Campos, mansiones y millones: la nueva vida de Zaira Nara
La modelo cambió por completo su agenda luego de convertirse en madre. Los lujos que le ofrece su pareja.
De los romances mediáticos a la estabilidad familiar. Zaira Nara sorprendió al ambiente cuando anunció en abril de 2015 su relación con Jakob von Plassen, un hasta entonces ignoto empresario turístico alejado por completo de la farándula. Era la segunda vez que intentaban la relación y ahora venía en serio.
Un año exacto después, la modelo daba luz a su hija, Malaika. Semanas antes del nacimiento, la pareja decidió probar la convivencia: hasta entonces ella permanecía en su departamento de soltera de Las Cañitas, el mismo al que se había mudado en 2010 luego de su ruptura con Diego Forlán.
Lejos del centro, pero con un increíble jardín, la millonaria nueva mansión de Zaira tiene un marcado estilo minimalista, pileta con solárium y una decoración que fusiona la personalidad de la pareja: su heladera de soltera vintage rosa convive con los elementos campestres que aportó el empresario turístico.
Aunque le sobran metros de verde, la morocha no suele pasar los fines de semana allí. Durante la semana mantiene su participación en el ciclo de Telefe Morfi Café y, cuando termina con sus obligaciones laborales, parte rumbo a aeroparque para encontrarse con su pareja en el campo familiar de los Von Plassen, ubicado en las afueras de Mar del Plata.
La majestuosa propiedad fue heredada por la madre de Jakob, la decoradora Christl Elizabeth Leitner. Se trata de una parte de la emblemática estancia “El Boquerón”, hasta entonces en manos de su última pareja, el conde Michel de Ganay Bemberg. Y, como si fuera poco, la familia se quedó con el viejo Club House de la cancha de golf.
Ya durante los primeros días del noviazgo la pareja se planteó dividir su tiempo. “Estoy cuatro días de la semana en Buenos Aires y tres en el campo. Jamás me hubiera imaginado esta vida para mí, pero me hace mucho bien. Es un cable a tierra”, reconocía dos meses después de blanquear su relación.
“Necesito el mix. No soy de ir a eventos, ni salir de noche. Cada tanto necesito recluirme. Jakob descubrió ese aspecto de mi personalidad. Me conoce de verdad y se olvida de que soy ‘famosa’. La tele no es lo único en mi vida. Descubrí el campo y soy muy feliz. Allá me siento una más”, sumó.
Y así, lejos del glamour de las pasarelas, Zaira aprendió a andar a caballo. “Sólo me había subido a uno para hacer una sesión de fotos para la revista Gente, pero aprendí cuando fuimos al sur. Anduvimos entre montañas, con el precipicio ahí nomás. Confiaba más en las habilidades de mi caballo, que en las mías como jinete. Son animales que están acostumbrados a la cornisa”, reconoció.