La mataron por dejar la prostitución

En 2011, tras separarse del padre de su hija, Romina Aramayo llegó a la capital de Jujuy con ganas de trabajar, pero terminó captada por la mafia de la prostitución. Meses atrás decidió salir de ese círculo y volver a su pueblo con el objetivo de recomponer su familia. Pero no pudo. Llamados telefónicas y aprietes la obligaban a retornar al circuito del sexo pago. En abril su cadáver apareció masacrado a golpes y con signos de abuso sexual. Desde ese momento su familia lucha por justicia, denunciando que la víctima fue castigada porque intentó abandonar el oscuro negocio de la explotación sexual.
Juan Aramayo, el padre de Romina, tiene una operación de corazón y debe llevar una vida tranquila para prevenir problemas de salud. Pero desde que su hija desapareció y luego fue hallado su cadáver, no se detiene: organiza marchas, golpea puertas de tribunales y funcionarios, convoca a los medios, investiga por su cuenta y clama por saber la verdad. «No tengo miedo, y quiero que los responsables terminen presos», dijo a Diario Popular.
La familia Aramayo es oriunda de la localidad de Ledesma, distante a unos 100 kilómetros de la capital jujeña. «Romina salió el viernes 4 de abril para San Salvador. Mi yerno me llamó para contarme, porque no estaba de acuerdo con ese viaje. Ella decía que tenía que cobrar una deuda por 15.000 pesos. Pero era una excusa. Yo creo que estaba amenazada para que viaje», dijo el hombre, que recibe el apoyo de la Fundación María de los Angeles, dirigida por Susana Trimarco.
«Ese día la llamé y hablé con ella. Fue la última vez que la escuché. Me dijo lo de la supuesta deuda. Que iba con una amiga y volvía. Le pedí que no vaya, que estaba de nuevo con su marido y la nena, que en todo caso viajara con ellos. Pero me dijo que no me preocupe, que era un trámite. Su cuerpo apareció el jueves 10», relató Aramayo.
Los detalles que acumuló Juan, preguntando e indagando por su cuenta, suman mucho al cuadro general. «Ella estaba muy nerviosa en los días previos al viaje. Nicolás, mi yerno, hizo todo para que no viaje, pero no la pudo detener. Mencionaba que debía encontrarse con un arquitecto para cobrar ese dinero. Todo falso. En la capital se instalaron en un hotel y luego concurrieron al boliche Wolf Night Club. «Ahí prostituyen mujeres. Mi hija estaba en eso. Tenía un nombre de fantasía, al igual que las siete u ocho mujeres que siempre tienen trabajando. Sé que Romina tenía muchos clientes, incluso personas de poder, que generaba mucha plata. El dueño del lugar es un empresario dueño de otro lugar como ese y un hotel. Les paga el 50% de lo que ganan las mujeres», explicó el padre.
La última persona que vio con vida a Romina fue una amiga, Jésica, con quien compartía habitación de hotel. «Estuvieron en el boliche hasta las 7 de la mañana. Volvieron al hotel a descansar, pero Romina estaba nerviosa. Le pidió 100 pesos a Jésica para viajar en remís y se fue. Decía que tenía que encontrarse urgente con el arquitecto», dijo el hombre.