Se retiraron y volvieron a jugar

Ronaldo anunció que volverá a disputar partidos oficiales en Estados Unidos. Hay cinco argentinos que también dejaron las canchas y regresaron.

El «Gordo» siempre es noticia. Ahora, como hace cuatro años, por lo futbolístico: Ronaldo -el verdadero- anunció que volverá a jugar al fútbol. Lo hará en el equipo que gestionará de la segunda división de Estados Unidos. Pisará una cancha oficial después de su retiro en 2011. Pero no fue el único que decidió colgar los botines y se los calzó de nuevo al tiempo, arrepentido, al descubrir que la vida en casa era más difícil que en la cancha. Hay antecedentes. Y nosotros encontramos cinco casos argentinos.

Diego Maradona: El más grande se corrió unos metros de las canchas después del Mundial ’94. La FIFA lo había sancionado y le impedía jugar por 15 meses. Pero no dirigir. Él, rápido de reflejos, se ubicó como entrenador en Mandiyú de Corrientes. Los malos resultados lo obligaron a dejar su cargo. Sin embargo, al poco tiempo estaba al mando de Racing Club. Tampoco le fue bien. En 1995, regresó a las canchas. Y a su gran amor, Boca. Su retiró oficial se dio en 1997, mientras que su histórico partido despedida, en 2001.

Juan Román Riquelme: El «Riquelme, Riquelme», en 2012, dejó de ser ovación para pasar a ser un grito de guerra. Román dejó Boca después de perder la final de la Copa Libertadores de ese año. Se fue del fútbol por seis meses porque «estaba vacío y no tenía más para darle al club». Fueron seis meses eternos para los «Xeneizes», sin su diez en el plantel. Ese torneo fue malo: Julio César Falcioni no consiguió éxitos, tuvo que irse a fin de año y Daniel Angelici fue a buscar a Carlos Bianchi. Con el «Virrey», volvió Román: algunos malos partidos en el verano contra River pusieron incómodo al ex Villarreal, que decidió retornar al club. El domingo, tras conseguir el ascenso con Argentinos Juniors, anunció su retiro definitivo del fútbol profesional.

Matías Almeyda: Almeyda tuvo su primer retiro muy precoz. Parecía una decisión apresurada, gestada desde el hartazgo. Sucedió en 2005. Él tenía 31 años: había rechazado pasar de Quilmes a River. De todos modos, jamás logró despegarse de las canchas. Participó del Showbol e incluso formó parte del fútbol senior del «Millonario». Después de un torneo de ex jugadores que fue televisado, la dirigencia del club de Núñez le propuso algo: que jugara seis meses en un equipo del ascenso, viera cómo se sentía y, si estaba en condiciones, volviera a jugar en la institución donde dio sus primeros pasos. Fue a Fénix. Anduvo bien. Y volvió a River, donde estuvo hasta junio del 2011, cuando descendió. Entonces, Daniel Passarella le ofreció un nuevo rol: ser el técnico que lo devolviera a la máxima categoría. Lo hizo, y así empezó su carrera como entrenador.

Juan Sebastián Verón: A veces, un hombre por amor puede hacer las locuras más grandes. A «La Bruja» le molestaba mucho el tobillo. Tenía dolores insoportables que le impedían jugar normalmente. Alternaba en Estudiantes. No marcaba la diferencia: jugaba paradito, a dos toques, a meter pases largos. Por eso se fue. Lo ovacionaron en su último partido y los jugadores salieron con camisetas que le agradecían. Se fue a jugar una liga amateur, con amigos, en calma. Pero el «Pincha» no levantaba. Y en julio del 2013 regresó para disputar una última temporada. Ahora sigue en el club. Pero en las oficinas: es el presidente del club platense.

Federico Lussenhoff: No todos son casos privilegiados como los otros cuatro que nombramos. Para algunos, el fútbol es una cuestión más de sacrificio. El «Colo» tuvo sus buenos momentos, ojo: jugó en River y San Lorenzo. Desde entonces, para abajo: fue acomodándose en equipos más humildes, en clubes del interior. Se retiró en Talleres de Córdoba, en 2009. Reapareció, un año más tarde, en Sportivo Rivadavia de Venado Tuerto. Se despidió en 2012, por una lesión en sus ligamentos cruzados. Y como el amante que no puede dejar a su primer amor, regresó en 2013, en Sportivo Rivadavia de Venado Tuerto, donde todavía, a sus 41 años… ¡sigue jugando! Un crack.

Bonus Track: Michael Jordan. Claro, el más grande con la pelota naranja también se fastidió de embocar en el aro. Fue en el ’93. Le habían matado al padre y estaba cansado. No quería más. Probó con su sueño de toda la vida: jugar al béisbol. Lo hizo en un club de ligas menores y, obviamente, no funcionó al nivel superlativo con que jugaba al básquet. Regresó un año más tarde. Y se llenó de gloria con tres anillos más. Volvió a retirarse en 1998, obviamente, con un título. Y despuntó el vicio al final, de grande, en los Washinton Wizards, entre 2001 y 2003.