Polémica por la exposición de una estatua del dictador Franco decapitado

Una inédita estatua de Francisco Franco decapitado que se exhibe a partir de este lunes en plena calle peatonal de Barcelona, con motivo de una exposición, levantó una gran polémica y tuvo una respuesta apasionada de algunos catalanes que repudiaron la presencia del dictador en un lugar emblemático para los independentistas.

Lanzamientos de huevos, manifestaciones espontáneas, insultos, peleas, pancartas y hasta un ataque de nervios que motivó la llegada de una ambulancia fue lo que se pudo ver en la jornada de inauguración de la muestra en las puertas del Centro de Cultura y Memoria del Born.

El Franco ecuestre desembarcó este lunes por la mañana en una grúa ante decenas de cámaras y la mirada atenta de vecinos de la zona, uno de los cuales lanzó huevos a la representación del generalísimo, que tuvo ser limpiado por los operarios.

«Me indigné muchísimo», explicó Eugeni Sant, el protagonista del incidente.

La estatua forma parte de la exposición titulada «Franco, Victoria, República. Impunidad y espacio urbano», que fue sido organizada por un centro cultural que depende del ayuntamiento de Barcelona, en manos de Ada Colau, referente de la nueva izquierda española y aliada clave de Podemos.

Además de Franco a caballo, otras dos estatuas integran la muestra, una sobre la República y otra que representa la victoria del bando nacional. Algo que no pasa desapercibido es el hecho de que Franco está decapitado, una circunstancia rodeada de misterio, ya que no se sabe muy bien cómo fue que el dictador perdió la cabeza en 2013 mientras estaba en los almacenes municipales.

Según sus organizadores, la exposición «muestra la permisividad con los símbolos de la dictadura a partir de la peripecia de tres estatuas y de la actitud de sus autores, Marès y Viladomat, que habían trabajado para la República pero contribuyeron a la exaltación de la dictadura y fueron reconocidos por la democracia».

 
«Permite reflexionar sobre la canalización de la dictadura durante la democracia como base de la impunidad de los protagonistas de la dictadura y de la dificultad de restablecer la memoria de la República y de las clases subalternas», señalan.

Pero mientras el vicealcalde de Barcelona, el argentino Gerardo Pisarello, inauguraba la exposición, fuera del recinto del antiguo mercado del Born, frente a la estatua decapitada de Franco, un grupo de jóvenes militantes independentistas repudiaban al dictador y prometían «liberar» a Cataluña de sus cadenas.

Pisarrello remarcó que se trata de una exposición que llama a una «reflexión sobre la memoria», «es una denuncia contra el franquismo y contra el olvido de la impunidad que hubo con sus símbolos en democracia».

«Es una exposición rigurosa, que ha contado con la participación de historiadores y especialistas, y es la sociedad la que debe hacer su propio juicio. No es intención del gobierno impulsar la historia oficial», apuntó el político, quien siendo hijo de desaparecidos de la dictadura argentina no siente que se humille a las víctimas de la represión con este tipo de incitativas.
Sin embargo, Teresa, una vecina de Barcelona de 64 años, que protestaba frente a la estatua del dictador con gritos de «Fuera» de nuestras calles, no coincide con él.

«Es como si pusieran una estatua del dictador Videla en las calles de Buenos Aires», explicaba Teresa en declaraciones a Télam. «Este hombre del caballo asesinó sin piedad, no pidió perdón a nadie, y es una humillación que lo hayan colocado aquí afuera otra vez», remarcó.

«Es una vejación, es horrible tener a Franco aquí adelante, no lo queremos ni en estatua, ni decapitado, ni aunque estuviese en pedacitos», afirmaba otra mujer, indignada.

La Ley de Memoria Histórica aprobada en 2007 durante el gobierno del ex presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, obliga a los municipios a retirar los monumentos franquistas de las calles de España, pero aún queda muchos diseminados por todos el territorio.

Uno de los motivos de repudio ha sido que la exposición y la estatua de Franco han sido colocadas precisamente en el corazón del barrio del Born y delante de un recinto que los independentistas reivindican como parte de su memoria colectiva.

A unos 200 metros de Franco se encuentra El Fossar de les Moreres (cementerio de las Moreras), el monumento y espacio de homenaje a las víctimas de la lucha independentistas, caídos en el asedio a Barcelona de las tropas borbónicas en 1714, durante la guerra de Sucesión Española.

«Estamos de acuerdo con el contenido de la muestra, pero no con el sitio elegido por la connotación que tiene», remarcó Maria Rovira, concejal del partido anticapitalista e independentista la CUP.

Los partidos independentistas creen que la exposición es ofensiva, mientras el conservador Partido Popular (PP) y el liberal Ciudadanos, sostienen que reabre las heridas del pasado. Las puertas de la muestra, presidida por el molesto Franco decapitado, estarán abiertas hasta el 8 de enero.