Las listas sin Cristina

El próximo viernes 10 de julio, cuando muchos disfruten del feriado largo después del día de la Independencia, los precandidatos presidenciales de todas las fuerzas políticas comenzarán formalmente su campaña electoral para dirimir, el 9 de agosto, quién expresará a cada espacio. El pasado martes, cuando se cumplían 60 años del bombardeo a la Plaza de Mayo y faltaban seis minutos para que diera comienzo el partido entre Argentina y Uruguay, Daniel Scioli jaqueó a la dirigencia opositora y los dejó sin capacidad de reacción. En efecto, quedar conformada la fórmula Scioli – Zannini, bajó el precio de las disputas entre peronistas y kirchneristas e incluso entre quienes se promovían como más papistas que el Papa. Así, el FPV evitó una interna que presentaba conflictos y al mismo tiempo posicionó a Scioli –si las PASO fueran hoy- como el candidato que cosecharía más adhesiones. La mayoría de las encuestas mostraban al FPV como el espacio más votado con una llamada de atención: Mauricio Macri estaba cabeza a cabeza con Scioli en intención de voto individual. En un proceso electoral cada vez más polarizado entre el FPV y la alianza CAMBIEMOS (PRO, UCR y Coalición Cívica), el oficialismo tomó una decisión de coraje en la ingeniería electoral. Claro está, debaje del pragmatismo de la política, subyacen diferencias de historias personales, de valores y de cómo encarar el próximo período si es que las urnas le dan al FPV un período más en la Casa Rosada.

Dos observaciones necesarias. La primera. Randazzo, sorprendido por la decisión de Cristina de sacarlo de la carrera presidencial, decidió no aceptar la oferta de ser candidato único en la provincia de Buenos Aires. Randazzo tiene todo el derecho de hacerlo. Pero el espacio que había logrado no era fruto de su propia construcción sino del estímulo de Cristina para intentar contrapesar a Scioli, quizá con la esperanza de que creciera mucho en las encuestas y hasta lo venciera. Pero eso no se cumplía y llegó el plan B. Y el ministro de Interior declinó esa gran oferta. Y nadie le pasó factura: ayer estaba sentado en el monumento a la Bandera en Rosario cerca de la propia Presidenta. Si era cierto que un sector de la militancia K sentía que no iba a votar a Scioli ni en las PASO ni en las presidenciales, la sola inclusión de Zannini parece haber ayudado a diluir esa idea.

La segunda observación es que ahora se pone a prueba la responsabilidad de los dirigentes más ligados a Cristina, especialmente los cuadros de La Cámpora: si el FPV gana en octubre –o en un eventual ballotage- quien se sentará en la Casa Rosada es el actual gobernador bonaerense. Nadie vio a Lula diciendo a Dilma Rousseff lo que tiene que hacer y sin embargo Lula está al frente del Partido Trabhalista. Si se trata de definir roles, Cristina podrá seguir siendo la líder política y conductora del espacio político fundado por Néstor pero el ejercicio del gobierno quedará en manos del Presidente. En la hipótesis del triunfo oficialista, Scioli y Cristina convivirán, pero el Ejecutivo no es un espacio para compartir. Podrán avanzar o no en un mayor entendimiento pero desde roles y funciones distintos.

Además, no se sabe siquiera si habrá integración de actuales funcionarios a los equipos de Scioli. De momento, lo que puede señalarse es que entre viernes y sábado, Scioli y Zannini trabajaron con sus equipos en el armado de las listas que se inscribieron ayer a última hora. En ese sentido, para los cargos legislativos, el cristinismo tiene un peso fuerte, acorde a la recuperación de la imagen pública de la Presidenta. El caso más claro es el de Eduardo De Pedro, que quedó al frente de la lista de diputados nacionales en el distrito bonaerense, la base territorial más fuerte de Scioli. De Pedro no es conocido para el gran público y es, junto con Máximo Kirchner, el camporista más cercano a Cristina. Scioli no buscó posicionar alguno de los dirigentes más cercanos a él, no puso reparos e incluso se mostró elogioso hacia De Pedro.

Lo concreto es que los votos del espacio oficialista no fugarán hacia otro sector político y tampoco hubo fracturas. La escalada verbal de Randazzo, con la impostura de mostrarse como un kirchnerista puro cuya misión era mostrar las impurezas de Scioli, sirvió solo para advertir lo peligroso del camino confrontativo en la interna y que podía resultar al macrismo y al eterno mito de la esperanza blanca en el peronismo.

Cristina, hasta último momento. Sin anuncios, la Presidenta decidió no incluirse en ninguna lista. Eligió el camino de volver al llano tras ocho años de estar al frente de los destinos del país. Ni candidata a diputada nacional, ni siquiera al Parlasur. Al llano. A observar y a participar de acuerdo a los tiempos que tanto su propia dinámica personal como la demanda de la militancia y de los espacios globales y regionales le vayan marcando.

El FPV en el distrito bonaerense. Finalmente quedaron dos listas, la de Aníbal Fernández con Martín Sabbatella y la de Julián Domínguez con Fernando Espinoza. Esta última, anoche congregó a la mayoría de los intendentes del conurbano en La Matanza, el distrito de Espinoza. Aunque ninguna de los binomios tenga perfil marketinero (Domínguez con bajo conocimiento y Fernández con un índice de rechazo bastante alto), en la provincia de Buenos Aires se vota la boleta completa salvo que haya fuertes cortocircuitos con los dirigentes de los aparatos políticos del peronismo en cada distrito. El plato fuerte para el elector, tanto el 9 de agosto como el 27 de octubre, será la disputa presidencial. Además, el macrismo apenas pudo poner a la funcionaria porteña María Eugenia Vidal quien el viernes pasó de estar acompañado por el también funcionario porteño Christian Ritondo al intendente radical de Chascomús Juan Gobbi, quien a su vez fue cambiado de modo desprolijo por el también radical Daniel Salvador.

Macri y Massa. Macri sumó a Gabriela Michetti con la expectativa de que su reciente adversaria en la interna del PRO capitalino le agregue el carisma que el ex presidente de Boca no tiene. Parece una decisión atinada si Macri no quiere caer en la intención de voto. El camino de armar fórmula con Ernesto Sanz no funcionó: les resultaba demasiado complejo desarmar una interna donde el radicalismo hubiera entrado en convulsión si en vez de ir a las PASO se fusionaba en la práctica con el PRO. Además, Elisa Carrió, la tercera social de CAMBIEMOS, hubiera fracturado esa alianza electoral. En definitiva, Macri – Michetti, más allá de ser una fórmula porteña lanzada en una obra pública porteña, tiene proyección nacional.

El Frente Renovador demoró el anuncio de quién acompañaría a Sergio Massa y no hubo ningún anuncio de impacto: el compañero del tigrense el Gustavo Sáenz, electo intendente de Salta capital, el único éxito electoral atribuible al massismo. En distrito bonaerense, ese espacio presenta a Felipe Solá – Daniel Arroyo, una fórmula de poco arraigo territorial y que al igual que el binomio Vidal – Salvador no parecen complicar las buenas chances del FPV en provincia de Buenos Aires.