Mendoza cambiará su perfil productivo

El mapa productivo de la provincia estará impactado por el cambio climático en las próximas décadas, ya que se proyecta que en el período 2020-2030, se produzca un retroceso de la actividad agrícola como consecuencia del aumento de la temperatura, la reducción de los caudales de los ríos y una disminución en las precipitaciones.

Durante siglos, el mendocino se alabó de su capacidad para modificar el suelo árido de la provincia y hasta convertirlo en el oasis productivo que es hoy. Sin embargo, el calentamiento del planeta, producto del cambio climático, determinarán en las próximas décadas un retroceso de la actividad agrícola y por tanto un modificación del sistema productivo.

De acuerdo a un estudio realizado por un equipo de investigadores del CONICET y dirigido por Elma Montaña, se estima que entre 2020 y 2030 la cuenca del río Mendoza –que riega el Oasis Norte–, disminuya su caudal en un orden del 7 al 13 por ciento.

Los caudales de los ríos también sufrirían alteraciones, aumentando de manera significativa durante la primavera (octubre y noviembre) y disminuyendo en verano (enero, febrero y marzo).

A esto se le suma una disminución media de la precipitación de poco más de 100 milímetros y la elevación de la isoterma 0° de 150 metros, que produciría una reducción de la superficie de acumulación de nieve en el invierno y también de los glaciares.

Una disminución de los caudales del río Mendoza haría sentir sus efectos más claramente sobre los productores agrícolas que dependen exclusivamente de la red de irrigación, aunque con algunos matices.

Los productores vitícolas serían menos afectados que los hortícolas, por la menor exigencia de riego de los viñedos y su mayor resistencia al estrés hídrico.

De acuerdo a los investigadores, el aumento de las temperaturas medias provocaría también el incremento de la evapotranspiración potencial de los cultivos, lo que implicaría mayores consumos de agua para regar las mismas superficies implantadas, potenciando situaciones de escasez.

La disminución de las precipitaciones traerá aparejado un avance de la desertificación y por tanto golpeará fuertemente a los productores de ganado caprino.

La investigadora señala que a pesar de las fuertes restricciones que impone la escasez de agua, la economía de la provincia se ha constituido en torno de una base agrícola, que consume alrededor del 70 por ciento de los recursos hídricos totales y aporta solamente un 10 por ciento del Producto Bruto Geográfico (PBG) provincial.

Otro actor desequilibrante está constituido por la concentración inmobiliaria, ya que con cerca de un millón de habitantes, el Área Metropolitana de Mendoza trae aparejado un consumo masivo de los recursos hídricos.