Deberá dar explicaciones

Fein buscaría nuevas pruebas contra el «asesor informático» para sostener la acusación por entregar el arma que mató a Nisman.

Esta semana podría ser clave para develar su rol en el caso. «Tiene que dar muchas explicaciones», dijo Berni, quien volvió a deslizar sus dudas sobre la versión del colaborador del fiscal fallecido. Sus padres negaron que sea «un espía».

En los próximos días, la justicia dará los primeros pasos para intentar quitar el velo sobre el rol de Diego Lagomarsino, la última persona en ver con vida a Alberto Nisman y quien le facilitó el arma que terminó con su vida. El «asesor técnico» de la Unidad Fiscal AMIA declarará ante la fiscal de instrucción penal Viviana Fein, en el marco de la investigación de la «muerte dudosa» –así está caratulada la causa– del fiscal.

El joven, quien manifestó su deseo de presentarse ante Fein a ampliar su testimonio, será citado de manera inminente a declaración indagatoria. La medida se podría demorar a partir de la disposición de la fiscal de recolectar nuevas pruebas para fortalecer la acusación: se le imputa a Lagomarsino haberle entregado el arma a Nisman, un hecho que él mismo declaró bajo juramento como testigo. Para evitar la nulidad de la acusación, se deberán buscar nuevos elementos probatorios.

La única constancia sobre el imputado por ahora es que el sábado 17 visitó en dos oportunidades a Nisman en su departamento del exclusivo edificio Le Parc, en Puerto Madero. Primero estuvo a las 17:30 y luego a las 20:30, cuando dice haberle llevado al fiscal fallecido su pistola Bersa calibre 22. Así lo corroboraron los videos de seguridad.
Al día siguiente de la muerte del fiscal, Lagomarsino se presentó ante Fein para aclarar que el arma que apareció en el baño estaba a su nombre, y que el fiscal se la había pedido porque temía por su seguridad. A una semana de esa declaración, las dudas alrededor de la figura de este –autopresentado– especialista en informática, con un abultado sueldo en la UFI AMIA, no hicieron más que crecer.

«Tiene que dar muchas explicaciones», sostuvo ayer el secretario de Seguridad, Sergio Berni. «Tendrá que explicar su versión y la fiscal tendrá que corroborar si esa versión es verdadera o no», agregó ayer en diálogo con el canal América TV.
El arma que le entregó a Nisman es uno de los hechos que más incertidumbre le generó a Berni. «Fue una Bersa 22 y todos lo que conocemos, sabemos que un arma 22 no sirve para defensa, ni mucho menos», informó.

Desde el viernes, Lagomarsino se encuentra acusado formalmente en la causa que investiga la muerte de Nisman. Fein le imputó un delito leve, que no tiene que ver con la muerte del fiscal: haber entregado el arma a quien no era su legítimo titular. Según el artículo 189 bis, inciso cuarto, del Código Penal, entregar un arma de fuego a quien no acreditare su titularidad tiene una pena de uno a seis años de prisión. La propiedad del arma fue acreditada en el Registro Nacional de Armas (Renar), organismo que aclaró que la «tarjeta rosa» de titularidad se encontraba vencida.

El mismo viernes, cuando la fiscal Fein decidió su imputación, Lagomarsino no podía ser hallado, no se encontraba en el domicilio que había informado en la causa, por lo que la fiscal le solicitó a la jueza Fabiana Palmaghini «la restricción de salida del país de Lagomarsino, luego de reiterados intentos por ubicarlo». Al trascender la noticia, el propio imputado llamó por teléfono a la fiscalía y se puso a disposición para lo que fuera necesario.
Horas después, la jueza aceptó el ofrecimiento del Ministerio de Seguridad y le designó una custodia a cargo de Gendarmería. La defensora oficial Silvia Mussi quedó formalmente como su abogada de oficio.

DECLARACIÓN. A pocas horas de conocerse el hallazgo del cuerpo de Nisman, Lagomarsino se presentó espontáneamente ante la justicia para prestar declaración testimonial. Contó que llegó a las 17:30 al departamento del fiscal y que en ese momento le pidió un arma. «¿Para qué la querés?», le preguntó, y el argumento que escuchó fue que temía por su seguridad y la de sus hijas, luego de la denuncia en la que había imputado a la presidenta Cristina Fernández y al canciller Héctor Timerman. «¿Vos sabés lo que es que tus hijas no quieran estar con vos porque tienen miedo?», contó sobre los dichos de Nisman. El fiscal le dijo que no confiaba en sus custodios y le confesó que pretendía usar el arma de manera disuasoria si alguien lo intentaba agredir.

ROL EN LA FISCALÍA. La UFI AMIA cuenta con más de 20 empleados contratados, sin embargo Lagomarsino no era uno de ellos: no concurría periódicamente a la fiscalía, respondía directamente a Nisman y tenía un contrato altísimo, de poco más de $ 40 mil por mes, como asesor en informática.
A la incertidumbre inicial, se sumaron luego los dichos del diputado bonaerense Marcelo Sain, ex interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). «En 2005 creo recordar que se fue a ofrecer como servicio, decía que podía entregarme organizaciones narcotraficantes», señaló Sain a Télam.
Explicó que el joven decía estar recomendado «por un oficial del grupo Halcón», y que «lo primero que pidió fue plata y como se le dijo que habría dinero si entregaba, se fue asegurando que él hablaba sólo de plata».

SU RESPUESTA. La semana pasada, el imputado se comunicó presuntamente con el diario Página/12 a través de una «jueza amiga» de su familia. Allí rechazó ser agente de inteligencia y negó vínculos con Jaime Stiusso, el desplazado director de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia (SI). Sin embargo, señaló que el agente de inteligencia jubilado recientemente le había dicho a Nisman que tuviera cuidado, desconfiara de su custodia y pusiera seguridad a sus dos hijas.
Ayer, sus padres también negaron esas versiones ante un móvil del canal TN (Grupo Clarín). Héctor y Ana Lagomarsino aseguraron que su hijo «no es un agente de inteligencia» y que su único error «fue darle el arma a Nisman»