Al avistaje de ballenas
Se trata del «Yellow Submarine», una nave con medidas de superficie similares a las que cotidianamente parten de Puerto Pirámides para los avistajes, y pintada de amarillo (como lo indica su nombre en inglés) aunque bajo el agua tiene un volumen mayor, con un calado superior a los dos metros.
En ese espacio y entre los dos pontones laterales que son sus flotadores, se dispuso de una cabina para pasajeros con 50 asientos, 40 de ellos junto a una ventana de vidrio para observar las ballenas francas australes en condiciones sin precedentes para el turismo.
El buque, construido en astilleros de Mar del Plata, da a los pasajeros la posibilidad de circular libremente entre la parte sumergida y el sector al aire libre, para ver a los cetáceos también en la superficie.
Desde abajo, además de observar a estos gigantes del mar se puede también escuchar los sonidos que emite, ya que la nave cuenta con hidrófonos de última generación.
El semisumergible fue construido en el astillero Federico Contessi, totalmente en acero naval soldado, mide unos 15 metros de largo por cuatro de ancho, y es propulsado por dos motores de 275 HP cada uno, que le dan una velocidad máxima de seis nudos.
Luego de unos días en que el clima no fue bueno para los paseos náuticos en Península Valdés y Golfo Nuevo, pasadas las vacaciones de invierno el Yellow Submarine comenzó con sus excursione con lleno total.
Su propietario y director del proyecto desde su inicio, Héctor «Tiño» Resnik, quien desde antes se dedica también al avistaje desde superficie, dijo a Télam estar sorprendido por la gran demanda que tiene el paseo.
El exito de este nuevo producto es tal que, tras comenzar con una salida diaria, a las 14.30, los fines de semana la incrementaron a dos y desde septiembre lo harán todos los días.
Resnik comentó que la ventaja respecto de las naves de superficie es que no se debe esperar a que las ballenas emerjan para avistarlas y, por su experiencia en avistajes, ya que la curiosidad de estos mamíferos hacia los humanos los lleva a acercarse a las ventanillas submarinas.
Puerto Pirámides -pese a su nombre- no tiene puerto ni muelle, porque al Reserva Natural Provincial y Patrimonio Natural de la Humanidad no se pueden hacer nuevas construcciones, por lo que el abordaje del barco se hace de diversas maneras.
Una de ellas es como lo hacen las otras naves de avistajes: Se sube por escaleras al barco, que está sobre un trailer que es empujado luego al agua con un tractor; la otra es que aborden un bote semirígido en la costa, y sean llevados hasta el semisumergible, anclado frente a la ciudad.
Sobre la idea de crear este servicio, Resnik, contó que hace más de 20 años, cuando trabajaba para una empresa de avistajes en Pirámides y todavía estaba permitido bucear con las ballenas, «ya entonces pensaba en la posibilidad de una embarcación para que todos pudiera ver el espectáculo».
«Con el tiempo descubrí que existían semisumergibles similares al que se necesitaría acá en Península, y viajé para ver cómo eran a Australia en 2009, a Saint Barths en 2012, y finalmente, pudimos adaptar la idea a la necesidad local y llevarla a la realidad con nuestra industria naval argentina», añadió.
Para definir la experiencia, Resnik comentó que «es otro mundo allá abajo, es como verlas buceando. Las ballenas pasan a 30 centímetros del vidrio, muy curiosas, es claro que ellas también nos están mirando».
En ese sentido, este buzo y capitán de barcos, que desde 2008 tiene una concesión para avistaje de ballenas, anunció que para el verano, cuando pase la temporada de ballenas, realizará «avistaje de lobitos marinos frente a Madryn, ya que también son animales muy curiosos y amistosos».-