El Superclásico quedó en cero
Entre un Boca que quiso hacer pesar su localía pero se vio limitado desde el arranque, y un River que aun en superioridad numérica no asumió mayores riesgos para ir a buscar el resultado, el Superclásico de la fecha 12 quedó en cero, con cierto aire de conformidad en ambos lados y, también, la tranquilidad para encarar sin mayores lamentos desde esta semana los octavos de final de la Copa Libertadores, el verdadero objetivo de los dos.
En los diez minutos en que estuvieron once contra once, Boca insinuó algo más, con la explosión de Pavón que armó un descalabro en el sector izquierdo de la defensa riverplatense y hasta tejió una jugada que bien pudo haber abierto el marcador. Pero enseguida sobrevino la expulsión de Pablo Pérez, un futbolista que parece no escarmentar ante la acumulación record de amonestaciones en su carrera. Esta vez fue más lejos.
Todo ocurrió en un tiro libre para River, un envío al área que encontró a Alvarez Balanta cargando con foul sobre la salida de Orion. El árbitro Darío Herrera sancionó la infracción, pero Pérez quiso hacer justicia por mano propia y le pegó una patada en el estómago al defensor colombiano. Advertido por el asistente, el juez lo echó.
Nada que reprochar al árbitro, que llegaba bajo observación por algunas decisiones polémicas en sus últimos partidos, y por haber sido el referí del malogrado Superclásico en esa misma Bombonera un año atrás, por al Copa Libertadores, en la historia del gas pimienta. Si alguno temió que esa temprana expulsión condicionara a Herrera, enseguida se disiparon los temores. Es más: el juez marcó la cancha de entrada, con una amonestación a Casco, que les advirtió a los protagonistas que no se dejaría intimidar. Fue de lo mejor del partido, junto a Pavón y D’Alessandro.
El enganche de River ofreció los mejorespasajes de fútbol de la tarde. Demostró que está a la altura de los grandes acontecimientos, que le gusta jugar los clásicos, y que la edad, si le quitó explosión, le aportó mayor panorama, sabiduría y capacidad de ver el juego como pocos lo hacen. Madurez en todo sentido.
El Cabezón preocupó en varias ocasiones a Orion, e incluso exigió por parte del arquero xeneize la mejor atajada del partido, en un tiro libre que se olaba en el ángulo izquierdo.
La lesión de Gago
Pero si pintaba mal para Boca desde la expulsión de Pérez, la cosa empeoró en el cierre de la primera etapa, cuando en un cierre en el área Fernando Gago resbaló y se provocó la lesión que lo marginó del partido. Un problema central para Guilermo Barros Schelotto, que había perdido en la semana a Andrés Cubas en ese puesto clave de la media cancha.
Por Gago ingresó Meli y pasó Jara como volante central. Pero el funcionamiento no fue el mismo y Boca perdió definitivamente el control en la mitad de cancha, donde D’Alessandro se hizo amo y señor y Mayada empezó a gozar de mayor libertad.
El complemento
En el segundo tiempo River se adueñó del balón, pero nunca arriesgó de más para aprovechar la superioridad numérica. Mercado, un habitual arma ofensiva por el lateral derecho, jamás subió más allá de tres cuartos de cancha.
Los cambios que hizo Gallardo fueron siempre de nombres pero no de posición: Alonso por Alario, Driussi por Mora y, cuando se lesionó Casco, el Muñeco podría haber hecho una movida más ofensiva (meter otro hombre de ataque, bajar a Mayada al lateral y correr a Mercado a la zaga, sin limitar las subidas del uruguayo) pero optó por mandar a Mammana y solo abrir a Balanta a la punta.
La última gran chance la tuvo Tevez. El Apache estuvo ausente todo el partido, chocando contra los defensores rivales y aportando poco, pero casi lo gana cerca del final.
No hubo tiempo para más. River estaba decidido a esperar una genialidad de D’Alessandro y Boca a encontrar una arremetida heorica que culminara un triunfo épico. No era la tarde para eso. El empate estuvo bien puesto.
El historial
El último clásico en La Bombonera se jugó el 14 de mayo de 2015, justamente por los octavos de final del torneo continental, en un partido recordado por lo que pasó fuera del verde césped: un integrante de la barra de Boca arrojó gas pimienta sobre los jugadores de River y el partido se suspendió. La Conmebol se lo dio por ganado a River, que luego se coronó campeón.
Sin embargo, las únicas alegrías para el DT Marcelo Gallardo fueron a nivel continental, ya que por el torneo local no pudo vencer al Xeneize. La última vez que River venció a Boca fue el 30 de marzo de 2014, cuando Ramiro Funes Mori marcó de cabeza el 2-1 en La Bombonera. Ese fue el único de los últimos diez Superclásicos locales en el que triunfó el Millonario.
Después, hubo dos triunfos para el Xeneize (2 a 0 en La Bombonera y 1 a 0 en el Monumental), que estiró su paternidad a ocho partidos: ganó 75 de los 207 disputados en la historia (contando amateurismo y profesionalismo), mientras que River ganó 67. El último se jugó en el Antonio V. Liberti y fue 0-0, en el debut de Guillermo Barros Schelotto como DT xeneize, un partido donde ambos exhibieron un pobre rendimiento