Cómo será la peli de terror argentina
El director Daniel de la Vega abrió las puertas del set de filmación de Ataúd Blanco, la película de terror protagonizada por Eleonora Wexler y Rafael Ferro que se filmó en Dock Sud y Palermo.
Hacer cine en nuestro país siempre significó embarcarse en una tarea titánica donde los resultados, al menos desde lo económico, están lejos de las certezas. Ni que hablar entonces cuando un género como el terror, resistido tanto por actores y productores, decide emerger de la mano de una producción de gran envergadura.
Tal vez como para desafiar lo establecido, en estos días el género está viviendo un renacer de la mano del director Daniel de la Vega. Ataúd Blanco, su nueva producción cinematográfica con estreno pautado para el primer semestre del próximo año, terminó de filmarse en locaciones como Dock Sud, San Andrés de Giles, Carlos Kent y Palermo, al mismo tiempo que representa parte de lo bueno que el género se encuentra experimentando en términos de producciones locales.
Estamos hablando de una película de terror hecha y derecha con todas las características esperables: sangre a raudales, mutilaciones, cuestionamientos morales y asesinatos son parte de la carta que el director diseño junto a los guionistas Adrián y Ramiro García Bogliano y las actuaciones de Julieta Cardinali, Eleonora Wexler, Rafael Ferro y Damián Dreizik entre otros.
Después de haber enfrentado la peor semana de lluvias de los últimos años donde la filmación no se detuvo ante el viento y las tormentas que se desataron en Dock Sud, el film entró en su última semana de rodaje en Palermo. Mientras afuera todo es sol, en un gran estudio cerrado del barrio, un batallón de técnicos acompañan al director de la película en la construcción de las tomas finales de Ataúd Blanco. Alrededor de la escena que pronto protagonizará una Eleonora Wexler golpeada y con marcas visibles de heridas construidas para la ocasión, un ex coche funerario de la década del 70 descansa a un costado. El auto es real y seguramente habrá llevado a cientos de difuntos en el pasado, pero para esta película volvió a renacer para encarar las tareas para las que fue creado hace más de cuatro décadas.
Mientras las cámaras se acomodan y las luces toman su espacio, la transformación de Wexler comienza a tomar lugar de la mano de los maquilladores. Ellos son los que se encargan de regar uno de los brazos de Eleonora con sangre artificial, algo que a pocos metros de distancia tiene mucha apariencia real. «Cuando decidimos encarar esta película el tema de las locaciones fue determinante», dice Daniel De La Vega a Tiempo Argentino en un alto del set y antes que su voz, gritando acción, ponga a todo su equipo en contexto de alerta. Sigue: «Al tratarse de una road movie de terror debíamos tener esas locaciones para beneficio de lo filmado. Esta producción es básicamente la que corresponde a una película bastante grande por vía 2 del INCAA. Por suerte contamos con el apoyo de Panasonic, ya que estamos filmando con una cámara Súper 35 Varicam que nos permite una textura más que interesante», afirma.
Atento al recurso de los efectos en pleno set, Franco Burattini coordina la mecánica de los efectos especiales (ver recuadro) desde el minuto cero de la película. Algunos instantes antes de que una gran ambulancia se constituya en uno de los vehículos de escape para una de las protagonistas, Burattini desglosa algunas características de lo que más tarde será visto en pantalla: «Básicamente todo esto es una película de terror que tiene escenas donde hay muertes que marcan el guion, y es donde más fuerte se aplica nuestra técnica. En esta película tenemos tres o cuatro muertes importantes donde debemos desarrollar un verosímil a nivel visual del efecto y que sea lógico con el género que estamos trabajando, con la estética que nos plantea el director y la directora de arte, fundamentalmente para que sea un punto fuerte en el contexto de la película.»
Lo dicho. En Ataúd Blanco lo climático fue fundamental, y ahí el factor de los contratiempos meteorológicos que siempre fueron un imponderable, algo que Daniel de la Vega acepta como un inconveniente pero que en esta locación palermitana forma parte de un factor controlado. «Ahora estamos filmando en interiores y eso no es un problema, aunque todas las películas son un bardo. Acá podemos controlar la lluvia, pero las cuestiones climáticas que atravesamos fueron muy adversas, y por eso entiendo a los realizadores que odian filmar en exteriores. En Dock Sud, donde filmamos al aire libre llovió todo el tiempo, así que cuando veas la película y observes que llega el temporal, ese temporal es real, la lluvia está y el dramatismo es mayor. Las películas en esa instancia no se pueden parar y por suerte no tuvimos grandes problemas de continuidad con las escenas, así que todo esto es un tren que no se puede detener.»
Mientras el director ofrece los últimos detalles de la trastienda de la película, a un lado los maquilladores continúan caracterizando a Eleonora Wexler para la próxima escena donde tendrá que simular la conducción de una gran ambulancia, en lo que será un escape de una situación que lógicamente nadie quiere develar. La escena se repite varias veces porque las luces dan un reflejo no deseado, haciendo que Eleonora vuelva una y otra vez sobre sus propios pasos hasta que el director de su visto bueno.
Para Wexler, como casi para la mayoría de los actores, esta es su primera película de terror, un género que amaba en su adolescencia: «Recuerdo que me alquilaba las pelis más sangrientas de todas, así que cuando llegó esta propuesta no paré de leer el guion. Estamos en un set de filmación y no puedo adelantarte nada más allá de lo que estás viendo, pero podemos hablar de una road movie terrorífica que tiene mucho de desierto, madrugada y luz de día. Hay personajes que aparecen y desaparecen con una velocidad tremenda porque todo sucede muy rápido. Eso es terrorífico también», dice Eleonora algunos minutos antes de comenzar su escena detrás del volante de la ambulancia. Y sobre ese vehículo es cuando le brota una sonrisa que contrasta con su herida ficticia en su pómulo derecho: «Me encantó manejar este vehículo porque me entretuvo como una nena. Y otra de las cosas que me encantaron fue caerme en una especie de agujero tumba, lleno de sangre y con moscas caminándome por la cara. Eso fue genial, aunque desde lo físico esta película significó un gran desafío, desde lo físico y actoral», concluye.<
De la Vega: el género elegido
«Hay cosas peores que la muerte. Las tres madres que están en esta película van a tener que enfrentarse a la muerte para elegir una instancia. Es una película que pretende poner en tela de juicio los valores morales de aquellos que encuentran en la muerte al mal mayor», dice el director Daniel de la Vega como argumento y nudo central de Ataúd Blanco.
La experiencia del realizador en el género del terror lleva más de una década, tiempo en el que dirigió dos clásicos del género: Death knows your name y Jennifer’s Shadow, esta última protagonizada por Faye Dunaway. Ambas películas fueron filmadas de manera integral en nuestro país de manera exclusiva para el mercado norteamericano. Considerado como uno de los directores referenciales del género, sus películas fueron expuestas en varios festivales a nivel mundial, siendo Necrofobia (2014) su última película de género más celebrada entre los amantes del cine de terror.
La magia de los efectos especiales
Como la gran mayoría de las películas de terror, los efectos especiales forman parte de una ingeniería vital que será vista más tarde en pantalla. Franco Burattini es el coordinador de efectos de Ataúd Blanco, cuidando que el verosímil cinematográfico del cine de terror se respete como un dogma. «Esta es una película de Daniel de la Vega, es decir que la impronta debe ser especial, y con los efectos especiales nosotros vamos atrás de él», comenta Burattini en un alto de la filmación.
En torno al mundo de los efectos, el límite en la utilización de ellos debe ser cuidado: «Nuestro rubro es una herramienta que tienen el director y el director de arte para contar una historia. Nunca nos interesó el concepto de película basada en los efectos, que como dije son una herramienta para que algo parezca real, o falseamos una situación de algo que no podríamos hacer en la realidad, como por ejemplo, si cortamos una mujer al medio tendríamos que falsearlo porque queda claro que no podemos cortar una mujer al medio» (risas).
Y si algo caracteriza a las producciones terroríficas de este tipo es la sangre, algo que se transformó en un elemento básico a tener en cuenta. Dice Burattini: «Hay diferentes tipos de sangre: la que hace la maquilladora en relación a un personaje hasta la que hacemos nosotros para cada personaje. Hay ocasiones en que tenemos que fabricar litros de sangre y una densidad según el efecto. Por ejemplo, si tiene que explotar o tiene que fluir son cosas totalmente distintas, y ahí se ve si lo que se necesita debe ser más liquido o espeso. Acá utilizamos unos 50 litros», concluye.