Tucumán apuesta a la vitivinicultura
Con fuerte historia pero hasta ahora con muy diferentes grados de conocimiento por parte de consumidores, distribuidores, periodistas especializados y sommeliers, los vinos que se producen en la provincia más pequeña del país salen a mostrar lo mucho y bueno que los identifica.
El pasado 1 de agosto se cumplió un año de la constitución de la Cámara de Bodegas y Viñedos del Tucumán y, haciendo un alto honor a este primer aniversario de la mano del IDEP (Instituto de Desarrollo Productivo de Tucumán) y el Ente Tucumán Turismo, se ha presentado la marca que de ahora en más identificará a los vinos producidos en la provincia bajo la cual se darán a conocer sus bondades, en el marco de un plan estratégico que se instrumentará de aquí a 2014 y que incluirá una Ruta del Vino de la provincia.
De esta manera, se espera el surgimiento de un polo de desarrollo económico apoyado en la producción vitivinícola y con una fuerte articulación con el turismo, dando difusión a la producción local y sumando a Tucumán a la Ruta del Vino a nivel nacional, posicionándola como un destino tanto para el turismo local como extranjero. La zona de los Valles Calchaquíes de la provincia cuenta hoy con cinco bodegas, cada una de las cuales ofrece entre dos y ocho etiquetas y unas veinte variedades de vinos.
Las condiciones de clima, suelo y altura, y la disponibilidad de pura agua de deshielo para el riego, dan lugar a una producción de la más alta calidad que espera obtener mayor conciencia por parte de los consumidores y agentes vinculados a la industria. A continuación quisiera compartir algo de la historia y las notas relevantes de la identidad del vino tucumano, único como el terruño del cual proviene.
Algo de historia
Para muchos puede significar toda una novedad, pero los viñedos en la zona tucumana de los Valles Calchaquíes se plantaron desde el siglo XVI y ya desde fines del siglo XIX se elaboran vinos para el mercado. Es decir que Tucumán es una provincia con una tradición vitivinícola de 130 años que se inició principalmente con la variedad Criolla Chica.
Hoy las variedades implantadas en la provincia son Malbec, Cabernet Sauvignon, Bonarda, Sirah, Tannat y Torrontés, que dan vinos de alta calidad y muy concentrados.
El terroir presenta condiciones únicas gracias a su imponente altura -que no baja de los 1.700 msnm y que, en algunos puntos, supera los 2.500 msnm-, la fuerte influencia del sol, que está presente 350 días al año, los vientos suaves que soplan constantemente de Norte a Sur y su suelo franco arenoso, permeable y profundo, junto con una enorme amplitud térmica.
Los vinos que se producen en esta zona son un fiel reflejo de su origen: presentan colores profundos y brillantes, donde predominan el rojo rubicundo en los tintos y el amarillo brillante y verdoso en los blancos con aromas simples y especiados y fuerte presencia de frutos rojos y pimientos junto con sabores dulces, frutados y maduros con el equilibrio justo de alcohol. Los vinos tucumanos son vinos fuertes y estructurados.
Los viñedos se trabajan con una modalidad orgánica, con abonos naturales de guano y aporte de residuos orgánicos de otras producciones agrarias y las conducciones utilizadas son en parrales para las variedades blancas, para evitar la exposición directa al sol, y en espalderos para las tintas.
El agua para el riego por goteo se obtiene de pozos semisurgentes de aguas profundas ubicados entre los 80 y 200 metros, y el riego por manto con aguas provenientes de vertientes de las Altas Cumbres del Cajón que es conducida por canales de piedra revestido, es decir, se utiliza agua de deshielo.