Junto a Messi y Mascherano hay un buchón

Tras el triunfo frente a Colombia –en un estadio que no reúne los requisitos de la FIFA- Messi le puso voz a la decisión de toda la Selección Nacional: «No le daremos más notas a la prensa».

La gota que colmó el vaso fue un tuit escrito y enviado por Gabriel Anello, relator y conductor de radio Mitre quien se preguntaba si Ezequiel Lavezzi no iba al banco de suplentes por haberse fumado un porro de marihuana en la concentración de Ezeiza.

Antes, algunos periodistas habían expresado fuertes críticas a los jugadores del Seleccionado y también a Edgardo Bauza. Las derrotas ante Paraguay en casa y contra Brasil en Belo Horizonte, inspiraron la estibación de adjetivos tan descalificadores como rupturistas.
A excepción de aquello que está en el espacio cibernético como las redes sociales, no les llega de manera directa a los jugadores. Por lo general lo que se dice por radio y o en programas específicos de televisión, le son anoticiados por alguien de su confianza que lo escuchó. Y, según el interlocutor la deformación entre lo que se dijo y lo que se interpretó podría tener una alteración científicamente admitida del 65 por ciento.

No importa. Se enojaron. Y aseguraron que «no hablarán más…»

Una interpretación, entre otras absolutamente respetables, es que jugadores de éste nivel y a esta altura de sus carreras, pueden prescindir de la prensa. No la necesitan. Les molesta. Cada vez que deben cumplir con algún compromiso misericordiosamente concedido a un periodista amigo, sufren. Lo hacen rápidamente en Ezeiza a alguna hora cómoda entre el final de un entrenamiento y la cena o antes del entrenamiento de la tarde, después de la siesta. Se logran por la química y los años de afecto entre el reporteador y el actor.

Hoy los jugadores saben que son los emisores de su propia historia. Podrán expresarse y fotografiar su actualidad tan libre como voluntariamente. Vida familiar, vacaciones, reuniones, opiniones, intimidad de vestuario o del hogar. Y luego, en el campo de juego, serán todo aquello que realicen en cada actuación. O sea, el hombre y el jugador. Para estos actores, la prensa no incide.

A diferencia de lo que ocurrió hasta hace pocos años en que la comunicación expresada por los medios era fundamental. Los jugadores se transferían a clubes del exterior según la calificación promedio de El Grafico. Y ser tapa del suplemento de Clarín o de La Nación lo consideraban un orgullo. En la inmensa mayoría de los casos, jugadores y periodistas no sostenían un nivel relacional íntimo y prolongado. Se respetaban y se necesitaban. Cada cual hacía lo suyo. Ya no es así…

Esta medida no tendrá longevidad. La AFA deberá actuar oportunamente para explicarle a los jugadores que existen obligaciones contractuales con una importante nómina de auspiciantes publicitarios que exigirán la exhibición de sus logos en los banners ubicados en la Sala de Conferencias o de la Zona Mixta. Que para eso pagan. Y de aquí a marzo, fecha en se jugará ante Chile el primer partido de 2017, esto quedará resuelto. Frente a ésta situación los jugadores tendrán que ir, cuanto menos, a las conferencias de prensa a programarse para antes y para después de cada encuentro o previo a la partida hacia La Paz, donde enfrentaremos a Bolivia. La AFA lleva pagadas en los últimos tiempos multas de FIFA por más de cien mil dólares por no haber asistido a un par de conferencias de prensa en Brasil en oportunidad del último Mundial. Antes de la semifinal contra Holanda, jugadores y Sabella debieron retomar la obligación incumplida.

Estos mismos jugadores cumplen con la obligación de ir a las rondas de prensa que se programan en los diferentes clubes de Europa donde actúan. Cada institución tiene un Manual de Comportamiento…

Al firmar su contrato, el jugador se obliga a todos los requerimientos de cada club. Uno de ellos es el de «obligaciones con la prensa». Lamentablemente, nunca se pudo imponer tal Manual para nuestras selecciones. Más aún, el planeamiento propuesto en el 2008 era progresivo. Comenzaría a aplicarse el primer año con las categorías juveniles. De tal manera, cada juvenil que fuera pasando de categoría habría de asimilar una cultura. Y al llegar a la mayor, todos sabrían respecto de sus obligaciones con la prensa, con los sponsors, con las instituciones de bien público y con los aficionados en las diversas circunstancias previas o posteriores a un partido en la ciudad que fuere.

Esta reacción podría interpretarse como un estallido emocional. No parece injustificable. A un periodista no exento de malicia podrían ocurrírsele muchas falacias. Por ejemplo, «se quedó dormido y llegó tres horas tarde a un entrenamiento», o «tuvo una pelea con el entrenador», o «se agarró a piñas con un compañero», o «después de cenar, se escapó de la concentración» o «la mucama vio botellas de bebida alcohólica en su cuarto…». O sea, el espectro de cosas a imaginar para hacerle daño a alguien es amplísímo. Ahora «un porro», que un jugador haya fumado marihuana excede todos los casos de la imaginación periodística conocidos hasta ahora. Gabriel Anello insiste en que se lo dijo la misma persona que en el 2014 le había afirmado que Lavezzi se había ido por una puerta lateral del predio de Ezeiza al enterarse que una comisión antidoping de la FIFA llegaría para realizar controles sorpresivos. Según él, se trata de una fuente sólida y creíble.

Ahora bien, si hace dos años su informante lo sabía bien de adentro y el informante es el mismo, sigue estando adentro. O sea que entre Messi, Mascherano, el resto de la selección nacional, los asistentes, el cuerpo técnico y los empleados, hay un «buche». Y ese «topo», claramente, en la mentira o en la verdad, conoce a Gabriel Anello. Tuvo hace dos años y mantiene un vínculo, un acercamiento, con el periodista, al mismo tiempo que cuenta con un conocimiento al detalle de lo que sucede en Ezeiza.

Lavezzi quedó en el centro de la escena por una publicación en las redes (NA – Delfo Rodríguez)
Lavezzi quedó en el centro de la escena por una publicación en las redes (NA – Delfo Rodríguez)
No será difícil para el magistrado que toque en el sorteo, investigar esta cuestión al momento en que el doctor Mariano Cúneo Libarona ingrese la demanda contra Gabriel Anello como patrocinante de Ezequiel Lavezzi. Las sabanas del intercambio epistolar, las celdas de ubicación geográfica, los registros de chats y los llamados realizados en la fecha del suceso, facilitarán la tarea del juez.

Mientras tanto, los periodistas deberemos entender definitivamente algunas cosas: un mensaje de texto o un tuit no es una fuente de información, el honor de las personas es sagrado al momento de tener que invocarlas como imprescindible sujeto de la crónica, que seguimos siendo intermediarios entre la realidad y el publico, que los hechos no se producen para que nosotros lo relatemos, sino que nosotros relatamos los hechos que se producen y que los únicos y verdaderos actores son ellos, no nosotros.

Por lo tanto la historia la seguirán haciendo los actores del deporte, de la política, de la cultura, del arte… Y multiplicarán cada día sus emisiones de noticias y comentarios personales a través de las redes sociales. Se enojarán –como en éste caso– y se desenojaran mañana. Pero la historia, la verdadera historia, la seguiremos escribiendo nosotros, los periodistas.