Japón: primer ejecutado por la pena capital
Un hombre condenado a la pena de muerte fue ejecutado hoy en Japón en la primera aplicación de este tipo de sentencia en 2014 y la novena desde que llegó al Gobierno el Partido Liberal Demócrata (PLD) a finales de 2012.
La aplicación de la pena de muerte recayó sobre Masanori Kawasaki (68), que fue ejecutado en Osaka, en el oeste de Japón.
Masanori fue ahorcado por asesinar con un cuchillo a su cuñada y a sus dos nietas de 3 y 5 años en la provincia de Kagawaa en 2007, anunció el ministro japonés de Justicia, Sadakazu Tanigaki, citado por EFE.
El crimen ocurrió cuendo el condenado se dirigió a la casa de su cuñada «por motivos de rencor», y tras matar a la mujer y las dos niñas se llevó los cadáveres para enterrarlos en otro lugar y tratar de ocultarlos, indicó la investigación policial.
«Es un caso muy cruel, ya que acabó con las valiosas vidas de tres personas por una razón egocéntrica», afirmó el ministro nipón de Justicia.
Tanigaki agregó que fue «muy duro para la familia de las victimas», y justificó la medida aclarando que las autoridades «revisaron el caso con cautela antes de llevar a cabo la ejecución».
El ministro japonés evitó explicar porqué se decidió ejecutar a Kawasaki del total de 128 detenidos que actualmente están condenados a la pena capital en Japón y a la espera de que se aplique esta sentencia.
Asimismo, señaló que el Gobierno «no tiene pensado revisar el sistema de la pena de muerte por ahora».
La última ronda de ejecuciones tuvo lugar el pasado 12 de diciembre, cuando se ejecutó a dos presos en Tokio y en Osaka.
Medios japoneses como el diario Asahi atribuyen la demora entre estas ejecuciones y la de hoy al caso de Iwao Hakamada, que fue liberado el pasado marzo, tras pasar 46 años en la cárcel condenado a muerte, tras descubrirse nuevas pruebas sobre el asesinato múltiple que se le imputaba.
Hakamada, considerado el hombre que más tiempo pasó en el corredor de la muerte en el mundo, es un ex boxeador de 78 años que padece una enfermedad mental y que fue condenado a la pena de muerte en 1968, sentencia que quedó suspendida por un tribunal japonés que decidió revisar su caso.
El ministro de Justicia nipón defendió la pena capital en varias ocasiones con el argumento de que la mayoría de los japoneses apoyan este sistema.
Japón ejecuta en la horca a los condenados, en el mayor de los secretos, sin aviso previo a los detenidos y sin testigos, y solo comunica estos casos a la opinión pública una vez que fueron ajusticiados.