Lo primero sigue siendo la familia
El núcleo familiar es considerado el espacio más importante para buscar apoyo, la transmisión de valores y la educación. Al mismo tiempo, registraron una caída de los matrimonios sacramentales, pero no así de los bautismos.
El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) presentó el informe «Los argentinos y la familia, un trabajo de investigación que fue elaborado en el contexto del Sínodo de los Obispos de la Iglesia Católica» que se desarrolló en Roma durante octubre y que abordó, entre otros temas, las cuestiones relacionadas con la composición de la familia. A partir de la convocatoria que realizó el Papa Francisco para la realización de este Sínodo, la UCA se propuso indagar cuál es la opinión de los argentinos sobre los valores relacionados con el matrimonio y la familia y por ese motivo, el Observatorio de la Deuda Social Argentina incorporó a su encuesta un módulo que se abocó a estás temáticas. Así concluyó que, hacía 1990, el 83% de los matrimonios que se casaban por civil, luego pasaban por la Iglesia y en 2011 sólo lo hacía el 46 por ciento. Pero a pesar de que esa tendencia disminuyó en los últimos años, la familia sigue ocupando un lugar central en la sociedad. «En Argentina, la institución familiar es valorada independientemente de las situaciones particulares», afirma el informe. Entre 2001 y 2012, el número de matrimonios en la Argentina disminuyó el 1,32% y, en el mismo período, los matrimonios sacramentales descendieron un 15,5 por ciento, retrató Tiempo Argentino.
Entre los interrogantes que se abrieron tras conocerse los resultados del análisis, los propios investigadores destacaron que «cabría preguntarse qué incidencia tiene sobre estas cifras, el presunto aumento de los divorciados vueltos a casar». Además, el estudio precisó en este punto que «las estadísticas de la Iglesia también registran el número de matrimonios sacramentales cada 1000 católicos».
La consulta fue realizada a 5689 personas y se intentó que este universo estuviera compuesto por gente de ambos sexos, de diversas edades, con condiciones socioeconómicas diferentes, con distintos niveles de instrucción y que integraran hogares compuestos de diferentes maneras.
Las preguntas fueron orientadas a conocer el grado de acuerdo de los consultados con determinadas premisas sobre temas vinculados al valor de la familia, el matrimonio, la educación de los hijos y la legislación en materia de aborto.
Según expresa el informe, las respuestas permiten advertir que las mayores proporciones corresponden a afirmaciones positivas a los enunciados que indican valores como confianza en la familia («En caso de necesidad urgente podría confiar en mi familia»: 96%); solidaridad intergeneracional («Me considero capaz de ayudar a mis hijos, nietos, sobrinos»: 94%) y transmisión de valores («Mi familia me transmitió valores humanos y éticos»: 96%).
En relación con este último punto, la vicerrectora de Investigación de la Universidad Católica Argentina, Beatriz Balian, destacó que la premisa que establece el grado de acuerdo en torno a la transmisión de valores humanos y éticos por parte de la familia «atraviesa a toda la sociedad, es la de mayor acuerdo y en la que hay poca diferencia entre los distintos tipos de hogar que fueron consultados». El 76% de los encuestados en este ítem dijo estar muy de acuerdo y un 20%, de acuerdo.
Otras premisas abordadas que también recibieron un alto nivel de acuerdo fueron: «En caso de necesidad urgente podría confiar en mi familia» (97%) y «En general cuento con la ayuda de mi familia» (93%). Luego, los postulados «Mi familia se preocupa por ayudar a los vecinos» (con un 78% de acuerdo) y «Mi familia cuenta con la ayuda de los abuelos» (66%), experimentaron un nivel de acuerdo menor a los anteriores.
«Lo más interesante que se puede desprender de este informe es que hay una alta valoración de los temas familiares, especialmente en los que tienen que ver con responsabilidad de los padres en relación con la educación de los hijos y el valor público de la familia», dijo a Tiempo Argentino la vicerrectora de Investigación de la UCA, quien presentó el informe. Además, Balian destacó que para los encuestados «el matrimonio fue elegido como el ámbito para tener y educar a los hijos». En este sentido, la premisa fue «Es propio del matrimonio tener hijos y educarlos», y encontró a un 43% de los encuestados muy de acuerdo y a un 44% de acuerdo (87% en total), mientras que un 9% se mostró en desacuerdo y sólo un 2%, muy en desacuerdo. Según el estudio «es evidente que los argentinos consideran que la educación de los hijos es ante todo función de la familia, más que de la sociedad».
Una característica que Balian eligió destacar para valorar la encuesta es la que está relacionada con las diferentes composiciones de los hogares argentinos. «Otro rasgo interesante que se desprende de este informe es que los temas abordados presentan un alto porcentaje de acuerdo entre los diferentes tipos de hogares», aseguró la vicerrectora de la UCA. Los tipos de hogares constituidos tomados en cuenta para el estudio, fueron los unipersonales (es decir, en los que viven una sola persona), los monoparentales (en los que un solo padre o madre vive con sus hijos), el conformado por una pareja sin hijos y el compuesto por una pareja con hijos en distintos estados civiles. «En todos ellos hay una valoración con respecto a aspectos familiares», explicó Balian.
«No esperábamos estos resultados», confesó Balian, «porque en general –continuó–, cuando se mira la teoría, se hace mucho énfasis en los temas que se refieren a la pérdida de la importancia de la organización familiar, sobre todo por el individualismo de las personas, que hace que la pareja no se construya en base al ‘nosotros’ sino en base al egoísmo. Pero cuando se encuentran este tipo de resultados, vemos que hay un ‘nosotros’ que aún persiste».
CUESTIÓN DE JÓVENES
En una parte del informe se destaca que mientras «los jóvenes, de entre 18 y 34 años, y las personas de estrato socioeconómico medio-alto manifestaron menor acuerdo con la consideración del valor público de la familia, es muy importante advertir que los datos muestran cómo la inmensa mayoría todavía atribuye espontáneamente una gran importancia a la familia» ya que la consideran «como ámbito de ayuda mutua, de educación de los hijos y de transmisión de valores éticos».
Además de Balian, la presentación del informe estuvo a cargo del arzobispo rector de la UCA, monseñor Víctor Manuel Fernández; de la directora del Observatorio de la Deuda Social Argentina, doctora Alicia Casermeiro de Pereson, y de la vicepresidenta del Instituto para el Matrimonio y la Familia, doctora Zelmira Bottini de Rey. «Esta encuesta aporta información novedosa y útil para ahondar en la cultura de los argentinos. Uno puede después interpretar algunos de estos datos de distintas maneras, puede combinarlos diversamente y sacar distintas conclusiones, pero me parece que lo importante es partir de una información objetiva como la que brinda esta encuesta, para ir más allá de nuestras suposiciones y tratar de entender cómo piensan los argentinos», dijo el rector.
Con altar o sin él, uniones de parejas
Alejandro Capobianco y Cecilia Aiello se casaron en diciembre de 2013. «No soy católico, por ende, no estoy comprometido con la religión, pero me casé por Iglesia porque Cecilia sí es creyente», aseguró el joven que a los 25 años dio el sí ante Dios. «En realidad –agrega– lo hicimos porque constituía una celebración y una forma de confirmar nuestro amor con una bendición.» No obstante, Alejandro asegura tener fe pese a no ser católico, «pero no sé en qué», confiesa, y cuneta que para su boda «se planteó una ceremonia poco ortodoxa por lo cual también me convenció la idea». Otra variable que influyó para que esta pareja recibiera el sacramento del matrimonio fue el darle el gusto al otro: «Cecilia sí es católica, y aunque no está comprometida con la religión –ya que no cree en la Iglesia pero sí cree en Dios–, ella quería casarse así.»
Otra es la realidad de Hernán Viotti y Natalia Balcarce. Esta pareja convive hace dos años pero no se casaron ni por Civil ni por Iglesia. «No me casé porque, en parte, no es algo que me cambie la vida ni influye en mi forma de vivir», dice él, aunque no niega que le gustaría. Hernán explica que «como no tengo casa propia, casarme, ya sea por Iglesia o sólo por civil, significaría volver a lo de mis suegros, y sería raro y no me gustaría.» No es católico y afirma que la Iglesia le es indiferente. Giovanni tiene un año. Es el hijo de esta pareja y está bautizado.
«Que no pase por la iglesia no significa que el vínculo no sea sacro»
Otros datos que arrojó el estudio realizado por la UCA confirman que desde 1990 se registró una disminución de los matrimonios sacramentales cada mil católicos, pero que, no obstante esto, el número de bautismos ha decrecido sólo levemente. Según los anuarios estadísticos de la Iglesia, en el 2000 el 79% de los nacidos eran bautizados; en 2011, el 74,2%. En 2012, en total, fueron bautizados 547 mil. La vicerrectora de Investigación de la Universidad Católica Argentina, Beatriz Balian, quien presentó el informe, advirtió: “Este es un resultado objetivo, al que hay que ver en el contexto general, que es un contexto sociocultural de cambios muy importantes en la conformación familiar”. Al respecto, Balian explicó que la merma en los matrimonios por iglesia se puede justificar con que “han crecido las uniones de hecho y que, en términos de teoría sociológica, se habla mucho de procesos de secularización». Además, la vicerrectora agregó: «Que la gente no pase por la ceremonia religiosa no quiere decir que la pareja deje de otorgarle a su vínculo algún aspecto sacro. Vivir la fe en la familia, por ejemplo, un concepto que surgió de la Consulta al Pueblo de Dios que se hizo en los ’90, es algo muy fuerte. La gente se expresa mucho en la religiosidad popular, como la peregrinación a Luján, o las procesiones a San Cayetano, momentos en que la gente busca acercarse a Dios sin pasar por los eventos formales”.
En lo que al matrimonio respecta, otro dato para destacar es que el 10% de los consultados para el informe realizado por la UCA está muy en desacuerdo con que para que haya un matrimonio se requiere un varón y una mujer, mientras que un 16% está sólo en desacuerdo. “Esta realidad responde a característica culturales de la Argentina y a una cuestión de comprensión frente a las situaciones de la gente”, consideró Balian, y destacó que el grado de acuerdo en relación a la aceptación de las parejas compuestas por personas del mismo sexo, crece conforme disminuye la edad. Balian consideró que la poca disminución de bautismos se debe a que “cuando el chico nace, se lo quiere bendecir, y el bautismo precisamente es una ceremonia que le da una identidad al chico; tiene que ver con darles una especie de ‘valor agregado’ a los hijos”.