Megajuicio: Miret en el centro de las acusaciones
Los testimonios brindados por Luz Casenabe, Prudencio Mochi e Irma Zamboni involucraron al exjuez federal por su desempeño en el Juzgado Federal exponiendo la complicidad cívico militar con el terrorismo de Estado.
En la sala debate del Tribunal Oral Federal Nº1 reanudó la ronda de testimoniales en el IV Juicio por delitos de lesa humanidad cometidos durante los años de la última dictadura cívico militar en nuestra provincia.
Por la causa que investiga la detención ilegal y la persecución política padecida por Luz Faingold, declaró su madre, Luz Agustina Teresa Casenave.
En una extensa y detallada exposición, Casenave describió la noche del 28 de agosto de 1975, cuando Luz no regresó a su hogar. Empezó allí una búsqueda sostenida por su lucha firme para dar con ella.
Tras numerosas averiguaciones supo que Luz estaba detenida en el D2. “Al llegar, me atendió Sánchez Camargo quien sin permitirme ver a mi hija me pidió que firmara un papel donde el Juez Miret no me autorizaba retirarla de allí”, expresó la testigo, quien prosiguió relatando las gestiones realizadas.
A los días, Luz Faingold fue trasladada al Hogar de Niñas de Youma y durante este cautiverio fue interrogada en el Juzgado Federal Provincial. Al enterarse de esto – por medio de María Susana Baeza Méndez (hermana del entonces juez y amiga de Casenave) – se dirigió hasta el recinto del Juzgado. “Entré a la fuerza y me dirigí al Dr. Miret diciéndole que estaba faltando a la Constitución Nacional porque le estaba tomando la declaración a una menor”, recordó sobre aquel episodio y agregó: “Miret estaba muy agresivo, la asustaba y confundía”.
La testigo relató que en aquella ocasión también se encontraba el exjuez Otilio Roque Romano quien para entonces se desempeñaba como fiscal. En ese momento, los funcionarios negaron la restitución de la menor aduciendo que “la situación de divorcio del matrimonio Faingold Casenave no aseguraba una formación moral”.
“Recuerdo que le dije: ‘usted se va a acordar para siempre de mí’, haciéndole saber que iba a continuar con esta causa con todas mis fuerzas”, expresó la testigo con firmeza dirigiendo su palabra al exjuez sentado en el banquillo de los acusados.
Luz Faingold permaneció en el Hogar de Niñas y durante su cautiverio escribió una carta que fue interceptada por su madre. “Esa carta era para una amiga de ella, yo la leí y fue como supe que en el D2 fue violada”, expresó Casenave tras lo cual emprendió una incansable lucha que la llevó a presentar su pedido de restitución ante el Ministerio de Justicia de la Nación. Logró recuperar a su hija por resolución de una Junta con representantes de la Cámara Nacional de Apelaciones.
En continuidad con los hechos contemplados en la causa, declaró sobre las diferentes requisas, allanamientos, la forzada salida de Luz hacia Uruguay, la orden de extradición solicitada por el Juzgado Provincial, la intervención de INTERPOL, la detención de Luz en la cárcel de mujeres de Montevideo y finalmente el asilo político en Brasil para su posterior exilio a Francia donde residió hasta el retorno de la democracia donde regresa a Mendoza, el 22 de agosto de 1984.
Casenave finalizó su testimonio dirigiéndose a los integrantes del Tribunal agradeciendo la labor que “ha renovado la confianza en la Justicia, que había perdido totalmente”.
Seguidamente, desde la Embajada Argentina en México, prestó testimonio Prudencio Oscar Mochi. Su testimonio detalló aspectos vinculados a su detención cometida el 28 de agosto de 1975.
“Lo mío no se trató de una detención si no de un secuestro ejecutado por un grupo de civiles armados”, abrió su relato al referirse al violento episodio en el que recibió un disparo en una de sus piernas. Tras esto fue reducido, fuertemente golpeado y trasladado al D2 donde permaneció encapuchado y atado de manos.
“En el D2 no recibí asistencia por mi herida y justamente esta era tomada como objeto de tortura”, relató Mochi sobre la brutalidad y la saña sufrida, sumada a la tortura psicológica en los interrogatorios. Además expuso las condiciones inhumanas, ataques sexuales y abusos sufridos por las personas detenidas en aquel centro clandestino. Recordó entre sus compañeros a Eduardo Glogowsky, María Susana Liggera, Luz Faingold, Hugo Tomini y Juan Carlos Yanzón y expresó: “El trato en el D2 fue de un tormento continuo”.
Durante su cautiverio fue llevado a declarar al Juzgado Federal ante el Dr. Miret, a quien solicitó denunciar el secuestro y la tortura. En ese momento, Miret le informó que él había firmado el pedido de su captura, y ante esa total indefensión no pudo hacer la exposición que pretendía. Además expresó que el resto de los detenidos llegaron a ese recinto con “un nivel de deterioro físico notable”.
Mochi fue trasladado al Penal Provincial donde recibió asistencia médica por primera vez. Los siguientes cuatro años y ocho meses los pasó en las cárceles de La Plata y Caseros hasta recuperar su libertad.
El último testimonio de la jornada fue brindado por Irma Norma Zamboni quien relató sobre dos violentos episodios padecidos junto a su esposo, Ezequiel Alder Egg. El primero ocurrió el 22 de noviembre de 1975. Ese día, nueve personas armadas arribaron a su domicilio y allanaron violentamente su vivienda; en presencia de sus tres hijos menores, Ezequiel fue llevado detenido. Sobre este operativo la testigo denunció además el robo de documentos, dinero y objetos de valor.
Según el relato, al día siguiente Zamboni presentó un habeas corpus ante el exjuez Luis Miret, y expuso ésta denuncia además en la comisaría sexta, ante el obispo Maresma y ante el entonces Jefe de la Policía, Julio César Santuchone. Sin tener respuestas, llevó su pedido los organismos internacionales; pero recién pudo reencontrarse con su esposo, viviendo en exilio en Madrid.
El otro episodio padecido ocurrió el 30 enero de 1976, con la detonación de una bomba en su vivienda. Este hecho fue denunciado ante Jorge Alberto Maradona, Jefe de la VIIIa. Brigada de Infantería de Montaña, quien le respondió diciendo: “estamos en guerra y si la secuestran no nos hacemos responsables”. Esto seguido por la persecución padecida por la familia Zamboni que determinó su exilio a España. “Fue un período tremendamente duro, el exilio destruyó mi familia”, declaró la testigo que además refirió sobre las secuelas padecidas tras los hechos expuestos.
Tras esto, un cuarto intermedio pausará la etapa testimonial hasta el próximo lunes 4 y martes 5 de abril a las 9.30 hs.