América Latina y El Caribe registran más de 56 millones de personas con hambre
Tres instituciones de la ONU presentaron un informe que arroja estadísticas preocupantes respecto a la calidad en la alimentación de la población latina y caribeña. Se señala que el atenuante más grave son las crisis internacionales.
En América Latina y el Caribe el número de personas con hambre superó los 56 millones en 2021, según el informe conjunto que lanzaron este martes la Cepal, la FAO y el WFP. ¿Las razones? Principalmente los exorbitantes aumentos del precio de los productos básicos y la multiplicación de la pobreza extrema, junto al agravante de las crisis económicas, políticas y sanitarias que afectan al mundo entero.
«El número de personas en la región que padecen hambre aumentó en 13,2 millones, hasta llegar a 56,5 millones», detalló el informe titulado Hacia una seguridad alimentaria y nutricional sostenible en América Latina y el Caribe en respuesta a la crisis alimentaria mundial y presentado por las tres instituciones de la ONU en la capital chilena.
El informe realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), sostiene que las diversas crisis internacionales de los últimos 15 años comprometieron el acceso de la región a los alimentos y a insumos claves como los fertilizantes para la agricultura regional. La crisis financiera de 2008; las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China; la pandemia de Covid-19 y, actualmente, la guerra Ucrania-Rusia.
En cuanto al periodo de pandemia, que ha complicado la situación económica a nivel mundial durante casi 3 años, el factor decisivo fue el aumento del proteccionismo, lo cual derivó en un incremento de las barreras comerciales.
El conflicto bélico en Ucrania ha afectado directamente el comercio internacional de petróleo crudo, gas natural, cereales, fertilizantes y metales. Así, los precios más altos de la energía y los alimentos son parte de los factores que han llevado a una revisión del crecimiento global a la baja en 2022.
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«La región importa más de 80% de los fertilizantes utilizados en la agricultura. Una reducción en los rendimientos y las cosechas de productos claves para la seguridad alimentaria debido a una menor fertilización se sumaría a los efectos dañinos de la inflación de alimentos sobre la población más vulnerable», señaló José Manuel Salazar-Xirinachs, Secretario Ejecutivo de la CEPAL. «Las importaciones regionales de esos y otros alimentos están siendo afectadas por la guerra en Ucrania a través del alza de los precios internacionales».
Según el informe, «el aumento de la inflación de alimentos y de la pobreza extrema es uno de los factores que incrementan la inseguridad alimentaria y el hambre».
En paralelo, en 2021 la inseguridad alimentaria afectó al 40,6% de la población de la América Latina y el Caribe. Esto configura un total de 267,7 millones de personas afectadas; 62,5 millones más que en 2019.
La seguridad alimentaria se da cuando las personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus necesidades.
Asimismo, se estima que la incidencia de la pobreza extrema en la región aumentaría 0,2% en 2022 y podría alcanzar a las 81,8 millones de personas.
La pobreza es definida como la «insuficiencia de ingresos para alcanzar un determinado estándar de gasto de consumo». Utilizando esta definición, la CEPAL clasifica a un hogar y sus integrantes como pobres cuando su ingreso por persona es inferior al monto mínimo necesario para satisfacer las necesidades esenciales de sus miembros (CEPAL, 2018).
«El hambre aumentó en la región en un 30% entre 2019 y 2021. La alta dependencia de la importación de fertilizantes y la variación de los precios de los alimentos tiene un impacto negativo e inevitable en los medios de vida, principalmente de la población rural, y en el acceso a una dieta saludable», dijo Mario Lubetkin, representante regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Lubetkin recomendó fortalecer los sistemas de protección social en las zonas rurales, particularmente orientados a agricultores familiares, y eliminar las restricciones al comercio internacional de alimentos y fertilizantes, ya que serán medidas clave en el proceso de respuesta a la actual crisis.
«La desigualdad en el acceso a los insumos agropecuarios intensifica la heterogeneidad estructural de la agricultura en América Latina y el Caribe. Los pequeños agricultores, que producen para el consumo local y venden en moneda nacional al mismo tiempo que tienen que pagar por insumos cotizados en dólares, pueden verse obligados a reducir en mayor medida el uso de esos insumos y se enfrentan a disminuciones mayores de los rendimientos y la producción total. Su producción es fundamental para la seguridad alimentaria, tanto urbana como rural, en la región» dice el informe al respecto.