Raíz fue el plato favorito para más de 320 mil personas
La tercera edición del festival gastronómico cerró tras cuatro jornadas con la mayor oferta de sabores del país y el mundo. Los visitantes de Tecnópolis pudieron disfrutar de lo mejor de la cocina regional y cosmopolita preparada por 200 productores.
Fue multitudinario el cierre de Raíz, el festival gastronómico argentino que durante cuatro jornadas se desarrolló en Tecnópolis y en la que más de 320 mil personas, según el cálculo de los organizadores, se deleitaron con una impresionante variedad (y cantidad) de platos y comidas de todas las regiones del país y de buena parte del mundo, y también se ilustraron con mucha información acerca de lo que comemos, o de lo que debemos comer para estar más sanos, a través de decenas de actividades y espectáculos.
La diversidad de los manjares, el plus que ofrecen las atracciones habituales de la megaferia de ciencia y tecnología y el clima soleado conspiraron para que en la jornada del sábado y la de ayer el público fluyera incesantemente hacia el predio de Villa Martelli, que tuvo horario extraordinario –puesto que se trababa de comer–, hasta las 23, con un frío otoñal que hacia la noche fue matizado por los shows de varias bandas en el Escenario Banderas, donde Kevin Johansen cerró el festival.
Según consignó Tiempo Argentino, el plato fuerte de ayer fue la clase magistral de la chef Dolli Irigoyen, que preparó bocados más bien clásicos de la comida nacional, aunque también estuvo repleto el espacio en un chef peruano –Anthony Vázquez, del restorán La Mar–, quien dio claves plato insignia del Perú: el ceviche. Los más jóvenes y otros no tanto con su barriguita cervecera eligieron congregarse en otro espacio: se agolparon para oír la charla que dio Boris de Mesones, el gurú de la cerveza artesanal, ovacionado por «elevar la calidad de una bebida tan para los días que se vienen», como dijo Sebastián Zicco, de 24 años, que vino con sus amigos desde Ezpeleta para aprender a hacerla en casa.
El ánimo del festival fue el de promover decenas de emprendimientos gastronómicos familiares de las distintas regiones del país, y también los de migrantes que amplian día a día el horizonte de las comidas y sabores de argentinos y argentinas.
Fueron unos 90 espacios gastronómicos, distribuidos en cinco patios (Latino, Europa, Mundo, La Mar y Cervecero), que mostraron en total más de 200 ofertas culinarias. A estos se sumaron 13 restaurantes naturistas, veganos, vegetarianos y macrobióticos del Festival ECO, otra propuesta centrada en la idea de comer y vivir saludable, que contó también con un mercado de frutas, verduras y legumbres cultivadas por productores orgánicos del INTA y PRO Huerta. «Y hasta hay comida para mí», contó a Tiempo Carolina Rojas, celíaca, mientras comía un helado de crema.
También ayer, la simpática chef Ximena Sáenz, del programa Cocineros Argentinos, les habló a cientos de niños y niñas para que sepan «De dónde viene lo que como», y el periodista Daniel Tognetti entregó los premios a los ganadores del concurso de coctelería.
De las cuatro rutas propuestas en el festival, la de «los fuegos» fue la más concurrida. Allí los mejores asadores argentinos prepararon carnes con doce técnicas diferentes -a la parrilla, al spiedo, a la cruz, «infiernillo» y «caja china», entre otras-. Pero hubo otras: la Ruta Nacional de la Empanada, con los rellenos típicos de Salta, Tucumán, el Litoral, Córdoba, Cuyo y la Patagonia, generó enormes colas de comensales deseosos de probar cada variante regional; y la Ruta Tradiciones Porteñas reunió a diez bodegones seleccionados por los «anti-gourmet» –cuya misión es «opinar sobre los platos y lugares decentes que todavía se encuentran en nuestra ciudad asolada por la innovación gourmet», como dijo a este diario una de las colaboradoras del grupo, Gabriela López– y a las dos pizzerías ganadoras de la última maratón Muza5K.
Del circuito de bodegones porteños, que puso un pie por primera vez en Tecnópolis, participaron clásicos restoranes porteños, como la cantina «A los amigos», de Villa Crespo: «Arrancó mi madre con el restorán hace 60 años, pero me hubiera gustado que estuviera acá, para escuchar lo que la gente dice de su paso por la cantina –contó Daniel, hijo de Aída Zorzoli, oriunda de Potenza–, «y ahora estamos acá como mi hija, Micaela, siempre haciendo fuerza por la pasta italo-argentina».
Con récord de público, la tercera edición de Raíz tuvo «el espíritu de siempre –como señaló uno de los organizadores, Guillermo Moranchel–: divulgar el esfuerzo de los productores y cocineros del país, así como celebrar la diversidad de las distintas regiones, que es nuestra riqueza».
LOS PROTAGONISTAS
«40 cochinillos, 40 corderos, 400 pollos, kilos y kilos de chorizos, de carne vacuna, y el calor de los leños, y la simpatía de la gente», enumeraba Pedro Navarro, a cargo de la Ruta de los Fuegos, lo que vendieron sólo ayer. «El boom fue sin embargo todo lo que podía comerse en pan, sobre todo la bondiola, o los pedazos de pollos al piolín.»
Mercedes y Soledad son amigas y vendieron, sólo ayer, 50 litros de aceite de oliva y aceto balsámico. «Son del Valle de Poman, en la provincia de Catamarca. Aprovechamos estas ferias para vender estos productos que se caracterizan por la vasija hecha en Italia, pero con aceite bien argentino», señaló Mercedes.
«Las tucumanas son las mejores del mundo», decía Delia Roldán de Fiab, directora de Turismo de Famaillá, que llegó a Tecnópolis con las campeonas de la empanada tucumana, «hecha con matambre cortado a cuchillo, cebolla verde y blanca, 13 repulgues y algún que otro secreto». Ana María Rivadero, última campeona, se lo revelaba a los visitantes.
David Guerra llegó a Raíz con Brenda, su novia desde hace dos años. Tienen 28 años, viven en Zona Norte y fue su primera vez en Tecnópolis. «Por lo que hemos visto, está todo muy bien hecho. Sin largas colas, con mucha buena onda en los stands, con baños limpios, sin amontonamientos y, lo más importante, con platos riquísimos. No sabemos cuál elegir.»
«Es impresionante esta feria, por lo amplia. La verdad es que todavía no encontré mi rincón venezolano en la Argentina, por eso vine aquí a ver si lo hallaba», contó Alejandro, que llegó junto con otros dos amigos desde Venezuela. Estudiaron en Buenos Aires, ahora están trabajando y ayer, después de probar aquí y allá, encontraron una arepería en Raíz.
«Nos enteramos por Facebook primero y por la tele después», decía Antonio Coronel, de 25 años, que llegó a Raíz desde San Martín con sus amigas, las hermanas María, de 35, y Julieta Martínez, de 23: «El sábado vinimos a comer. Y comimos de todo. Hoy, a escuchar los shows de música, pero claro, viste cómo es la tentación: también comimos de todo», confesaron los amigos.
El cierre, con Kevin Johansen
Además de comida, hubo música. El cierre fue pasadas las 22, con la actuación de Kevin Johansen + The Nada, en un show gratuito en el escenario de una Plaza Belgrano repleta a pesar del frío. Pero también hubo otras grandes bandas calentando los oídos de los visitantes durante toda la jornada. Dos horas antes de Johansen tocó La Delio Valdez, la orquesta de cumbia colombiana, que provocó delirio entre los cientos y cientos de jóvenes colombianos que llegaron ayer a verla. «Qué más le puedo pedir a este bendito país», gritó Benjamín Acuña, de Medellín, a Tiempo: «Aquí estudio, aquí trabajo, aquí escucho la música de mi país», cerró.
También se presentó la Orkesta Popular San Bomba, con sus ritmos latinos y «condimentos balcánicos».