El regreso de En Terapia

Por Guillermo Pintos

La versión argentina de una serie que surgió en Israel y triunfó en Estados Unidos a nivel global inicia su tercera temporada con nuevo elenco y más vicisitudes en la existencia del psicoanalista Guillermo Montes.

La TV Pública estrena la esperada tercera temporada de En terapia, uno de los productos televisivos más elaborados y prestigiosos que haya tenido en esta etapa de su programación. Vuelve el doctor Guillermo Montes, un psicoanalista de 50 años que lidia, a partes iguales, entre los problemas de sus pacientes y los propios, que los tiene y bastantes. Según cuenta Miradas al Sur, desde el 21 de junio, en plena euforia mundialista, se fueron conociendo breves adelantos que permiten acercarse al desarrollo de la historia en esta temporada. Ya separado y sin remedio, Montes vive solo y allí instaló su nuevo consultorio. En paralelo, lidia con una compleja situación familiar. Camilo, su hijo mayor, sigue estudiando en una universidad en el sur del país, e inventa distintas excusas para venir lo menos posible a Buenos Aires. Catalina, su hija adolescente, casi no le dirige la palabra. En el plano profesional, el hombre tiene nueva analista y no es un detalle menor para el relato: será interpretada por Julieta Díaz, en reemplazo de Lucía (Norma Aleandro). “En la segunda temporada, Guillermo atravesó uno de los peores momentos que le habían tocado vivir cuando, convencido de nada le había quedado, va a ver a Lucía –que desde entonces pasó a ser su analista– y confesarle con ojos vidriosos que se sentía un fracaso como terapeuta y que estaba planteándose la posibilidad de dejar también su profesión. Derrotas narcisistas, fisuras de analista apasionado y contra-transferencial. En esa reducción a cero, en esa deconstrucción de todo lo que alguien creía que tenía y perdió, de todo lo que creía ser y no era, se cerraba el segundo momento de la historia. Casi con la ilusión adolescente, a los cincuenta y un años, de mirar una chica en un café y regalarle un libro sobre un corredor entusiasta y metafórico para seducirla”, anticipa Alejandro Maci, uno de los guionistas de la adaptación argentina. Y sigue: “Narrativamente hablando, habían quedado cosas pendientes. La historia de una crisis, esa reducción a cero, el resquebrajamiento, debía conducir a otro aspecto del que –quizás– todo relato deba hacerse cargo. Y que no tiene que ver con la resolución de la crisis, que banalizaría la envergadura de la cuestión. Pero sí, con qué se hace con ella. Guillermo solo, perdido, existencial y adolescente, aún no ha logrado ubicarse en perspectiva. Bien, esa perspectiva faltante es lo que aportará la tercera temporada. En esta ocasión, Guillermo estará rodeado por espejos que le devolverán diferentes versiones de su propia identidad. Imágenes de lo que es, de lo que ha recibido y de lo que dejará. La tercera temporada habla de qué hacer con lo inevitable. Aquello que llega y que no se ha elegido, pero que opera como un patrón frente al que uno debe ubicarse. No se elige lo heredado, pero sí la posición que se adopta frente a ese legado. Éste será el Guillermo Montes en la tercera temporada. Desde el pánico frente a eventuales enfermedades que le desatan una paranoia sobre la fragilidad humana, hasta la reparación del vínculo lastimado con sus hijos.”

También Montes tiene nuevos pacientes: Darío Grandinetti, Santiago Magariños y Cecilia Roth son, respectivamente, un viudo misionero desterrado por su propio hijo; un adolescente conflictuado con su condición de hijo adoptivo; una actriz venida a menos y con una gran resistencia a asumir el paso del tiempo. Por tercer año consecutivo, los guionistas Esther Feldman y Alejandro Maci se revelan lúcidos e ingeniosos a la hora de argentinizar problemáticas en principio indisociables de la realidad estadounidense. El caso de Grandinetti, en un promocionado regreso a la pantalla chica, es emblemático al respecto. En la versión de HBO era un señor mayor indio que acababa de enviudar y que se resistía a vivir en los Estados Unidos con su hijo, nuera y nietos. Aquí se convierte en la realidad de un evangelista recién llegado de un pueblo de la provincia de Misiones, que luego de enviudar debe convivir a desgano con la familia de su hijo en Buenos Aires.

La otra novedad tiene que ver con la extensión de la temporada y sus directores. La nueva entrega contará cuatro historias en 28 capítulos, dos serán dirigidas por el propio Maci y otros dos por el cineasta Alberto Lecchi. “La tercera temporada tiene que ver con la construcción de un hombre nuevo que no está seguro de tener las piezas adecuadas para semejante empresa. Como siempre, el inventario de lo que sucede dentro del consultorio, espejará y distorsionará lo que sucede en todas partes. El deseo, la envidia, el miedo, la fragilidad. En terapia es la simulación de lo público en la privacidad de un cuarto. Y si la segunda temporada dejó el espacio abierto para una reconstrucción, en la tercera, las cosas no parecen estar dadas para que eso ocurra. Justamente el sentido del relato será explorar, tentar un camino. Por lo general, el inicio de una historia abre un hiato frente a su conclusión. Siempre hay una conexión faltante, ésa es la función del cuento como construcción. Más grande la brecha, más fecundo el proceso narrativo. En esta tercera etapa, En terapia deberá hacerse cargo de una posibilidad, en principio, remota: que un hombre en ruinas pueda alguna vez renacer como un hombre nuevo”, dice Maci. Como en las buenas historias, la palabra clave es continuará.

 

 

La historia del desembarco de la serie en los Estados Unidos

 

Antes que la edición local que protagoniza Diego Peretti, la serie-franquicia originalmente creada en Israel en 2005 llegó a la Argentina a través de la señal de cable premium HBO en 2011, con Gabriel Byrne como el atribulado psicoanalista que lidiaba, cada día de la semana, con un paciente distinto. “La verdad sea dicha, la criatura ha crecido muy bien al otro lado del mundo y puede caminar solita. Está dicho: no hay nada que afecte a In Treatment, una historia silenciosa y de perfil bajo, llamada a convertirse en uno de los grandes clásicos de la época dorada de la televisión del mundo. Bueno, del mundo no. Pero sí entre argentinos, judíos y neoyorquinos”, escribió con su habitual estilo irónico el escritor argentino radicado en España Hernán Casciari –que esta semana se presentó por primera vez en formato ¿stand up? en Buenos Aires. Una casi desconocida actriz de origen israelí llamada Noa Tishby descubrió la serie una vez que viajó a Tel Aviv, y de vuelta a Los Angeles acabó por convertirse en coproductora ejecutiva de la serie que allá emitió Showtime, otra señal del conglomerado Time-Warner. Producida y dirigida en muchos de sus episodios por Rodrigo García (uno de los hijos de Gabriel García Marquez), In Treatment-versión USA sumó elogios y buena recepción entre 2008 y 2010, por parte de crítica y público del mayor mercado televisivo mundial. “Cuenta con ángulos de cámara poco vistos. Y ofrece algo más que no se ve mucho en la televisión: un elenco concentrado en dar vida a largos monólogos, a veces más o menos complicados, mientras los pronuncian sentados y con largas pausas de silencio”, escribió la crítica Margy Rochlin del diario The New York Times.