Cómo el cambio climático puede generar más pobreza en Argentina
A dos meses de la cumbre mundial que este año tendrá lugar en Bonn, el cambio climático volvió a irrumpir con toda su fuerza y la temperatura amenaza con convertir a 2017 en el año más caluroso desde que se tiene registro. En nuestro país, la fatídica serie de inundaciones sobre la cuenca del río Salado dejó miles de hectáreas bajo las aguas en La Pampa, el sur de Córdoba y el oeste de Buenos Aires. «El cambio climático está afectando y afectará el desarrollo de los países y Argentina es una de las economías emergentes más vulnerables», alertaron especialistas del Banco Mundial.
«Hay una relación directa entre la falta de sustentabilidad y la pobreza. El rendimiento de la producción agrícola se reducirá y el impacto directo será el aumento en los precios de alimentos, que afectará sobre todo a los sectores sociales más vulnerables», coinciden Carole Megevand y Ana Bucher, quienes dialogaron con ámbito.com sobre el impacto directo que el calentamiento global tiene sobre los niveles de pobreza.
Uno de sus efectos más nocivos es que amplifica los fenómenos ya existentes hasta sacarlos de control, como las inundaciones. Megevand explica que «antes existían pero se incrementan en intensidad y frecuencia. ¿Cómo medirlo en pérdidas económicas? Es complicado, pero las grandes aseguradoras consideran que Argentina es una de las economías emergentes más vulnerables y podría perder u$s 3.000 millones por año». Cada día queda más claro para los analistas la relación que existe entre los efectos del cambio climático y la reducción del PBI.
Según un reciente informe sobre la región, la acidificación de los océanos, el aumento del nivel del mar y los cambios de temperatura provocarán graves daños de infraestructura y tormentas y afectarán el turismo en las costas. Pero, sobre todo, las olas de calor extremo y patrones de lluvia cambiantes en América Latina (pese a que es responsable de apenas 12,5 de las emisiones globales) tendrán un efecto negativo sobre la productividad agrícola. Los rendimientos de los cultivos de soja y trigo podrían reducirse drásticamente. Para que eso suceda, solo es necesario un calentamiento de 2° para 2050.
En Argentina, el foco está puesto en reducir el nivel de emisiones de efecto invernadero y en agilizar los procesos de adaptación y mitigación. «A través del programa Renovar brindamos un sistema de garantías que será clave para cambiar la matriz energética del país hacia las fuentes renovables y bajar con fuerza las emisiones», señala Bucher.
«Financiaremos una gran obra en la cuenca del Salado para reducir los impactos de las inundaciones, también el proyecto del arroyo Vega en la Ciudad. Cuando invertimos en obras pensamos en los efectos del cambio climático para los próximos 20 o 30 años. Tenemos que tener en cuenta sus efectos sobre toda la vida de la infraestructura, por eso maximizamos el diseño de nuestros proyectos para que sean resilentes en el largo plazo», agrega Megevand. Se estima que en los próximos 15 años será necesario invertir u$s 90.000 millones en nueva infraestructura en los países en desarrollo y de ingreso medio.
Otra de las medidas en preparación es un préstamo para reducir los riesgos climáticos sobre las cadenas de valor agrícola: además de promover el uso de seguros, apunta a promover prácticas «inteligentes» para el clima.
•Clima y pobreza, íntimamente ligados
Desde el BM destacan las intenciones, denominadas CDN, que Argentina presentó a la convención del cambio climático. «Eso demuestra claramente un compromiso. Cada año tendrá que presentar los logros de su implementación a la comunidad global, es un incentivo para ir progresando», sugiere Megevand.
Las CDN son las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional, es decir, las metas que cada país tiene con relación a la lucha contra el cambio climático. El Gobierno llevó las suyas a la cumbre de París en 2015, y un año después las revisó en Marruecos con objetivos más ambiciosos. Finalmente, se comprometió a reducir un 18% las emisiones incondicionales – aquellas no atadas al financiamiento externo- y un 37% las condicionales -que dependen de la obtención de recursos internacionales-. Para cumplir, deberíamos dejar de emitir unas 100 millones de toneladas de CO2 para 2030.
Vista aérea de las inundaciones en la ciudad bonaerense de Pehuajó.
Bucher señala que «en 2020 habrá una especie de chequeo para saber hasta dónde llegó cada país y cómo se puede incentivar la ambición. Queremos que las contribuciones sean realistas y puedan llegar a realizarse, por eso estamos haciendo un análisis específico sobre cómo contribuye cada proyecto a la hoja de ruta para cumplir con las metas. A nivel regional, hay que entender a qué hay que adaptarse, por eso es importante la información».
El cambio climático ingresó en el radar del BM hace largo tiempo y, al día de hoy todos los proyectos nuevos deben estar diseñados con una visión «climáticamente inteligente». «En los últimos 10 años el tema tomó mucha importancia y se integró a todos los niveles. Uno de los mandatos para todas las actividades nuevas es que deben considerar información sobre cambio climático, evaluar los riesgos adicionales y trabajar en la mitigación», resume Bucher. Para 2020, el porcentaje de las carteras del organismo relacionadas en forma directa con acciones de mitigación o adaptación al fenómeno deberán elevarse del 21% actual a 28%.
«Siempre lo consideramos un tema clave relacionado al mandato de reducir la pobreza. No podemos distinguir estos temas, porque todos los logros alcanzados en la materia se pueden revertir»,advierte Megevand: «Para 2030, unos 100 millones de personas en el mundo podrían pasar a estar debajo de la línea de pobreza por el cambio climático».