Timerman descartó acuerdo Mercosur con UE en cumbre

El canciller Héctor Timerman afirmó que «no» habrá un acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea durante esta Segunda Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la UE, que se desarrolla en la ciudad belga de Bruselas.

«Un acuerdo no. Lo que sí vamos a plantearle es que el Mercosur ya tiene una oferta para intercambiar, y escuchar del lado de ellos en qué estado están, porque la información que tenemos es que ellos no han podido culminar su oferta y por lo tanto no se puede hacer el intercambio», precisó Timerman.

El canciller aseguró que está «a favor de un acuerdo, siempre que sea beneficioso para ambas partes y que no sacrifique ni un solo puesto de trabajo en Argentina».

«Si ellos tuvieran una oferta terminada, vamos a poner una fecha para hacer el intercambio de oferta e iniciar una negociación», indicó el ministro, quien puntualizó que «el Mercosur hace un año que ya terminó su oferta».

Al respecto, aseguró que «están de acuerdo todos los países del Mercosur en la necesidad de trabajar juntos».

«El Mercosur quiere llegar a un acuerdo y la Argentina va a hacer todo lo posible para que el acuerdo al que lleguemos con la Unión Europea, si llegamos, beneficie especialmente a los pueblos del Mercosur, porque creemos que no podemos sacrificar el bienestar de nuestra gente en pos de un acuerdo que no sea beneficioso para nuestros sectores», concluyó Tiimerman.

En sintonía con la posición Argentina, y mostrando solidez en el bloque sudamericano, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aseguró en esta Cumbre que «Mercosur pretende hacer su propuesta y queremos saber si la Unión Europea está preparada para ello».

Rousseff confirmó que los países del Mercosur entregarán una oferta para un acuerdo de libre comercio con la UE, y que esperarán una respuesta «en días o meses».

El pedido fue hecho durante una reunión bilateral con el primer ministro de Bélgica, Charles Michel, anfitrión de la Cumbre.

«Esperamos que esta cuestión evolucione de manera satisfactoria, por parte de la Unión Europea», abogó Rousseff.

El Mercosur concluyó en agosto del año pasado una oferta a la UE para iniciar una negociación con vistas a un tratado de libre comercio.

En realidad, las conversaciones con la Unión Europea (UE) se iniciaron mucho antes, en 2000, pero las crisis que atravesaron ambos bloques, Latinoamérica primero y Europa más tarde, llevaron a largos periodos de estancamiento, hasta su relanzamiento en 2010.

En noviembre de 2014, la Argentina, en el ejercicio de la Presidencia Pro Témpore del Mercosur, le comunicó oficialmente a la UE que ya había concluido sus trabajos para la formalización de una oferta negociadora del bloque sudamericano, que es parte del proceso encaminado hacia la concreción de un acuerdo.

Si bien nunca trascendieron los detalles de la misma, se conoce que se trata de «una oferta de bienes, servicios, inversiones y compras gubernamentales ambiciosa y equilibrada», según la declaración conjunta de los socios sudamericanos.

Durante todo este tiempo, la UE no pudo responder a la propuesta sudamericana, dado que no pudo cerrar una oferta para hacer un intercambio con el Mercosur, debido a que habría alguna reticencia de ciertos países que no ven con buenos ojos un tratado bilateral en torno del comercio.

Más temprano, mantuvo una reunión bilateral con el primer ministro griego, Alexis Tsipras.

Un rato antes del inicio de la apertura oficial, ambos funcionarios tuvieron «un intercambio de opiniones y experiencias sobre países altamente endeudados como fue la Argentina en 2001», según precisó Timerman.

El canciller destacó que el primer ministro griego le manifiesto su «interés en conocer las acciones que se tomaron» en Argentina.

«Le expliqué que nuestra posición es siempre es bienestar del `pueblo argentino», subrayó el ministro, quien sostuvo que «en la medida en que el pueblo argentino tenga trabajo, pueda consumir y tener derecho a bienes, la economía se va recuperando».

En ese sentido, Timerman le dijo a Tsipras que «la economía no se recupera con planes de austeridad».

Recordó que cuando el mandatario griego «era candidato viajó a la Argentina» a conocer cómo había hecho el país para dejar atrás la crisis de 2001 y alcanzar niveles importantes de crecimiento económico, de la producción, del empleo y del consumo.

«En aquella oportunidad, charlamos mucho sobre cómo había hecho la Argentina para salir del problema de la deuda externa, hasta la llegada de estas horripilantes decisiones judiciales que han tomado en Nueva York, y que trajeron un gran problema para todos los acreedores de buena fe», señaló el canciller.

Timerman también advirtió que «los fallos de las Cortes de Nueva York» a favor de los fondos buitre contra la Argentina, imposibilitarán las reestructuraciones de deuda soberana de aquí en adelante y pidió un marco legal multilateral que permite a los países reestructurar sus pasivos.

El funcionario sostuvo que «es necesario un marco legal multilateral para la reestructuración ordenada, eficiente y a tiempo de las deudas soberanas».

«No es sólo Argentina, sino también el FMI, premios Nobel como Joseph Stiglitz, e incluso los tesoros de países como Estados Unidos y Francia, entre otros, quienes llegaron a una misma conclusión», remarcó Timerman en una conferencia sobre El Proceso de Desendeudamiento Argentino y el Accionar de los Fondos Buitres a nivel Global organizada por el Ministerio de Relaciones Exteriores en la ciudad Belga de Bruselas, previo al inicio de la Segunda Cumbre de Jefes y Jefas de Estado de Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Unión Europea (UE).

Del mismo, que estuvo conducido por el embajador argentino ante la UE, Hernán Lorenzino, participaron también George Dassis, presidente del Grupo Sindical del Comité Económico y Social Europeo; y Antonio Gambini, un experto en financiamiento al desarrollo de la ONG belga Centro Nacional de Cooperación al Desarrollo CNCD, entidad involucrada directamente en la elaboración del proyecto de ley en Bélgica que busca terminar con el accionar de los fondos buitres.

«Por qué razón los acreedores privados aceptarían una reestructuración de deuda si tienen como alternativa cierta recibir mejores términos por vía judicial a expensas de la mayoría de acreedores que aceptaran voluntariamente los términos ofrecidos en la reestructuración», subrayó Timerman.

También puntualizó el hecho de «por qué razón los acreedores aceptarían una reestructuración si el cobro de los créditos reestructurados puede ser tan fácilmente impedido por el accionar de los fondos buitres».

Indicó que «a diferencia de una empresa privada, un Estado no puede cesar sus actividades y liquidar sus activos ante una situación de insolvencia; debe continuar y para ello debe poder reestructurar sus deudas».

Consideró que «la actividad de un tercero, se trate de fondos buitres o Estados a través de decisiones judiciales o administrativas, obstruyendo o impidiendo a otro Estado reestructurar sus deudas, implica una violación inadmisible al principio de soberanía estatal».

Sin embargo, remarcó que «no existe en el ámbito internacional un régimen de reestructuración de deudas soberanas que ponga límites al accionar de los fondos buitres y a los abusos de derecho en los que han incurrido las Cortes de Nueva York y otros tribunales».

A su criterio, «un marco legal multilateral imbuido de principios generalmente aceptados e incluidos en las leyes de quiebras de la mayoría de los países, debiera determinar que los términos de un acuerdo alcanzado por un Estado soberano con la mayoría de sus acreedores sea legalmente vinculante también para los demás acreedores».

Timerman puso de relieve que «la necesidad de poner un freno a los buitres es sistémica en términos de necesidades básicas del funcionamiento del sistema capitalista, que requiere que las deudas sean reestructuradas».

«Sin embargo, también se trata de una necesidad de carácter eminentemente político. Es por eso que estamos convencidos que el foro adecuado para tratar este tema es Naciones Unidas», concluyó el canciller.