Señores, ¡basta de biri, biri!

Es realmente vomitivo observar diariamente cómo aquellos ciudadanos elegidos por el pueblo, que hoy tienen la posibilidad de estar en lugares decisivos para tomar determinaciones de fondo siguen utilizando los medios de comunicación con mensajes banales, carentes de posibilidades concretas y dejando un manto de duda acerca del manejo interno de la democracia en nuestra provincia.

Por un lado, se ha utilizado en los últimos años, especialmente, desde la gestión de Julio Cobos a la fecha un discurso con frases hechas que no cambian un ápice su significado pero sí las bocas que los mencionan.

La inseguridad en Mendoza se ha llevado puesto a cerca de una decena de Ministros que ocuparon la cartera y que tuvieron la posibilidad de ejercer el poder total para cambiar la situación.

Se han invertido cifra multimillonarias del presupuesto provincial para la adquisición de elementos tecnológicos que sirvan para reducir y combatir la delincuencia.

En el medio, ciudadanos comunes que sufrieron la inseguridad en carne propia y después se convirtieron en líderes sociales a través de organizaciones no gubernamentales, también, hicieron de las suyas, al quedarse con cuatro millones de pesos que los llevaron a desaparecer de la escena pública.

En otros ámbitos, la lucha está dada siempre por la cifras a invertir y la carencia de pesos para mejorar. Otra maniobra que se repite a menudo es la escasa posibilidad que tienen los funcionarios de turno para poner en práctica políticas estrictas para combatir la violencia interior, toda vez que a cada toma de decisiones aparecen organismos de derechos humanos o la oposición de turno a colocar objeciones que llevan a no terminar con el programa iniciado.

Lamentablemente, ninguno de nosotros podrá frenar el avance de los delincuentes en cada domicilio particular, en una plaza, en el parque General San Martín, a la salida de un espectáculo artístico o deportivo, hasta tanto no se ejerza una política pública fortalecida por todos los ámbitos de nuestra sociedad y dejemos de escuchar palabras sueltas a modo de biri biri, nada más.

Redacción/Juan Carlos Martínez