Por qué el embarazo produce una revolución hormonal

Una especialista te cuenta los distintos cambios que ocurren en esta etapa y te explica cuándo es necesaria una consulta previa a la gestación.
El embarazo es una etapa única, vibrante, revolucionaria y compleja en la vida de toda mujer por los numerosos cambios que alteran su estado psicológico, físico e inmunológico producto de una intensa y permanente actividad hormonal, asegura médica endocrinóloga Laura Maffei.
“En cada etapa de la gestación, distintas hormonas entran en juego para acompañar la transformación y preparar a la mamá para el nacimiento”, afirma la experta, directora de Maffei Centro Médico, y entre las principales enumera:
* Estrógenos: secretadas por los ovarios y la placenta, tienen una función determinante ya que estimulan el crecimiento de las mamas y el útero: A nivel uterino, estimulan el crecimiento del endometrio, capa interna del útero, la cual se prepara cada mes para albergar un posible embrión.
*Gonadotropina coriónica humana: es la detectada por los tests de embarazo. Su función es estimular el ovario para mantener los niveles hormonales necesarios para el desarrollo del embrión. Esta sustancia es la principal responsable de las náuseas y mareos del primer trimestre. La misma se puede detectar a los ocho días de la fecundación y se presenta hasta la semana número 12.
* Progesterona: Prepara el útero para la gestación, cargando el endometrio de glucógeno, que es el azúcar de reserva para la alimentación del embrión recientemente implantado. También será una de las hormonas que contribuirá a la preparación de la madre para la producción de leche.
* Lactógeno placentario: comienza a actuar en la semana seis de gestación hasta finalizado el embarazo, estimula el crecimiento fetal y prepara las glándulas mamarias para la producción de leche.
* Oxitocina: predomina hacia el término del embarazo y tiene relación con la aparición de las contracciones del músculo uterino, que en el momento adecuado desencadenarán el parto. Además, a nivel físico, contribuye a la secreción de la leche. Es también la hormona del apego, ya que favorece la relaciones humanas, estimulando notablemente la conexión entre el bebe y su mama, lo cual disminuye el estrés del parto.
CONSULTA PREVIA
“Estos grandes e intensos cambios obligan a las mujeres con disfunciones hormonales o enfermedades crónicas previas (diabetes, enfermedad tiroidea, poliquistosis ovárica, alteración del peso corporal, hipertensión arterial, HIV, entre otras) a realizar una consulta preconcepcional para evaluar su situación y tomar todas las medidas tendientes a un buen equilibro materno-fetal que minimice los riesgos del embarazo”, advierte la doctora Maffei.
Según detalla la especialista, en esa consulta se pedirán estudios de laboratorio generales y otros específicos para su afección, se evaluará el cuadro general y se ajustará el tratamiento para lograr la concepción, el tránsito de un embarazo sin complicaciones mayores, y para el momento del parto y en el post-parto inmediato, ya que el alumbramiento del bebé y la placenta implican una nueva tormenta de cambios hormonales.
“Esta revolución hormonal tiene su correlato en el aspecto psicológico: del cansancio, sueño y náuseas de las primeras semanas pasará a un estado de plenitud y los vaivenes emocionales (de la risa al llanto, de la euforia a la irritabilidad) estarán a la orden del día hacia el fin de embarazo”, recuerda la endocrinóloga.
Luego del parto, el influjo hormonal continúa y puede desencadenar el denominado “Baby-blues», un trastorno transitorio en la cual la mujer puede encontrarse más susceptible y con vaivenes anímicos evidentes con gran tendencia al llanto.
“Se explica por la notoria baja hormonal, producto de la expulsión de la placenta. El «Baby-blues» se diferencia de la depresión posparto, que se inicia en las primeras 12 semanas luego del nacimiento del bebé y se manifiesta con síntomas depresivos típicos: tristeza, desesperanza, insomnio, pérdida de apetito, síntomas físicos varios -molestias digestivas, dolor de cabeza, fatiga—, ansiedad elevada. Este estado requiere de tratamiento especializado”, concluye.