proyectos para reconvertir el Zoo en un parque ecológico.