Votaron por primera vez
Por primera vez en la centenaria historia de las instituciones castrenses, los alumnos lograron elegir a sus representantes. «Es un modo de mejorar la calidad educativa, hacer política sin representar a un partido», dijeron.
El instituto social militar Dámaso Centeno es un colegio que depende del Ejército, fundado hace más de 100 años para darles educación a los hijos e hijas de los uniformados, aunque en poco tiempo también recibía a los de civiles. En tan larga historia, muchos conocieron al colegio porque ahí cursaron y se conocieron dos de los próceres del rock argentino, Charly García y Nito Mestre, quienes siempre recuerdan el ambiente opresivo que se vivían en esas aulas antes y durante la dictadura instaurada desde 1976.
Claro que con el retorno de la democracia las cosas cambiaron y allí no fue la excepción. En 2006, bajo la gestión de Nilda Garré en el Ministerio de Defensa, se autorizó la colocación de placas de bronce en el patio para recordar a ex alumnos desaparecidos como Alejandro Martín Almeida, el hijo de Taty. Esta decisión generó la renuncia del entonces director del colegio y un malestar en parte del ámbito castrense, un lugar donde rige la verticalidad, y uno de los lemas habla de la subordinación y el valor para defender a la Patria.
Ahora los actuales estudiantes marcaron un nuevo hito al lograr el surgimiento de un centro de estudiantes, el primero en una institución educativa castrense en toda la historia nacional. Claro que no fue fácil. La iniciativa de organizarse surgió en el segundo semestre del año pasado de algunos de los alumnos y alumnas que egresaban y contagió a los más jóvenes. Le enviaron una carta al director, coronel Marcelo Satragni, y cuando fueron a verlo no sólo se mostró de acuerdo con la inquietud –en rigor no era más que cumplir una ley y la sugerencia de una resolución de Defensa de 2010–, sino que recordó su pasado de presidente de un centro de estudiantes. Pero la decisión excedía el cargo del militar y entonces se puso en marcha el mecanismo burocrático de recorrer el organigrama del Ejército y el Ministerio de Defensa, al que se le sumó la tradición y el resquemor castrense y la de algunas madres y padres.
Algunos veían el fantasma de partidos políticos detrás los ventanales de la tradicional escuela ubicada en Avenida Rivadavia 5550 del barrio porteño de Caballito. Pese a lo que decían las autoridades el ciclo lectivo 2014 arrancó, pero la autorización no llegaba, aunque la iniciativa mantenía el mismo o mayor ímpetu. Entonces los estudiantes sacaron el tema afuera y tras algunas notas periodísticas –una publicada en marzo en este diario– y una reunión en la cartera que ahora preside Agustín Rossi –con el subsecretario de Formación Javier Araujo–, lograron el visto bueno.
Cada curso eligió un delegado y junto a las autoridades detallaron desde la campaña, junta electoral, urnas y hasta modalidad de voto. En la campaña la lista que aglutinaba a los impulsores del centro, Damaso al frente, decidió como primera actividad hablar con madres de primaria y secundaria para explicarles de que se trataba la movida. Los «candidatos» no pudieron recorrer las aulas y no hubo actos, bombos o cotillón proselitista.
En los días previos hubo incluso incidentes menores propias de la vieja política como panfletos que trataban de mentirosos a los oficialistas o llamaban a no participar de la elección.
El comicio fue el 17 de junio último e involucró la participación de 515 del total de 554 estudiantes del nivel medio (la institución tiene inicial y primaria y en total asisten unos 1300 niños, niñas y adolescentes). Las autoridades electorales estaban presididas por un docente pero incluían preceptores y alumnos y alumnas que oficiaron de fiscales y representantes de las dos listas. La lista de Dámaso al frente, que reunía a los de primero, tercero, quinto y sexto año, se impuso por el 53% a la Alfa, que habían armado los de segundo. También se registraron 80 votos en blanco y 20 impugnados. Sin embargo, tras las elecciones los miembros de ambas listas decidieron repartirse los cargos del centro que ahora preside Ignacio Carro, seguido de Franco Costa, ambos de sexto; Emmanuel Labrador (vocero), de tercero, y Chiara Veneziale (Secretaría de la mujer), de quinto.
«Siempre remarcamos que la necesidad de un centro de estudiantes no surgió porque había un problema puntual sino como una iniciativa de los estudiantes para colaborar en el crecimiento de la calidad educativa del alumnado», explicó Costa a Tiempo Argentino.
Entre las primeras actividades, el centro comenzó a delinear el código de convivencia con las autoridades (regente y dos subregentes), profesores, preceptores, padres y madres. También mantuvieron una reunión con los directivos, mientras esperan otra con el director y un acto de presentación.
En ese primer encuentro post comicio los estudiantes plantearon propuestas que en rigor habían sido las plataformas electorales, entre las que había desde cuestiones administrativas sobre el horario de apertura del portón de ingreso o el tiempo para almorzar antes de ir a educación física hasta la regularización del centro (espacio físico propio, formas de dar comunicaciones, carteleras, actividades, etcétera), la implementación de un kiosco saludable y las notebooks del programa Conectar Igualdad.
Los dirigentes remarcan el carácter no partidario que tienen (aseguran no tener militancia fuera del colegio), y agregan: «Recalcamos mucho que este centro de estudiantes no tiene orientación partidaria. Nuestra intención es hacer política pero no representando un partido político. Tuvimos que luchar desde el día cero contra el prejuicio de que acá el Partido Obrero o La Cámpora se iba a meter en el Dámaso y un mandamiento a fuego que tenemos es que el centro de estudiantes tiene que tener una función claramente social, por ejemplo, trabajamos en un geriátrico con los abuelos y en las noches de caridad de la iglesia de Lourdes. Todo se decide luego de consultar y consensuar.»