«Sólo deberíamos admitir en este país a aquellos que comparten nuestros valores y respetan a nuestra gente. En la Guerra Fría, teníamos un test de escrutinio ideológico», afirmó Trump en la Universidad Estatal de Youngstown, Ohio, en un esperado discurso, en el que presentó su «estrategia para combatir el terrorismo yihadista».
Llegó la hora de «desarrollar un nuevo test de escrutinio para las amenazas que afrontamos hoy (…) Lo llamo escrutinio extremo. Nuestro país tiene suficientes problemas. No necesitamos más», agregó el multimillonario inmobiliario devenido hace unos meses en líder político, citado por la agencia de noticias EFE.
Trump describió a todos aquellos inmigrantes que deberían ser detectados con su «test ideológico».
«Además de revisar a todos los miembros y simpatizantes de grupos terroristas, debemos detectar a quienes tienen actitudes hostiles hacia nuestro país o sus principios, o creen que la sharia (ley islámica) debería suplantar a la ley estadounidense», sostuvo.
«Quienes no creen en nuestra Constitución o apoyan el fanatismo o el odio no deberían ser admitidos para inmigración a nuestro país. Sólo deberían expedir visados a quienes esperan prosperar en nuestro país y abrazar la tolerante sociedad estadounidense», agregó.
El magnate prometió que si en noviembre próximo derrota a la demócrata Hillary Clinton en las elecciones presidenciales, impondrá este nuevo control y eso supondrá «suspender temporalmente la inmigración desde algunas de las regiones más peligrosas y volátiles del mundo que tienen un historial de exportación de terrorismo».
Como suele ocurrir en sus discursos, no entró en detalles sobre qué países se verían afectados por su propuesta política.
La amenaza de grupos islamistas radicales internacionales y su supuesta vinculación con la inmigración han estado en el centro del discurso incendiario de Trump desde el principio de su sorpresiva campaña electoral, hace poco más de un año.
Por un lado, la seguridad nacional es un tema central para el Partido Republicano y su conservador electorado.
Sin embargo, por otro lado, las propuestas incendiarias hasta ahora planteadas por Trump -la prohibir la entrada al país de todos los musulmanes, la construcción de un muro sobre toda la frontera con México, la potencial expulsión de todos los inmigrantes sin documentos en el país- están dividiendo a la oposición y amenazan con quebrarla en plena campaña electoral.
En las últimas semanas, las voces de líderes republicanos enojados o contrarios a la retórica xenófoba de Trump inundaron los medios estadounidenses y, en los últimos días, esta crisis interna de la principal fuerza opositora de Estados Unidos se vio reflejada en una caída de su candidato presidencial en las encuestas.
En medio de ese complejo escenario, Trump intentó recuperar el liderazgo en Ohio, un estado clave en las elecciones generales de noviembre.
Además de presentar sus propuestas para «mantener a Estados Unidos seguro», Trump arremetió otras vez contra sus dos grandes rivales, la candidata demócrata, Clinton, y el actual presidente saliente, Barack Obama.
El magnate volvió a acusar a Obama de haber permitido la expansión de la milicia Estado Islámico en Medio Oriente y aseguró que Clinton, su secretaria de Estado durante el primer mando presidencial, no tiene «capacidad física y mental» para enfrentar a los islamistas radicales.
Clinton no es lo suficientemente fuerte para manejar la seguridad nacional, repitió una y otra vez Trump en su discurso, en un intento por revertir el impacto que tuvo la semana pasada la carta que firmaron medio centenar de ex funcionarios republicanos del aérea de Seguridad para advertir que el magnate es un «peligro» para el país.
En la carta, que sacudió el corazón mismo de la campaña presidencial republicana, los ex funcionarios de máximo nivel advirtieron sin tapujos que «Trump no está cualificado para ser comandante en jefe» y que será un «presidente peligroso que pondrá nuestra seguridad nacional y bienestar en peligro».