Brasileños a favor y en contra de Dilma toman las calles

Como una definición por penales: así se palpitaba esta noche en las calles y en las casas de Brasil la votación, diputado por diputado, para definir si seguía adelante el juicio político con vista a la destitución de la presidenta Dilma Rousseff.

Pantallas gigantes se distribuyeron en las calles de las principales ciudades brasileñas, esta vez dominadas por mayoría de los vestidos de rojo, que respaldan a Rousseff.

En la avenida Paulista, frente a la sede de la Federación de Industrias de Sao Paulo (Fiesp), los opositores festejaban el liderazgo en la votación como si fuera un gol de Brasil: el escenario era el de los últimos tiempos, con un pato gigante que representa el repudio al alza de impuestos a los ricos que preparó el gobierno.

La Fiesp contrató a actores vestidos de patos para bailar con la multitud, mucho menor que en otras ocasiones aunque con el cotillón de siempre, como un muñeco inflable del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva con ropa de prisionero.

«Vinimos a pasar el domingo a esperar la caída del gobierno; no nos gusta el vicepresidente (Michel) Temer pero el PT (Partido de los Trabajadores, gobernante) debe salir del poder», comentó Marysis, una psicóloga que estaba paseando en bicicleta por la avenida Paulista y se sumó a la protesta.

Los líderes del Movimiento Brasil Libre, Revoltados Online y VemPraRua, que organizan hace casi un mes un campamento por el impeachment, animaban a cada voto «sim» (sí).

A 25 cuadras de allí, una manifestación llenó el Valle de Anhangabaú, en el centro viejo de San Pablo, con presentaciones artísticas y discursos de líderes de movimientos sociales y sindicales.

Allí la multitud festejaba los votos «No» a favor de Rousseff como un gol en las pantallas gigantes cedidas por la Central Única de Trabajadores.

En Brasilia, la concentración para seguir la votación decepcionó: un muro separó a unas 30.000 personasfrente a la Explanada de los Ministerios.

En Río de Janeiro, las centrales sindicales organizaron una acto en Copacabana y otro en el centro por la tarde.

En el domingo en el cual la política reemplazó al fútbol, todas las señales de televisión transmitieron la votación del juicio político: cada voto, dependiendo la región, se vivía como un gol.

Bocinazos dominaron la tarde del domingo y en los bares las mesas de plástico amarillas que abundan en las veredas quedaron vacías de parroquianos, que buscaban televisores.

Parecía una definición de fútbol entre dos grandes, como ocurrió en 1994, cuando en el Mundial de Estados Unidos Brasil venció por penales a Italia.