El 8 de diciembre de 1980, en la puerta del edificio neoyorquino Dakota, John Winston Ono Lennon firmaría su último autógrafo. El acaso más importante músico de la historia del rock mundial moría asesinado a manos de Mark David Chapman, un fanático de los Beatles que había alimentado un odio hacia el músico.
Inventor de lo que se conoce como fenómneno beat, Lennon cambió la manera de hacer música popular. Tomando la posta que había dejado Elvis Presley en los 50, el cantante inglés absorbió ese rock y mle agregó la melodía chicletera de radio y una melancolía digna de un poeta.
Qué decir de su etapa al frente de los fabulosos cuatro; Lennon fue, junto a Paul y sus otros dos secuaces, el dueño del mundo. Sus hits, su forma de vestir y de peinarse, sus fórmulas chiclé y sus experimentaciones, todo fue genial en el universo del de Liverpool. Pero un día, enamorado de Yoko y harto de la fama, separó el grupo. «Yo armé la banda, yo la termino. Es tan simple como eso», declaró el artista en septiembre de 1969.
A mediados de 1970, Lennon comenzó trabajar junto a Yoko Ono en su primner disco post Beatles. «John Lennon/Plastic Ono Band» fue el primero de muchos trabajos en la carrera de John en solitario, obra despareja y confusa pero experimental y fundamental al mismo tiempo.
Harto de pagar impuestos y sentirse agobiado por la corona, John y Yoko abandonaron Inglaterra y se fueron a vivir a Nueva York, la ciudad que nunca duerme. Instalado y adaptado como un civil más, John pasaba sus horas grabando música y jugando con su pequeño Sean. Fue en una de esas tardes que solía ir de casa al estudio cuando, en la puerta del Dakota, se topó con un grupo de fans.
«¿Es es todo lo que quieres?», le dijo Lennon a Chapman tras firmarle el autógrafo que el joven le pidió. Quien sería el verdugo del artista asintió con la cabeza, y la imagen fue capturada por un fotógrafo. Esa misma noche del 8 de diciembre del 80, John y Yoko regresaron del estudio y se volvieron a topar con Chapman en la puerta, pero esta vez el joven no quería una firma; al ver al Beatle, descargó sobre él cinco tiros que acabaron casi automáticamente con su vida.
Lo que no sabía Chapman es que con sólo cinco balas más baratas que un simple de los Beatles daría nacimiento a una verdadera leyenda de la música e ícono mundial que traspasa generaciones, se renueva y continúa vigente. Lo que no sabía (y no sabrá) Chapman es que jamás podría matar a John Winston Ono Lennon.