Peluquería para los «sin techo»
Por iniciativa del Papa Francisco, además de duchas, a mediados de febrero los «barboni» (los «sin techo») de la ciudad eterna tendrán a su disposición en el Vaticano también una peluquería, que funcionará todos los lunes, día en que normalmente las barberías locales están cerradas.
Así lo reveló ayer el limosnero pontificio, Konrad Krajewski, el religioso polaco que recibió de Francisco la misión de dar a los demás todo el dinero que recibe para caridad.
Desde un principio, Jorge Bergoglio le pidió a esta prelado que saliera a la calle, que se no quedara detrás de un escritorio y que ayudase en forma concreta a los más pobres y necesitados.
Cuando tuvo lugar un dramático naufragio de inmigrantes africanos cerca de la isla de Lampedusa hace unos meses, por ejemplo, el limosnero pontificio fue a repartir tarjetas telefónicas entre los sobrevivientes para que pudieran llamar a sus familiares.
Después de haber organizado en los últimos dos meses la construcción de duchas y baños en una zona muy especial del Vaticano, debajo de la famosa columnata del Bernini de la Plaza San Pedro, su última iniciativa es la puesta en marcha de una peluquería. Para ello, muchísimos voluntarios ya donaron las herramientas necesarias, es decir, tijeras, cepillos, afeitadoras, espejos y, por supuesto, el sillón de barbero.
«Lo primero que queremos es darle dignidad a la persona. La persona que no tiene posibilidad de lavarse es una persona socialmente rechazada, y todos nosotros sabemos que un sin techo no puede presentarse en un lugar público como un bar o un restaurante para pedir utilizar los servicios porque se los niegan», dijo monseñor Krajewski.
«Pero claro, darse una ducha y poder lavar la ropa no basta. Es necesario también tener en orden el pelo y la barba, también para prevenir enfermedades. Se trata de un servicio que un «sin techo» difícilmente puede obtener en un negocio normal porque podría generar el temor de contagiar a los clientes alguna enfermedad, como por ejemplo sarna», agregó.
Como muchos «barboni» utilizan el transporte público para moverse por la ciudad, la peluquería del Papa, que empezará a funcionar el lunes 16 de febrero con la ayuda de voluntarios, pretende aportar un servicio «para el bien común» de Roma, destacó también el limosnero.
Durante el vuelo que lo trajo de regreso desde Filipinas, hace dos semanas, al hablar del «normal descarte» al que estamos acostumbrados, el Papa dejó en claro su preocupación por los más pobres de la ciudad, al contar la anécdota de un «barbone» de Roma que tenía fuertes dolores de panza, a quien, cuando fue a la guardia de un hospital, le dieron una aspirina y le dijeron que volviera dos semanas más tarde.
«Pero un cura que lo vio, se conmovió y le dijo: «Te llevo al hospital, pero tenés que hacerme un favor: cuando empiezo a explicar lo que tenés, fingí desmayarte». Y así ocurrió, un artista, lo hizo bien. ¡Y era una peritonitis! Este hombre era un descartado, si iba solo, era un descartado y moría. Ese párroco fue astuto y lo ayudó bien», contó.
En otro orden, Francisco arremetió ayer contra los grupitos o «elites eclesiásticas» que desprecian a los demás y privatizan la salvación, en su homilía en la misa matutina en Santa Marta.