Alarmante: la gente dejó de ir al médico por miedo a contagiarse de coronavirus
Un estudio de clínicas, sanatorios y hospitales privados, indican que bajaron de manera alarmante los estudios de diagnósticos y los controles médicos. Advierten sobre este riesgo, que podría generar 9 mil muertes más por enfermedades cardio y encefalovasculres este año.
Las consultas por emergencias en centros médicos cayeron un 74% en abril de 2020 respecto al mismo periodo del año anterior (2019). Cada año mueren en Argentina 100 mil personas por enfermedades cardio y encefalovasculres, pero de acuerdo a una reciente publicación del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, estaríamos en riesgo de tener entre 6 mil y 9 mil muertes más por esta causa en 2020.
Estos relevamientos surgieron de una investigación llevada a cabo por la Asociación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados de la República Argentina y de la Cámara de Entidades de Diagnóstico y Tratamiento Ambulatorio (Adecra + Cedim).
Según comentaron, “gracias a la alta adherencia de la población a las medidas de aislamiento preventivo y límites a la circulación de personas se ha instalado un escenario diferente al previsto inicialmente: centros de salud con amplia disponibilidad para atención en emergencias, internación y terapia intensiva, con un bajo número de pacientes infectados. Hasta aquí un escenario deseable, pero en llamativo contraste con la marcada disminución de consultas, estudios diagnósticos e intervenciones terapéuticas para las enfermedades no transmisibles que ocasionan cada año el mayor número de muertes en el país: cardiovasculares, encefalovasculares y cáncer”.
Para reunir los datos, emplearon un relevamiento estructurado y anónimo a 32 instituciones asociadas con servicios de internación general y terapia intensiva, y con el agregado de evidencias locales e internacionales sobre el beneficio de la detección y tratamiento temprano de las condiciones no transmisibles mayores: enfermedad coronaria, ataque cerebral (ACV), respiratorias y cáncer, para valorar el riesgo de un cese prolongado en las intervenciones dirigidas y presenciales.
Así llegaron a la conclusión de que “es imperativo que corrijamos el rumbo entonces para evitar que aumenten las complicaciones y muertes por condiciones de salud agudas y crónicas que reciban diagnósticos y tratamientos tardíos o incompletos por temor al contagio por coronavirus. No debemos olvidar que las causas mayores de morbilidad y mortalidad existían antes de la epidemia y seguirán existiendo durante la misma y cuando haya terminado”.
El impacto de la pandemia en los tratamientos médicos.
La forma fuerte y rápida con la cual se asignaron recursos hospitalarios para poder atender los casos graves de COVID-19 queda reflejada en la cantidad de consultas e intervenciones y su impacto en el porcentaje de ocupación de las camas de internación y terapia intensiva.
Comparando abril 2020 con igual mes en 2019, prácticamente todos los indicadores cayeron entre un 50 y 75%.
El riesgo cardiovascular se presenta como el primer dato alarmante, quizás el más preocupante. ¿A qué se debe? Cada año fallecen en nuestro país casi 100.000 personas por enfermedades cardio y encefalovasculares. Desde Adecra advierten: “Si no se recupera la
actividad de detección y tratamiento sobradamente probadas, según una reciente publicación del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, estaríamos en riesgo de tener entre 6000 y 9000 muertes más de lo habitual por esta causa en 2020”.
Estudios médicos en tiempos de Coronavirus.
Durante los últimos 30 años la investigación, nuevos tratamientos y mejor información y hábitos de la población han llevado a un sostenido descenso en la mortalidad cardiovascular. Cerca de la mitad de todo ese efecto positivo es atribuible al abordaje precoz de los problemas cardio y encefalovasculares a través de la implementación medicamentos, cateterismos
diagnósticos, angioplastias, cirugías de by pass y otros procedimientos. La caída de un 60% en la cantidad de angioplastias coronarias y cirugías de bypass es alarmante, ya que tocan de manera directa la principal enfermedad en el mundo occidental.
De igual manera, que haya un 62% menos de internaciones por cuadros coronarios agudos abre la preocupante presunción que los pacientes, por miedo al coronavirus, estén cursando cuadros de infartos y anginas de pecho inestables en la casa, exponiéndose a secuelas y riesgo de muerte.
La ausencia de control y ajuste terapéutico para la hipertensión arterial, la diabetes, y el control rápido de los dolores de pecho de origen cardíaco son consecuencias colaterales de la pandemia, alejando a los pacientes de los consultorios y los centros de salud. La mayor parte de tales intervenciones ocurren en el mundo ambulatorio, en entornos seguros y lejos de los pacientes graves internados en terapias intensivas. No sabemos cuántas personas podrán enfermarse o morir por COVID-19, pero tenemos la certeza que dar la espalda al tratamiento precoz y regular de las enfermedades cardiovasculares sólo puede conducir a un aumento
de la cifra anual.
Según advierten desde ADECRA, el pronóstico de las enfermedades cardiovasculares, encefalovasculares, respiratorias y el cáncer son mucho peores si no hay diagnóstico e intervención precoz.
De acuerdo a los datos que accedieron, el 97% de los centros de salud de la muestra generó áreas diferenciadas para la atención de pacientes febriles, el 100% implementó barreras en los ingresos de los establecimientos para detectar y dirigir febriles y el 100% publicó carteles o pantallas con recomendaciones de seguridad COVID-19.
Asimismo pudieron advertir que se ha hecho universal el uso de medidas de barrera, códigos de aislamiento y con mayor acceso a reactivos, los tiempos de confirmación o exclusión de infección por coronavirus se han acortado. La cantidad de pacientes febriles internados en los centros privados tuvo un pico entre fines de marzo y comienzo de abril, para luego disminuir
sostenidamente, lo cual permite separar pacientes afectados y el personal que los atiende. Por agregado, menos del 20% de los pacientes internados bajo sospecha de infección por coronavirus han arrojado prueba positiva. Los centros asociados no han detectado contagio cruzado de pacientes durante la internación, y tampoco en el escenario ambulatorio.
Demorar la atención del cáncer empeora el pronóstico.
Cada año se diagnostican en el país 13.000 casos de cáncer de colon. La combinación de pruebas de laboratorio con la colonoscopía permite diagnóstico temprano y acceso a tratamiento precoz, a menudo en el mismo estudio. La caída en la cantidad de estudios
realizados ha sido hasta ahora de un 80%, de prolongarse será inevitable que veamos mayor número de diagnósticos tardíos y peor pronóstico. Las prácticas son casi siempre ambulatorias, se realizan en salas especializadas o quirófanos con todas las medidas
de barrera y protección personal propias de una sala de operaciones. También observaron un descenso de 16% en los tratamientos de quimioterapia, que señala el riesgo de atrasos en el tratamiento oportuno del cáncer.