Tras un debate, Dilma casi se desmaya

Dilma Rousseff y Aécio Neves protagonizaron ayer una nueva confrontación televisiva, que elevó el tono descortés, violento y lleno de acusaciones con tono personal, que ya se había evidenciado el martes último. Este nuevo debate tuvo una virtud: se realizó entre las 18 y las 19,30, un horario que permitió acompañarlo en directo a un amplísimo segmento del electorado.

En ese horario pico, Neves acusó a su adversaria de “mentirosa”: “Es muy triste ver una presidente de la Nación mintiendo”, repitió cada vez que hablaba. Fue su técnica favorita para rechazar cada una de las denuncias que verbalizó la presidenta brasileña por los “sucesivos incumplimientos” de la ley en las que incurrió el postulante socialdemócrata cuando gobernó el estado de Minas Gerais.

Al final de la disputa, donde se multiplicaron los momentos de ferocidad, Dilma tuvo dificultades para levantarse de la silla mientras se aproximaba a una periodista de TV que la iba a entrevistar. Luego, mientras hablaba frente a la cámara, la presidenta necesitó apoyarse en la mesa que separaba a los dos candidatos. La presentadora de TV le ofreció entonces un vaso de agua. Rousseff confesó: “Me bajó la presión y fue por causa de la extrema dureza del debate”.

Uno de los casos que Dilma recordó fue un conocido episodio del ex gobernador, cuando utilizó su investidura de senador para negarse a realizar un test de alcoholemia mientras conducía su auto en la ciudad de Río de Janeiro. Dilma le recordó que “todos los años mueren 40.000 personas por accidentes de tránsito, que derivan en gran parte de choferes drogados o embriagados”. Tras señalar que le tocó a ella sancionar la Ley Seca en 2012, le interrogó: “¿No cree que todo ciudadano, sea quien sea, debe someterse al examen policial?”. Furibundo, Neves replicó: “Tenga el coraje de hacer esa pregunta en forma directa … Yo tuve un episodio y lo reconocí, que en un principio no quise parar en una Ley Seca porque mi registro de conductor estaba vencido. Inadvertidamente no hice el examen pero me disculpé por eso. Usted nunca se arrepiente de nada de su gobierno”.

No fue el único momento de tensión. Otro tanto ocurrió cuando Rousseff interrogó a su adversario por el aeropuerto privado, construido en la estancia de un tío en Minas Gerais, pero con fondos públicos. “El Ministerio Público dijo que esa obra estaba correctísima” replicó Aécio; y retrucó pesado: “Usted tiene que tomar todas las providencias para decir a Brasil qué ocurrió en Petrobras”. Hasta ahora, el caso sigue en trámite en la justicia brasileña bajo estrictísimo secreto.