Obama destacó el acuerdo iraní

En el mismo escenario en el que hace 52 años John F. Kennedy llamó a la Unión Soviética a firmar un acuerdo de no proliferación atómica, Barack Obama, defendió hoy el acuerdo nuclear que EEUU y las principales potencias del mundo firmaron con Irán.

«Seamos claros. La opción que enfrentamos, en última instancia, es entre la diplomacia y alguna forma de guerra. Quizás no mañana, quizás no en tres meses, pero pronto (…) Y si hemos aprendido algo de la última década es que las guerras en general, y las guerras en Medio Oriente en particular, son cualquier cosa menos sencillas», argumentó el mandatario.

Desde el simbólico escenario de la American University en Washington, Obama no intentó convencer a las mayorías republicanas que controlan las dos cámaras del Congreso, sino a sus propios correligionarios.

 

Hasta el 17 de septiembre, el Congreso estadounidense tiene tiempo para aprobar o rechazar el acuerdo nuclear que la Casa Blanca, junto con los gobiernos de las principales potencias del mundo, firmaron con Irán en Viena el 14 de julio pasado.

Obama ya adelantó que vetará un eventual voto en contra del Congreso.

Sin embargo, si la oposición republicana logra convencer a suficientes legisladores demócratas como para conseguir mayorías de dos tercios en ambas cámaras, entonces tendrá el poder de anular el veto presidencial y boicotear definitivamente el acuerdo multilateral.

Por eso, Obama llamó hoy al Congreso a ignorar a «los lobbistas y expertos que de repente se transformaron en veteranos científicos nucleares» y a «las decenas de millones de dólares en publicidad» en contra que inundan los medios estadounidenses desde hace varios días.

Una a una, el mandatario estadounidense respondió a todas las críticas que republicanos y el gobierno de Israel, principalmente, hicieron en las últimas semanas, según reprodujo la página web de la Casa Blanca.

El presidente destacó que el control internacional y algunas de las limitaciones impuestas al programa nuclear iraní son para siempre.

«La prohibición a Irán de tener un arma nuclear es permanente. La prohibición de la investigación relacionada con armas es permanente. Las inspecciones son permanentes», sentenció el mandatario.

«Además, al final de cuentas, si Irán hace trampa, podemos descubrirlo y lo haremos», sentenció.
Obama no dudo en mostrar su lado más duro y dejó en claro que siempre queda, en última instancia, la opción militar.

«El presupuesto de Defensa de Estados Unidos es más de 600.000 millones de dólares. Repito, el de Irán es de alrededor de 15.000 millones de dólares. (…) He dicho que nunca permitiremos que Irán obtenga un arma nuclear y he hecho lo que era necesario para asegurar que nuestras opciones militares son reales», destacó.

Poco antes, el mandatario también había reconocido que el presupuesto de Defensa de Irán era dramáticamente menor que el de sus socios petroleros del Golfo Pérsico y que su «capacidad militar convencional nunca se podrá comparar con la de Israel», el principal aliado de Washington en Medio Oriente.

Además, Obama recordó que casi toda la comunidad internacional, con la excepción explícita de su socio Israel, apoyan el acuerdo multilateral, que impone una serie de limitaciones y controles al programa nuclear iraní a cambio de levantar las sanciones financieras, comerciales, políticas y militares contra Teherán.

Desde hace más de una década que las potencias occidentales e Israel acusan a la República Islámica de Irán de utilizar su programa nuclear civil como fachada para construir una bomba de destrucción masiva.

Pese a que Teherán rechaza estas acusaciones, en los últimos años aceptó negociar un acuerdo para poner fin a las sanciones internacionales que asfixian a su economía.

«Si matan este acuerdo, el Congreso no sólo allanaría el camino de Irán a conseguir una bomba, lo aceleraría», sentenció Obama, reafirmando su creencia de que, en ausencia de acuerdo, la única opción es una agresión militar contra Teherán.

Enmarcado en esa lógica, el mandatario comparó al actual debate que domina la atención en Washington con el que precedió a la aprobación en el Congreso de la invasión a Irak de Saddam Hussein en 2003.

«Los líderes no fueron honestos con el pueblo estadounidense sobre el costo de una guerra e insistieron que podíamos imponer sin problemas nuestra voluntad en una parte del mundo con una cultura y una historia profundamente diferente», sostuvo Obama, recordando el nefasto mandato de su antecesor, George Bush, en materia de política exterior.

«Hoy Irak sigue devastado por un conflicto sectario, mientras que la emergencia de Al Qaeda en Irak terminó dando lugar a ISIL (siglas por las que se conoce en inglés al anterior nombre del Estado Islámico)», opinó el mandatario.

«Irónicamente, el principal beneficiario en la región de esta guerra fue la República Islámica de Irán, que vio su posición fortalecida por el derrocamiento de su antiguo enemigo, Saddam Hussein», agregó, haciendo hincapié en un análisis muchas veces repetido en los medios, pero pocas veces reconocido por la Casa Blanca.