Chile: graves disturbios contra Bachelet
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, reiteró ayer durante su segunda «Cuenta Pública» ante el Congreso, que seguirá adelante con los cambios que requiere el país y pidió a sus compatriotas que recuperen la confianza, en momentos en que las encuestas arrojan un bajo apoyo a su gestión y mientras en la ciudad de Valparaíso se desarrollaba una fuerte protesta que dejó unos 20 heridos y decenas de detenidos.
«Para Chile, este ha sido un año complejo e intenso (…), es cierto que hemos tenido fallas y no las vamos a esconder bajo la alfombra», admitió la mandataria, en alusión a las denuncias de corrupción relacionados con el caso Caval –que implica directamente a su hijo, Sebastián Dávalos, y a su nuera, Natalia Compagnon–, y a las querellas que afectan a políticos del oficialismo y de la oposición, hechos que, reconoció, «han afectado la confianza (de los ciudadanos) en sus líderes y representantes».
Bachelet reiteró que en septiembre iniciará un proceso constituyente para remplazar la Constitución que el dictador Augusto Pinochet impuso a los chilenos en 1980, y que pese a sucesivas reformas, es considerada por la centroizquierda como ilegítima. «Necesitamos una nueva Constitución, la demanda ciudadana es clave y mi compromiso es firme», dijo la mandataria, quien sin embargo no dio detalles de si convocará a un plebiscito, a una asamblea constituyente o a algún otro mecanismo, reflejó Tiempo Argentino.
«La sociedad ha dicho basta a los abusos, los privilegios y la corrupción en la política y los negocios», reconoció la mandataria al iniciar su discurso ante diputados, senadores y un millar de invitados que asistieron al acto, celebrado en la sede del Congreso Nacional, en Valparaíso.
Mientras la socialista pronunciaba su discurso, en los alrededores del edificio del Congreso se realizó una manifestación convocada por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) que reunió a unas 3000 personas y finalizó con violentos disturbios, cuando un grupo de manifestantes intentó sobrepasar las rejas que aislaban la sede del Legislativo, mientras otro grupo saqueaba locales comerciales y realizaba destrozos en las calles de Valparaíso, a 125 kilómetros de Santiago, donde funciona la Legislatura. El saldo fue de 20 heridos, uno de ellos grave, según la agencia italiana Ansa, aunque se encuentra fuera de peligro, y al menos 37 manifestantes detenidos.
A pesar de estos incidentes, la presidenta siguió con su discurso en el que convocó a las fuerzas políticas que apoyan al gobierno, a la oposición y a la sociedad en general «a reconstruir confianzas y trabajar unidos en un diálogo franco y transparente para aprovechar esta oportunidad histórica».
«Hoy existe consenso sobre la necesidad urgente de impedir el tráfico de influencias, los conflictos de intereses y la corrupción en la política y en los negocios. Necesitamos restaurar la confianza en que se basa nuestra convivencia», remarcó Bachelet, pero aclaró que «no por ello estamos postergando ni vamos a postergar nuestro compromiso de reformas», en alusión a las reformas tributarias, el fin al sistema electoral binominal heredado de la dictadura y el voto de los chilenos en el exterior, así como los avances hacia una reforma constitucional y completar la reforma educativa, por la cual anunció que se presentará un proyecto de ley en el segundo semestre del año que abordará un nuevo marco de regulación, financiamiento y gratuidad de la educación superior.
Críticas de la derecha al discurso
Funcionarios del gobierno socialista chileno aplaudieron el discurso de ayer de Michelle Bachelet, mientras que la oposición conservadora criticó la ausencia de anuncios en el discurso de la mandataria. «La presidenta ha hecho un macizo avance de las cosas que hicimos», dijo el vocero del gobierno, Marcelo Díaz, quien consideró que las palabras de la jefa de Estado demuestran que el «eje rector» del Ejecutivo es trabajar «al servicio de las personas».
La senadora Isabel Allende, presidenta del Partido Socialista (PS), destacó la apuesta decidida de Bachelet para combatir la corrupción con un ambicioso plan para que «se acaben los privilegios en la política y en los negocios».
Mientras que la oposición de derecha hizo una evaluación muy distinta y consideró que el discurso estuvo exento de anuncios importantes para recuperar la confianza de la gente y reactivar la alicaída economía.
«Siento que estamos frente a un gobierno que no parece sensibilizar con lo que está pasando en el país. Tenemos un país que está paralizado económicamente, con un fuerte cuestionamiento a la clase política», dijo el presidente de la Unión Demócrata Independiente (UDI), el senador Hernán Larraín.