El general Prayuth es el primer ministro de Tailandia

Paralelamente, la junta militar dijo que la ex primera ministra de Tailandia Yingluck Shinawatra permanecerá retenida tres días en un cuartel tras comparecer ante el Consejo para el Mantenimiento del Orden y la Paz Nacional, nombre del grupo castrense que ayer protagonizó el golpe de Estado.

Yingluck, forzada a dimitir hace dos semanas por el Tribunal Constitucional que la consideró culpable de abuso de poder, integra el más de un centenar de personalidades que la nueva junta militar citó hoy en el Club del Ejército en Bangkok, bajo orden de arresto si no cumplían.

También concurrió su sucesor, Niwatthamrong Bonsongpaisan, quien se encontraba con paradero desconocido desde el golpe de ayer.

Prayuth, leal a la monarquía y alineado con el opositor Partido Demócrata, convocó además a un centenar de funcionarios a quienes les solicitó ayuda para «organizar el país», con la promesa de que «si la situación se pacifica devolveremos el poder al pueblo».

La intervención militar se produjo después de ocho meses de protestas para derribar al gobierno que costó la vida de 28 personas y dejó más de 800 heridos.

A pocas horas del golpe de Estado, el control militar obligó a levantar los campamentos de protestas en Bangkok, aunque algunos grupos siguieron manfiestándose.

La Constitución fue suspendida y se decretó el toque de queda entre las diez de la noche y las cinco de la mañana, las reuniones públicas fueron prohibidas y la prensa está siendo fuertemente controlada, con cierres de canales de radio y televisión.

La comunidad internacional condenó ayer el golpe, entre ellos el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, quien indicó que «no hay justificación» y advirtió que «tendrá consecuencias negativas» en la relación bilateral.

Tailandia arrastra una grave crisis desde el golpe de Estado que derrocó en 2006 a Thaksin Shinawatra, acusado de dirigir el gobierno desde el exilio, adonde marchó para eludir una condena a dos años de prisión por corrupción .

El gobierno de los hermanos Thaksin se ganó la simpatía de los sectores pobres y rurales de Tailandia gracias a políticas como la universalización de la salud pública, la entrega de microcréditos a pequeños productores y campesinos, y la compra por parte del Estado del arroz a un precio mayor al del mercado luego de desastres naturales.

Entre sus detractores se cuentan la mayor parte del electorado del sur, las clases medias y urbanas y la élite burocrática y cercana a la monarquía y a los militares.

Los opositores quieren instalar un sistema parlamentario en el que sólo el 50% de los escaños sean elegidos en las urnas para asegurarse el poder, dado que dan por sentado que en elecciones democráticas los aliados de Thaksin se alzarían con un nuevo triunfo electoral, tal como sudcedió en 2008.