La historia de Gustavo Bou
Por Alejandro Casar González | canchallena.com
La cifra asusta: lleva convertidos 16 tantos en 20 partidos con la camiseta albiceleste (0,8 goles por encuentro). El hombre de la estadística es, también, el nombre del gol. Se llama Gustavo Bou, y pasó del ostracismo en River, el club que lo formó y dejó libre, al estrellato en Racing, la entidad para la que convirtió el gol 100 en la Copa Libertadores ; la institución en la que a fines de 2014 gritó campeón.
Los tres festejos frente a Guaraní certifican su vigencia y todo lo bueno que había insinuado en el último torneo. Es el Rey Midas del ataque de Racing. Cuando la pelota deriva en Bou hay aroma de gol. Lo certifican más números: anota un gol cada 112 minutos. Avellaneda ya es una bisagra en su carrera: hasta incluir a la Academia en su currículum, Bou había anotado apenas 18 goles en 100 partidos (0,18 por encuentro).
El estrellato no vino gratis. Bou estuvo a punto de dejar el fútbol, cuando los goles no eran costumbre y las puertas se le cerraban. River, el club que lo había formado, no lo tenía en cuenta. Llegaron el fútbol ecuatoriano, Gimnasia y Esgrima La Plata y Olimpo . Con ellos, la resurrección. Hasta que apareció Racing y Bou explotó.
Los goles le valieron que Víctor Blanco, el presidente, le comprara el pase. La noticia pasó inadvertida, pero el día en que Racing le ganó 1-0 a Godoy Cruz hubo celebración doble. Por un lado, todo el público académico festejó el título. Por el otro, los dirigentes chocaron las copas porque ese domingo, antes de que la pelota comenzara a rodar, se cerró la adquisición del 50% que faltaba de la ficha del delantero. Fue un trámite exprés.
Los astros parecen encolumnados detrás del hombre del gol. Al brillante momento con la pelota le suma una alegría personal, a los 25 años: dentro de un mes nacerá su primera hija. Por eso, el primer gol que anotó como jugador de Racing (frente a Newell’s) tuvo una dedicatoria especial. Tomó la pelota y la escondió debajo de la camiseta. Fue una ofrenda para Marisol, su mujer embarazada.
«Está viviendo un momento fantástico y me alegra. Es un chico simple, un luchador del fútbol», dice Juan Carlos «Chango» Cárdenas, toda una autoridad en materia de goles con la camiseta de Racing: anotó el más célebre de toda la historia, aquel que sirvió para ganar la única Copa Intercontinental ante Celtic, de Escocia. «Le veo cosas mías», aporta el Chango. «Yo me movía así, por todo el frente de ataque, y no tenía problemas de perfil. Además, Bou está confiado con la pelota y es solidario con los compañeros: no es fácil conjugar todo eso», agrega.
Otra luminaria racinguista, Juan José Pizzuti, se suma a la lista de admiradores de Bou: «Todas las opiniones son favorables. Está en evolución permanente y espero mucho más de él, por las condiciones que tiene», dice el legendario ex entrenador de la Academia. Y añade: «Es un chico que busca todas las pelotas y es joven. Camina bien la cancha y se sabe ubicar».
Autor de dos tripletes en dos partidos de la Copa Libertadores, a Bou, sin embargo, le falta una pelota. Se llevó la del martes, producto de las tres conquistas ante Guaraní. Pero cuestiones organizativas en San Cristóbal (Venezuela) lo privaron de quedarse con el balón, la herramienta con la que le había señalado tres goles a Táchira. Al delantero de Racing los trofeos le importan poco. Acostumbrado a pelearla desde bien abajo, Bou va por la gloria.
Su madre, el impulso
Un año después de comenzar su carrera como futbolista, a los 15 años, Gustavo Bou perdió a su madre.
«Ni bien arranqué tuve la mala suerte de perder a mi mamá, fue un golpe muy duro que hoy todavía me cuesta. Gracias a unas palabras de ellas remonté y salí adelante. Me di cuenta que si pude superar eso, no va a haber otra cosa más dura para mí», relató Bou a Millenium Sports.
«Cuando estaba en cama, me quedé sólo con ella y me dijo que no quería que deje el fútbol, que ella me iba a iluminar, acompañar y cuidar desde arriba. Si no hubiese escuchado eso no se si hoy podría estar donde estoy», agregó el delantero de Racing.
Para no olvidarla, Bou tiene un tatuaje de su madre y la recuerda en cada festejo de gol. Hoy el delantero se ilusiona con algo más que Racing. «Siempre quiero más, la selección es algo con lo que sueño, todos los jugadores lo hacemos», dijo y con humildad sostuvo que busca «tratar de estar tranquilo y dar el mayor esfuerzo».