Insfrán, 19 años gobernando Formosa

Un 11 de diciembre, pero del año 1995, el entonces gobernador de Formosa Vicente Joga le entregaba el poder, el sillón, el despacho y la banda a Gildo Insfrán. Desde aquella vez no perdió ninguna elección y se mantiene como la máxima autoridad de los formoseños y titular del PJ local.

UN POCO DE HISTORIA

El hombre nacido en Laguna Blanca, que pasó por las escuelas de su pueblo y Clorinda; y la universidad pública correntina cumplirá 64 años el 19 de enero del año entrante. Desde 1983 que está en la función pública, fue electo diputado provincial ese año y reelecto dos años después ya que por sorteo debió ejercer un par de años en el inicio del regreso de la democracia en Formosa.

En el año 1987 renunció a la banca para sumarse a la fórmula con Joga como vicegobernador; en su lugar asumió José Mayans.

Junto al chaqueño fueron reelectos en época del menemismo. Corría el año 1991.

Otra vez se expuso a las urnas en el año 1994, sin dejar la condición de vicegobernador, cuando fue convencional nacional constituyente celebrada en Santa Fe. Allí conoció a Néstor y Cristina Kirchner.

Fue el “primer paso” a su candidatura al año siguiente cuando el Congreso partidario del PJ –que repetía las decisiones de Vicente Joga- aprobó la fórmula Insfrán-Bogado.

Desde allí está sentado en el cómodo despacho del quinto piso de Casa de Gobierno, con vista privilegiada al Paseo Costanero, remodelada a su gusto para mostrar a sus visitantes.

En 375 días cumplirá 20 años como primer mandatario provincial. En el medio sucedieron muchos hechos políticos por contar del “hombre de los techos azules”: logró desterrar –a fuerza de votos- del poder a Joga, pudo hacer modificar la Constitución provincial que desde el 2003 permite la reelección indefinida, superó la efímera presidencia de De La Rúa con un radical como intendente en la ciudad, mantuvo y superó su caudal electoral, a partir de su amistad con el matrimonio Kirchner gestionó cientos de obras públicas que “cambiaron la cara” a la provincia, pudo convertir a muchos radicales.

También es cierto que una generación de jóvenes solo conocen un solo gobernador, que muchos funcionarios de su gabinete amparados en su liderazgo cometen acciones poco claras y detestables, que la tranquilidad del poder inalterable y casi perpetuo crea malos hábitos que rozan la soberbia.

Pero en la balanza queda un dato relevante: todos los cargos que ocupó son producto de la voluntad popular, ganó todas las elecciones en las que se presentó. Su mancha, en una elección desdoblada de 1999, fue la derrota en la intendencia capitalina a manos de Gabriel Hernández que derrotó al gildismo cuando al Alianza mostraba esperanzas.