Un desnudo por el parto domiciliario
Se trata de un universo muy pequeño de personas, pero su elección despierta todo tipo de polémicas. En los últimos diez años, se triplicó el número de mujeres que deciden parir en sus casas como un modo de evitar la violencia obstétrica del sistema público y privado de salud. Aceleración de los tiempos fisiológicos, medicalización innecesaria, maltratos y tasas de cesáreas que duplican o triplican el 17% recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), son algunos de los ejemplos. Sin embargo, el parto domiciliario sigue sin contar con una regulación propia, más allá de la ley 17.132, del año 1967, que permite a las obstétricas ejercer su tarea en domicilios y consultorios privados, pero sin especificar las condiciones.
Por ese limbo legal, hace unos años crece la tensión entre el Ministerio de Salud de la Nación, que se resiste a estimular esa práctica, y las parteras independientes, que ayer se manifestaron frente a la sede de la cartera sanitaria denunciando un boicot a su labor y exigiendo «poder trabajar libremente».
El modo de reclamo no fue usual. Madres, médicas y parteras se desnudaron en la esquina de Moreno y la Avenida 9 de Julio, con carteles que señalaban: «Parto en casa sí», «Yo quiero elegir», «El parto es un hecho sexual. Disfrutalo». Más allá del prejuicio que lo muestra como un capricho de mujeres de alto poder adquisitivo, la movilización reveló argumentos y elecciones de otra naturaleza.
Si pudiera elegir un parto humanizado en un hospital público, dudaría. Cuando quedé embarazada no tenía cobertura médica, soy trabajadora autónoma. Así que con mi pareja juntamos la plata y lo tomamos como una inversión. Tener a mi bebé en casa fue lo más lindo, lo más cómodo, lo más privado. El de las parteras es un trabajo sin intromisión. La fuerza es tuya y es como trascendental», relató Marlene, de 26 años, una de las manifestantes.
Según explicó Marina Lembo, titular de la Asociación Argentina de Parteras Independientes (AAPI), la marcha buscó, por un lado, rechazar el proyecto de ley que la ex diputada María Elena Chieno presentó en 2012, con el asesoramiento y el aval del Ministerio de Salud, y que prácticamente prohíbe el parto en las casas. Pero también, desalentar una resolución en la cual estaría trabajando el Ministerio que restringe esa práctica según las características de las madres (por ejemplo, no tener más de 35 años ni haber tenido una cesárea previa) y establece protocolos y condicionamientos que, según la AAPI, volverían al parto domiciliario algo inviable.
Desde Salud recordaron que se trata de la demanda de un universo pequeño (según cifras oficiales, el 99% de los partos se realizan en hospitales, clínicas y sanatorios públicos y privados), pero aceptaron que se debe respetar y reconocer el derecho a elegir cómo y dónde parir, siempre que se proceda de manera respetada y segura. En ese sentido, reconocieron a este diario estar trabajando en un documento inspirado en la experiencia de Francia, Holanda, Australia, Canadá y Gran Bretaña, para crear «un sistema fluido de derivación».
El Ministerio parte del siguiente diagnóstico: los riesgos de esa práctica son poco frecuentes, pero existen. Cuando hay complicaciones y se necesita un traslado, las mujeres no siempre son bien recibidas en las instituciones y además suelen encontrar dificultades en la inscripción y en la atención inicial del bebé. La idea, por eso, es pautar ciertas recomendaciones, entre ellas, la creación de un registro de profesionales que asistan partos planificados en los domicilios, y la creación de equipos de al menos dos profesionales (obstétricos y médicos) articulados con un establecimiento de salud de referencia. Esto permitirá, aseguran, que se garantice un acceso a los estudios durante el control prenatal y una mayor fluidez en caso de ser necesaria la derivación.
En el mundo
Desde el 18 al 24 de mayo se llevará a cabo la Semana Mundial por un Parto Respetado. Una celebración que se realiza desde el año 2004, como una forma de concientizar sobre los derechos de las mujeres con actividades en distintos países.
Derechos que brinda la ley
Según la Ley 26.485, la violencia obstétrica es aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo de las mujeres «expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales».
La ley de parto humanizado establece que toda mujer tiene derecho a ser informada sobre las distintas intervenciones médicas de manera que pueda optar libremente y sobre la evolución del parto.
Da derecho a ser tratada con respeto, y de modo individual y personalizado que le garantice la intimidad durante todo el proceso asistencial y tenga en consideración sus pautas culturales.
Y además, a ser considerada una persona sana y una protagonista de su propio parto. También a contar con un parto respetuoso de los tiempos biológico y psicológico y a estar acompañada por una persona de su confianza.
Por Lucía Álvarez