Macabra subasta: pagan u$s 243 mil por «teléfono de la destrucción» de Hitler
El teléfono personal de Adolf Hitler se vendió por 243.000 dólares en una subasta llevada a cabo en Estados Unidos. El teléfono, descrito en el catálogo como «el arma más destructiva de todos los tiempos, que envió a millones (de personas) a la muerte», se puso a la venta en una subasta de objetos militares.
El aparato, fabricado en baquelita por la empresa alemana Siemens, fue a parar a manos de un «coleccionista privado de Norteamérica», agregaron desde la casa de subastas Alexander Historical Auctionsó Kornfeld.
El artefacto había descansado en un maletín de cuero que el británico Ranulf Rayner, de 82 años, heredó de su padre, el brigadier Ralph Rayner, quizás el primer militar no soviético en acceder a las profundidades del búnker de Hitler.
El teléfono, que Hitler recibió de las Wehrmacht (Fuerzas Armadas de la Alemania nazi) y usó durante los dos últimos años de la II Guerra Mundial (1939-1945), era originalmente de color negro, pero se pintó de rojo, como atestigua su agrietada pintura.
En el reverso del siniestro artilugio, se lee claramente el nombre de Adolf Hitler en letras mayúsculas, grabado junto al águila y la esvástica que adoptó como símbolo el Partido Nazi.
También llama la atención el auricular, que debía rotar casi sesenta grados antes de descolgarse, pues tiene un enganche que le impedía tambalearse en los desplazamientos del dictador.
«Era el artefacto móvil de destrucción de Hitler», subrayó la casa de subastas, al precisar que posiblemente el líder del Tercer Reich dio algunas de sus últimas órdenes a la desesperada a través del teléfono, antes de suicidarse el 30 de abril de 1945 en el «Führerbunker», su refugio antiaéreo en el subsuelo de Berlín.
Tras rendirse las tropas germanas que protegían la ciudad el 2 de mayo de ese año, el Ejército soviético tomó el control de la devastada capital alemana. Días después, el brigadier Ralph Rayner cumplió una orden del mítico mariscal de campo británico Bernard Montgomery, que aceptó en Luneburg Heath (norte de Alemania) la rendición incondicional de las fuerzas nazis desplegadas en ese territorio, Holanda y Dinamarca.
Como regalo, los militares soviéticos le ofrecieron el teléfono negro hallado en la habitación de Eva Braun, esposa del «Führer», pero el oficial británico declinó la oferta con educación y eligió otro de color rojo situado cerca de la cama de Hitler.