El rechazo al matrimonio gay no ayuda a Silva
La postura de la ecologista y candidata por el Partido Socialista Brasileño (PSB), Marina Silva, causó una primera deserción en sus propias filas y agitó la campaña electoral a casi un mes de las elecciones presidenciales.
La polémica comenzó con la inclusión de un supuesto apoyo de la candidata al casamiento entre homosexuales en el programa de gobierno que ella y el PSB presentaron el viernes pasado, pero que negó al día siguiente para aclarar que sólo se refería a la unión civil.
«Fuimos sorprendidos con el cambio», declaró hoy el hasta ahora coordinador de asuntos homosexuales de la campaña de Silva, Luciano Freitas, un reconocido activista de los movimientos gay en el país, quien confirmó su renuncia.
La baja de Freitas se suma a la del secretario general del PSB, Carlos Siqueira, quien abandonó la campaña por otras discrepancias con Silva, nombrada candidata hace sólo veinte días, tras la muerte en un accidente aéreo del candidato Eduardo Campos.
Silva explicó el cambio en el programa como la «corrección de un error», porque acepta respaldar la unión civil homosexual y no el casamiento, que, en su opinión, sólo puede permitirse entre hombres y mujeres.
Coincidencia o no, el cambio fue luego de fuertes manifestaciones de líderes de iglesias pentecostales, que acusaron a Silva de haberse «burlado» de los principios que postula esa religión.
«El casamiento es para personas de sexos diferentes» y «no hay en eso ningún tipo de discriminación», dijo Silva, ferviente evangélica que justifica esa posición en sus creencias religiosas.
Ayer, el diputado Beto Albuqueque, candidato a vicepresidente en la fórmula que ella encabeza, había aludido al arrepentimiento de la candidata en relación al matrimonio gay con el argumento de que no era prudente asumir compromisos que debían definirse en el Congreso. No obstante, la propia Silva luego aclaró que no está de acuerdo con el matrimonio entre personas del mismo sexo.
La unión civil fue consagrada en Brasil por una decisión de 2013 del Consejo Nacional de Justicia, pero el Congreso aún no legisló sobre el casamiento como exigen los colectivos homosexuales.
Según los sondeos divulgados en las últimas dos semanas, ninguno de los candidatos superará el 50 % de los votos en la primera vuelta del 5 de octubre y será necesaria una segunda, el 26 de ese mismo mes.
En ese caso, las encuestas dicen que Silva vencerá a la actual presidenta y candidata a la reelección, Dilma Rousseff, por una diferencia de 5 a 10 puntos porcentuales.
La controversia dentro de la campaña de Silva por el casamiento homosexual y la alteración del programa fue aprovechada ayer por Rousseff, tras concluir un debate televisado que reunió a los siete principales candidatos a la presidencia.
«No creo que se deba cambiar de propuestas, sobre todo cuando se habla de derechos y más si se trata de homofobia, que es una ofensa para Brasil», declaró Rousseff después del debate, que giró en torno a asuntos económicos.
La única candidata que incidió en el tema fue Luciana Genro, del Partido Socialista y Libertad (PSOL), quien comparó el cambio en el programa del PSB con otras «contradicciones» económicas y políticas que dice observar en las propuestas de Silva.
«Esa propuesta de casamiento igualitario no duró ni 24 horas», dijo Genro, quien alertó de que eso mismo podría pasar con otras de las ofertas que Silva le ha presentado al electorado.
Cuando se anunció el programa de Silva, hasta algunos políticos que no apoyan su candidatura celebraron su posición en referencia al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Uno fue el diputado Jean Wyllys, también del PSOL pero además un conocido defensor de los derechos de los homosexuales, quien tras el cambio acusó a Silva de haber «jugado con la esperanza de millones de personas» en plena campaña. «Y eso es cruel, candidata», afirmó, consignó la agencia EFE.
Por otro lado, hubo reacciones también entre los evangélicos que comparten la opinión de Silva y habían criticado la primera versión de su programa de gobierno.