Dicen que hace pedidos excéntricos, que no quiere saludar al público a la salida del teatro, que quiso ensayar sin técnicos ni compañeros de elenco, que reclamó que cambiaran la alfombra del teatro, que pidió colores especiales para su camarín y exigió silencio en la residencia donde vive. Todos estos pedidos habrían sido de Nacha Guevara, quien encabeza el espectáculo Stravaganza, sin reglas para el amor, junto a Eleonora Cassano y Fernando Dente y dirigido por Flavio Mendoza, en Villa Carlos Paz. A su pesar, Guevara fue –en lo que va de la temporada– la protagonista de la polémica más resonante del verano.
Como en ningún otro destino turístico, en Carlos Paz, el pulso de la temporada se mide en gran medida por los escándalos mediáticos. Nacha Guevara intenta mantenerse alejada, pero al parecer su personalidad la lleva a confrontar con sus colegas y, eso, siempre trasciende.

Además de sus pedidos, calificados por algunos colegas como excéntricos, Nacha Guevara estuvo todo el 2015 peleada con Soledad Silveyra, su compañera de jurado en el ciclo, Bailando por un sueño. Las molestias llegaron a tal punto, que en Villa Carlos Paz se llegó a organizar un escrache a la actriz en la puerta del teatro, que finalmente no se concretó.

Entre quienes salieron a criticarla, está el actor Diego Reinhold, enfrentado con Nacha desde su participación en el Bailando…, cuando ella en su rol de jurado, descalificó su trabajo. «Lo de ella es patológico. La verdad que la detesto. No me gusta la gente que le gusta herir al otro, que le gusta mostrar su poder. Nacha me da pena y también bronca porque hace pasar mal a sus compañeros», dijo el actor a Tiempo Argentino.

Frente a las críticas, Guevara salió a hablar y dijo: «Estoy muy contenta arriba del escenario, no puedo pedir más. Soy muy exigente, eso ha hecho mi carrera, pero no exigente de pelotudeces. He construido toda mi carrera, porque pertenezco a una generación a la que ustedes no pertenecen, una generación que no está acostumbrada a estas cosas y que hizo su carrera en base al trabajo, que lo que hacía era estudiar y trabajar. Este es un juego, yo no sé jugar y no lo quiero aprender. En el Bailando… nunca jugué ese juego, cuando alguien no quiere aprender algo no lo aprende. No voy a responder a las críticas. No es mi costumbre, no ha sido ni será la de contestar a mis compañeros. Cada uno tiene el derecho de decir lo que quiera y yo tengo el derecho a no contestar. Yo no escucho a los medios porque no tengo ganas de escuchar pelotudeces. Yo entiendo cuál es el trabajo de ustedes. Estoy contenta con la temporada, no puedo pedir más ni de la producción ni del público».

Decidida a no responder a cada comentario que se hace sobre su persona, habrá que esperar cuánto tiempo resiste la actriz en una temporada de verano mediática en la que parece que importan más las peleas y estrategias de prensa, que la calidad artística de lo que se muestra sobre el escenario