Emprendedores con marca propia
Además del nombre de un barrio, “Lihué” se convertirá en una marca. El área de Desarrollo Social de Guaymallén realizó las gestiones para nuclear a todos los emprendedores del barrio que no cuentan con los instrumentos legales para competir en el mercado y comercializar sus productos. “Esto le abrirá más puertas a todos los emprendedores que, con un respaldo legal, podrán ingresar a otros circuitos e interactuar con otras provincias. Estamos cerca de la instancia de aprobación”, señaló Martín Sardi, de Desarrollo Social de Guaymallén.
La idea de que la marca lleve el nombre del barrio fue de los propios hacedores. “Lihué es un nombre que nos une, es nuestro barrio, un barrio siempre marginado donde no entran las ambulancias ni la policía cuando la necesitas. Está asociado al temor o la inseguridad, y, pensando en esto, es que quisimos resaltar las cosas buenas que también pasan, sacarnos el estigma, mostrar lo que mujeres y hombres hacemos a diario para cambiar esta realidad”, destacó Jacqueline Cienfuegos, del grupo “Las Tejedoras del Lihué”.
Las tejedoras
Cada semana, un grupo de veinte mujeres se reúnen a tejer. Intercambian las más variadas técnicas y, entre todas, crean prendas únicas y coloridas. El tiempo compartido, también les sirve para cultivar la amistad y trabajar con la esperanza de que esta labor se convierta en uno de los sustentos de sus familias.
Un taller de tejido dictado en la Unión Vecinal San Sebastián fue, hace 7 años, la piedra fundacional para las ya famosas tejedoras. “Al principio eran poquitas, pero con el tiempo se comenzó a generar cierta expectativa y se fueron sumando más mujeres. Cuando se dieron cuenta de que el trabajo podía ser un ingreso extra, el grupo comenzó a crecer y nos mudamos de la sede de la unión porque necesitábamos un espacio más grande para montar el taller. Luego comenzamos a trabajar con Desarrollo Social de Guaymallén para impulsar la labor, brindar capacitaciones y comercializar los productos”, explicó Cristina Olguín, presidenta de la Unión Vecinal San Sebastián.
La mayoría de las mujeres son del norte de argentina, Bolivia y Perú. Las mayores transmiten sus técnicas ancestrales a las más jóvenes y juntas confeccionan prendas únicas, aprendiendo una de la otra. “Lo que más valoramos es el intercambio, las técnicas de tejido que cada una trae de su país de origen, que con el tiempo se han ido perdiendo y que acá se han rescatado”, resaltó Cristina.
“Siempre tratamos de trabajar en conjunto, todas provenimos de culturas distintas y al compartir vamos intercambiando nuestros conocimientos. Cada una tiene su arte, su historia. Yo quiero que esto salga, que llegue a todos lados, que nos sirva a todas para poder ayudar a nuestras familias”, acotó Jacqueline.
La diseñadora María Bombal colabora con las tejedoras acercándoles modelos, tendencias, inspirándolas para que las prendas tengan ese toque único que las hace especial. “Es como un laboratorio de ideas, vamos creando entre todas, viendo qué colores se usan, innovando con bordados o terminaciones que destacan los tejidos, generando un valor agregado en los productos para que se destaquen en una feria. Por ejemplo, reciclamos bolsas de arpillera, las bordamos y las usamos para envolver las prendas”.
Impulso comercial
Para vender sus productos, reponer las materias primas y seguir produciendo, las tejedoras necesitaban un respaldo. Y fue desde la oficina de Desarrollo Social de Guaymallén que lo recibieron. “La idea es fortalecer la labor de las tejedoras, brindando capacitaciones a través de profesoras de la UNCuyo, que ya son parte de las reuniones semanales, asesorándolas en lo que a marketing refiere y promoviendo un circuito comercial. Estamos en proceso de incluirlas en la Ruta de los Artesanos, en cada feria departamental gestionamos gazebos para que puedan vender sus productos y realizamos la gestión de la marca “Lihué”, para que junto a otros emprendedores puedan comercializar sus productos con un respaldo legal”, señaló Martín Sardi.
“Los productos son caros para venderlos en el barrio o en los alrededores, por eso necesitábamos que salgan afuera, ese era el objetivo. Son prendas únicas, de calidad, que merecen tener su espacio en el circuito comercial”, explicó Cristina Olguín, presidenta de la Unión Vecinal.
Tejen esperanzas
Jacqueline Cienfuegos es oriunda de Bolivia y su familia vive, desde que arribó a Mendoza, en el barrio Lihué. Junto a las mujeres del barrio aprendió a tejer y encontró un espacio en cual desarrollar su nueva pasión. “Trabajo acá desde el 2009, tratamos de juntarnos todas las mujeres y hacer una red, para que se sepa que las que quieran pueden venir y aprender. Este es un espacio abierto en el que también nos ayudamos, nos contamos nuestros problemas o necesidades y entre todas buscamos soluciones”, dijo Cienfuegos.
Valentina, otra boliviana, se unió a las tejedoras hace un par de años, cuando finalmente se jubiló. Junto a su familia llegó a la Argentina de niña y trabajó toda su vida como empleada doméstica. “Yo aprendí a tejer en Bolivia cuando era niña, pero después no lo practique más, acá no encontraba tiempo o dónde hacerlo. Cuando empecé a venir al taller comencé a recordar, pensé que lo había olvidado, pero ya puedo hacerlo de nuevo, es mi distracción, mi entretenimiento”.