«El Poder Judicial debe poner límites»

El presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, respondió ayer a las críticas que el domingo había formulado Cristina Kirchner a la Justicia. Afirmó que «no hay poderes ilimitados», advirtió que «la Corte no tolerará ninguna acción extrema que ponga en riesgo el Estado de Derecho» y dijo que, aunque no gobierna, «el Poder Judicial debe poner límites».

Durante la apertura del año judicial, en la Sala de Audiencias de la Corte, Lorenzetti no abandonó ni por un instante su tono mesurado, pero incluyó conceptos muy claros y firmes para reclamar que se respeten la división de poderes y la tarea que tienen los jueces.

El titular de la Corte sabía que el clima que rodeaba la ceremonia era tenso: la denuncia que había formulado el fiscal Alberto Nisman contra la Presidenta por el caso AMIA, las extrañas circunstancias que rodearon su muerte y la marcha del 18-F afectaron al Gobierno. Pero Cristina Kirchner, fortalecida por un fallo del juez Daniel Rafecas que desestimó la denuncia de Nisman, pasó al ataque: habló de un «partido judicial» y lo calificó de «golpista».

Por eso, Lorenzetti midió el impacto de cada palabra y cada gesto. Así, el acto empezó con la proyección de un video que mostraba muertos y víctimas de delitos, y la última imagen se congelaba en la cara de Nisman. La foto servía de homenaje, pero dio pie a que el presidente de la Corte afirmara: «Todos ellos son víctimas, tragedias que nos obligan a terminar con la impunidad».

Junto a Lorenzetti estaban los demás integrantes de la Corte: Elena Highton, Carlos Fayt y Juan Carlos Maqueda. Y entre el público, jueces federales, como Rafecas.

También estaban los jueces Ariel Lijo, Claudio Bonadio, Luis Rodríguez, Julián Ercolini y María Servini; los presidentes de distintas cámaras de apelaciones y de la Casación Federal, y María Laura Garrigós, presidenta de la Casación Criminal y titular del colectivo Justicia Legítima.

Y bastaron unos pocos párrafos del discurso para advertir que Lorenzetti estaba dispuesto a responderle a la Presidenta, pero sin que ello lo llevara a confrontar con la mandataria ni a escalar en el conflicto. Es más: algún sector del Gobierno, por necesidad, está tendiendo puentes con la justicia federal y un discurso de ruptura sólo podría haber dado lugar a ahondar la grieta entre los poderes. Lorenzetti, en cambio, buscó suavizar las asperezas.

Así, afirmó que «es tiempo de terminar con la impunidad» y reclamó contar con mejores gabinetes técnicos y policía científica para hacer mejores investigaciones criminales -no necesitaba decir que estaba criticando, sin citarla, a la fiscal Viviana Fein-. Pero también agregó: «De nada sirve decir que éste es un problema de uno u otro poder, porque la actitud más madura es la cooperación entre los poderes del Estado».

Lorenzetti también respondió los dos cuestionamientos que la Presidenta le había hecho a la Corte mientras lo miraba a la cara, el domingo pasado en la Asamblea.

Cristina había culpado al máximo tribunal de no haber esclarecido el atentado contra la embajada de Israel. Ayer, Lorenzetti señaló: «Hubo una sentencia de 1999, muy anterior a la conformación de la Corte actual, que halló culpable a un grupo del Hezbollah. La sentencia está notificada, publicada y no podemos modificarla». Y agregó: «Lo que sí podemos pedir a los demás poderes del Estado es que se lleve adelante lo que el tribunal en aquella época dijo, y es lo que estamos haciendo desde peticiones que hace años estamos llevando adelante al Poder Ejecutivo, sobre todo para las medidas que ordenó el tribunal en aquella época».

La otra crítica que había formulado la Presidenta contra la Corte fue que el tribunal priorizó enviar a juicio oral la causa por la tragedia de Once antes que el caso AMIA 2, donde se investiga al ex presidente Carlos Menem y a otros funcionarios por el encubrimiento de la verdad en la causa AMIA.

«Claro que hay problemas concretos, y nos gustaría aclarar que no es bueno que un tribunal oral tenga que decidir si lleva a cabo el juicio de la AMIA o el juicio de Once», dijo. Y sacándole responsabilidad a la Corte, agregó: «La Corte en este tema no tiene ninguna competencia. La Corte Suprema no puede indicarle a un tribunal qué causas va a llevar adelante». En efecto, la Cámara de Casación se demoró porque había que nombrar jueces que se hicieran cargo del caso y asignar una sala. «Pero el problema no es éste, sino que los tribunales orales están saturados», concluyó.

En varios tramos, Lorenzetti criticó la política del miedo. ¿Fue una alusión a la crispación que promueve el Gobierno? Pero Lorenzetti dijo: «A los ciudadanos les decimos que no tengan temores, que la Corte está para proteger sus derechos. Nuestra función, la de la Corte Suprema y la de los jueces y juezas, es brindar protección donde hay temores».

ODIO, DIVISIÓN Y MIEDO

«Debemos preservar la democracia, es demasiado importante para dejarla en manos del odio, la división, el egoísmo, el miedo. Esto es lo que nos ocurrió en el pasado; en demasiadas oportunidades cada uno tiró de la cuerda hasta un extremo en el que hizo explotar todo. O bien condicionando a gobiernos democráticos. Esto no es posible. Lo hemos criticado. Mientras nosotros estemos aquí no toleraremos ninguna acción extrema que ponga en riesgo el Estado de Derecho o el funcionamiento democrático por parte de ningún sector. No vamos a volver a repetir los errores del pasado», afirmó.

«Hay que respetar las instituciones, respetar el Poder Judicial, el Congreso y también la institución presidencial. Como ocurre en todos los países estables, que es lo que pretendemos ser», insistió, y defendió la atribución de los jueces de declarar inconstitucionales las leyes: «El Poder Judicial debe poner límites. Eso no significa ni puede significar que sustituyan la acción de gobierno. Simplemente significa que no hay poderes ilimitados».

LAS FRASES MÁS SALIENTES

«El Poder Judicial debe poner límites y eso no significa que sustituya la acción de gobierno. La obligación judicial es dictar sentencia y poner límites, porque no hay poder ilimitado»
«En el caso de la embajada de Israel hubo una sentencia, en 1999, y es cosa juzgada» [la Presidenta había dicho que la Corte no se expidió]
«A los ciudadanos les decimos que no tengan temores. La Corte está para protegerlos»
«Los jueces no deben ceder a las presiones»
[La Argentina] «Debe ser uno de los pocos países en que se censura el diálogo entre los poderes»
RAFECAS, CENTRO DE TODAS LAS MIRADAS

Los fotógrafos lo seguían y la cámara de la Corte lo enfocaba una y otra vez. El juez federal Daniel Rafecas no podía esperar otra cosa; sabía que en este acto del mundo judicial las miradas iban a estar posadas en él, que la semana pasada desestimó sin pedir pruebas la denuncia que el fiscal Alberto Nisman había presentado contra la Presidenta por el presunto encubrimiento del atentado contra la AMIA. Todo el tiempo rodeado por sus colegas (los federales de primera instancia son ubicados juntos, siempre en la misma parte del salón, en dos filas contiguas), observó el video que terminaba con la foto de Nisman y escuchó a Lorenzetti callado, con alguna media sonrisa cuando Rodolfo Canicoba Corral le hablaba al oído. Parecía relajarse a medida que el discurso avanzaba.
En algunos pasajes asintió con la cabeza, como cuando el presidente de la Corte Suprema dijo que ningún juez podía molestarse porque sus sentencias fueran cuestionadas, pero que lo correcto era criticar los argumentos, no descalificar a su emisor. Se llevó incluso algún abrazo compasivo. Discreto, al terminar el acto se retiró sin hacer declaraciones públicas.