Elba, la estrella del momento
La historia de vida de la ganadora de MasterChef. Elba Rodríguez, estudiante de enfermería de 24 años, conmovió al jurado y a los espectadores del reality que superó en rating a Lanata y a Fútbol para Todos. De cocinar a los 8 años y aprender con la tele a cumplir el sueño de su madre boliviana. Platos con esencia.
Cuando cocina, a Elba Rodríguez se le borra la sonrisa de la cara. Junta sus labios carnosos como haciendo “puchero”, frunce el entrecejo y clava sus ojos negros en la mesada de cocina. Esa mirada circunspecta la acompaña hasta que termina el plato. Porque Elba nunca se ríe cuando está frente a las hornallas. Para ella, la cocina es cosa seria.
Empezó a los ocho años. Su mamá trabajaba todo el día y ella tenía la responsabilidad de preparar la cena y alimentar a su familia. “Arranqué por lo básico: papas hervidas y arroz –cuenta en diálogo telefónico con Veintitrés–. Los platos más elaborados, como las pastas caseras y los guisos, los aprendí viendo la tele y leyendo revistas”. La casa de su infancia fue su incubadora y el reality televisivo MasterChef, su despegue.
Durante el primer programa, deslumbró al jurado –Donato de Santis, Germán Martitegui y Christophe Krywonis– con su receta familiar del conejo. Hasta ese momento, para los televidentes era una concursante más. Fue con el correr de los programas que se filtró su historia de vida y aumentó su aceptación. De padres bolivianos, Elba –24 años– vive en un barrio humilde de Lomas de Zamora y estudia enfermería. “Me faltan sólo dos finales”, dice y aclara que para ella “el estudio es fundamental. Me voy a recibir… tengo que recibirme. Fui auxiliar de Metodología de la Investigación en la universidad y quiero hacer docencia, para lo que me exigen un título de grado. No sólo quiero dedicarme a la cocina, sino cumplir ese sueño de enseñar”.
Lejos de tener ánimos de grandeza, ya sea por convertirse en la primera Masterchef de la Argentina o por ser un eslabón fundamental para que el reality haya logrado superar en rating al programa de Jorge Lanata y a Fútbol para Todos prácticamente todo el ciclo, Elba planea seguir trabajando donde lo hizo hasta ahora. “Porque el laburo se respeta”, dice. Y aunque seguramente se le abran muchas puertas en el rubro gastronómico, por ahora seguirá trabajando como franquera los fines de semana en la Unidad de Pronta Atención 2 de Avellaneda.
Ser hija de bolivianos no es un dato menor en su vida. Durante todo el concurso elaboró recetas tradicionales de esa cultura y revolucionó los medios de comunicación de Bolivia: cuando tuvo que cocinar en el reality un plato de su infancia, ella eligió la sopa de maní. “Hablé con el cónsul de Bolivia y me dijo que el índice de venta de ese plato aumentó no sólo allí, sino acá en la Argentina”, contó unas semanas después de hacerlo famoso. Hoy reflexiona y dice que nunca se imaginó que iba a tener tanta repercusión “ni que un plato que siempre lo comía en mi casa iba a tener tanto contenido emocional. Todas esas raíces me las inculcó mi madre”, aclara emocionada. Porque todo lo que la vincula a su madre la quiebra casi al instante, y es tal el cariño que siente por “la mama”, como le dice ella, que piensa destinar parte del premio –250 mil pesos– en llevarla a Bolivia para que se reencuentre con su hermano –el tío de ella–, con el que no se ven desde la infancia.
Elba, que tiene 68 mil seguidores en la red social Twitter, posteó que iba a ver la final del domingo 27 –que se había grabado el viernes 25– “en Charrúa y Cruz, al frente de la cancha en San Lorenzo”. La elección del Bajo Flores no es casual: en esa zona vive la mayoría de los inmigrantes bolivianos en Capital Federal. “Vi la primera parte en un comedor comunitario. Nadie sabía que yo iba a ganar: la idea era no contar nada para mantener las emociones. Crónica –que puso al aire una placa anunciando que Elba era la ganadora– tiró mi nombre, pero fue casualidad. Apostó a algo y le pegó. Cerca de la mitad me fui a ver la final con mi familia al restaurante de una prima en Mataderos”, cuenta.
Hoy sueña con tener un local propio, direccionado a sabores que tengan que ver con su esencia y sus raíces. “Me imagino que habría muchas cazuelas diferentes, pastas caseras y una gran variedad de panes”. Elba nunca en su vida –“ni una sola vez” asegura– fue a un restaurante o pidió delivery, por lo que planea que la casa de comidas tenga precios accesibles, “uno en el que puedan ir todos, sin que les duela el bolsillo”.
La repercusión del concurso de cocina fue tal que Elba lleva dos días haciendo notas con diferentes medios en la productora Cuatro Cabezas. En la tapa de Pronto dijo: “En mis cumpleaños nunca hubo tortas, ni globos, ni juguetes”. Pero aclara que “en realidad, eso ocurría cuando era chica. Ahora, gracias a que trabajo, puedo revertir esa situación y suelo hacer mucha comida para que todos los invitados se llenen la pancita. Ayer, que cumplí 24, vinieron amigos, familiares y hasta algunos vecinos y cociné pizzetas, empanadas, matambre a la pizza, ensalada de remolacha y hasta dos tortas”.
Además del premio monetario, Elba se hizo de un trofeo, una orden de compra por 50 mil pesos en un supermercado, un año de estudios en una escuela de cocina y la edición de su libro de recetas. “Mi idea es hacer algo que se amolde a mi personalidad; hacer los platos que dejaron una huella en el programa, como los niños envueltos de repollo, la sopa de maní y la famosa lasaña. Me gustaría que las recetas tengan un ‘paso a paso’ ilustrativo, porque cuando yo era chica esa fórmula me ayudó para realizar los platos”, concluye. La lasaña a la que se refiere es la que la consagró ganadora, junto con una ensalada Waldorf y un mousse de chocolate con frutos rojos y licor de huevo. No necesitó hacer un plato extravagante como su contrincante, Pablo Fekete, para conquistar al jurado. La esencia de la que tanto habla tiene que ver justamente con lo que dijo al despedirse del ciclo: “Es lo que soy. Desde el principio me mostré así, con simpleza. Este es un plato especial porque me gusta. Quise más que todo apuntar a lo que uno tiene en casa. Con lo poco que uno tiene, puede hacer platos ricos. Hoy me salió bien”.