Murió Don Julio, el mejor dirigente del fútbol mundial

El presidente de la AFA fue trasladado de urgencia durante la madrugada al Sanatorio Mitre por una indisposición cardíaca. Se realizó estudios y quedó internado en terapia intensiva. Tenia 82 años y desde 1979 dirige los destinos del fútbol argentino. Hoy estaba pautada una conferencia de prensa junto a Alejandro Sabella.

Su persona fue, como ocurre siempre en nuestro país con las personas exitosas, muy bastardeada por distintos sectores. Muy pocos llegaron a conocerlo en su verdadera intimidad. Casi nadie podrá hablar y testificar un mínimo porcentaje de las dudas que en vida se plantearon en su entorno dirigencial y comercial.

Don Julio Humberto Grondona supo conducir un organismo deportivo donde de la nada misma y entre un caos interno que rayaba lo miserable allá por 1979,  consiguió en base a personalidad y cintura política desarrollar la crecida definitiva del más popular de los deportes en nuestro país y llevarlo por el mundo.

Yo hablé muy pocas veces con él. Pero siempre me quedó grabado a fuego en mi memoria, la rapidez mental para sortear preguntas comprometedoras o que llegaban tele dirigidas con muy mala leche con esa sonrisa casi imperceptible que decoraba aún más esos cachetes rojos intensos como su corazón deportivo.

Don Julio unió a todos. Radicales, milicos, peronistas, aliancistas, zurdos, etc. Fue el hombro donde un brasileño de muchos años en la actividad logró apoyarse cuando ostentaba el máximo cargo en la FIFA y así, este hombre ferretero y muy audaz aconsejaba a Joao Havelange en interminables charlas en aviones, aeropuertos o estadios de fútbol.

Creó su propio club de fútbol en las cercanías de su barrio de origen. Arsenal captó los colores de dos de los clubes más famosos de la ciudad de Avelllaneda y desde cero forjó su historia para ascender desde la D y hacer de ese club de barrio la respetuosa institución que consiguió no hace mucho logros internacionales.

Los años fueron dándole el vigor, la experiencia y la inteligencia propia de los elegidos para sentarse en la silla contigua a la de Blatter en las oficinas de Zurich.

Por sus manos pasaron los mejores jugadores del mundo. Los más diversos directores técnicos, los dirigentes que fueron llegando a la calle Viamonte desde el interior del país, los periodistas amigos y los otros.

Hoy, el corazón de don Julio se paralizó. Con él, ese cuerpo robusto ya no se moverá más por algún lugar del planeta con la sana misión de continuar organizando al deporte con mayor cantidad de practicantes del globo terraqueo, sino que será tema polémico para los detractores de siempre y respeto eterno para quienes tenemos un querido afecto hacia su persona y el resto de su familia.

Gracias por todo don Julio, descanse en paz.

Redacción/Juan Carlos Martínez