La resurrección de Flor

La actriz Flor de la V vuelve al teatro de la mano de Carmen Barbieri, con quien compartirá escenario en la obra «Brillantísima», que acaba de abandonar Moria Casán. A modo de renacer terapéutico, Flor aprovecha también para seguir recuperándose del dolor que le causó la muerte de su gran amigo Jorge Ibáñez.

«Necesitaba volver, estaba muy triste. El teatro fue mi salvación. Me hizo bien estar en mi casa y conectarme con el dolor», dijo la actriz y productora, quien confesó que «la primera alarma fue el día que no podía levantar de la cama».

«No había nada que me sacara de eso y apareció esta propuesta. Desde el momento que debuté me di cuenta lo sanador que fue para mí. En otro momento no hubiese aceptado así de rápido. Era una intuición que yo tenía», declaró invitada al programa Intrusos..

De la V se refirió también a lo que fue la separación comercial de su socio. «Vuelvo a mi casa de viaje y me encuentro una carta documento de mi socio. A la primera persona que le cuento es Jorge (Ibáñez). Yo estaba sorprendida, shockeada, me hirió, me lastimó hasta el día de hoy porque yo soy una persona de bien. Jorge Ibáñez me dijo ‘nunca me gustó, tiene pinta de cagador y no me equivoqué’. Estamos en instancia de mediación, empieza un juicio civil», relató.

«La relación no puede continuar cuando los números no son claros. Yo pagaba todo. Yo, que debería ser la enojada, ¿recibo una carta documento? Es de no creer. A mí me dan lástima en el fondo. El que mal anda, mal acaba. Hay varias personas, el director y el presidente de mi empresa, hay muchos involucrados, esto es la punta del iceberg», agregó.

Más tarde, continuó con su tragedia personal y abundó, refiriéndose a si misma en tercera persona: «La plata a esa empresa entraba por Florencia de la V. Me demanda supuestamente por inclumplimiento de contrato por esta temporada que no hice, pero fue de común acuerdo. Son manotazos de ahogado porque ya está. Hoy, a la distancia, siento que ellos tuvieron que ver con la separación con Gerardo Sofovich. Él era intermediario entre nosotros. Cuando fui a la oficina de Gerardo y me dijo barbaridades, nunca entendí. Ahora, con el tiempo, digo claro… pero se les termina, todo el ambiente los conoce».