Destituyeron a Dilma y Brasil enfrenta una nueva era sin el PT

El Senado brasileño destituyó este miércoles a la mandataria Dilma Rousseff por 61 votos a favor y 20 en contra, en una decisión que también confirma como presidente de Brasil a Michel Temer, quien seguirá en el poder hasta el 1 de enero de 2019.

La decisión supone el fin de un trámite que comenzó en diciembre pasado en el Parlamento y fue supervisado en cada uno de sus pasos por la Corte Suprema, como garante constitucional de un juicio que Rousseff, condenada por graves irregularidades fiscales, califica de «golpe».

Rousseff ha sido hallada culpable de alterar los presupuestos mediante tres decretos no autorizados por el Parlamento y de contratar créditos a favor del Gobierno con la banca pública, lo cual ha negado durante todo el proceso, que califica de «golpe».

De «ruptura constitucional» y «golpe» hablaron hoy los senadores que hicieron la última defensa de la mandataria, que llegaron a tildar de «canallas» a aquellos senadores que apoyaban la destitución. «Esto es una farsa, farsa, farsa. Es un proceso basado sólo en pretextos que será juzgado por la historia», afirmó el senador del Partido de los Trabajadores (PT), Lindbergh Farías.

Replicó el senador Ronaldo Caiado, del derechista partido Demócratas (DEM), quien afirmó que «canallas son los que se enriquecieron ilícitamente, canallas son aquellos que quebraron Petrobras, canallas son aquellos que dejan a Brasil en una situación crítica».

La destitución de Rousseff confirma en el poder a Michel Temer, quien completará el mandato que vence el 1 de enero de 2019, para el que Rousseff había sido reelegida en octubre de 2014.

Rousseff mantiene los derechos políticos
El Senado decidió mantener los derechos políticos a Dilma Rousseff, minutos después de haberla destituido de la jefatura del Estado en el marco de un juicio político.

En la votación, 42 senadores se inclinaron por inhabilitar a Rousseff, 36 votaron a favor de mantenerle los derechos y 3 se abstuvieron, por lo que no se alcanzó los dos tercios (54 votos) de la Cámara alta necesarios para aprobar este tipo de mociones.

Hace meses, poco antes de ser suspendida de sus funciones, Rousseff dijo que sería «una carta fuera de la baraja» política en el caso de que fuera despojada de su cargo.

Si hubiera perdido los derechos políticos, no podría ocupar ningún cargo público durante ocho años, lo que incluye tanto puestos electivos como cualquier trabajo en empresas públicas.

La votación de la destitución y de la inhabilitación de Rousseff se realizó por separado a petición de última hora del Partido de los Trabajadores (PT), formación de la ahora exmandataria, que fue aceptada por el presidente de la Corte Suprema, que presidió el juicio político como garante constitucional.