China quiere dejar de ser el basurero del mundo: ya no acepta desechos de Occidente
Desde el 1 de enero China ya no acepta los desechos de plástico y otros más de 20 materiales reciclables procedentes del extranjero por motivos medioambientales.
Durante mucho tiempo las dos partes consideraban este negocio como provechoso: Occidente se libraba de su basura y las empresas chinas hacían que sus trabajadores revolvieran en ella en busca de los materiales aprovechables y así sacaban beneficio.
Grandes regiones de provincias chinas ganaban su sustento separando y eliminado la basura de otros continentes. Sin embargo, China, que era hasta ahora el mayor importador de basura del mundo, quiere ahora proteger mejor su medio ambiente y a sus trabajadores.
Pekín argumentó su decisión en un escrito a la Organización Mundial del Comercio (OMC) indicando que la basura es demasiado peligrosa.
En realidad, el cambio de opinión de China podría también tener otra razón. En 2016, en la República Popular entraron unos 7,3 millones de toneladas de desechos plásticos por valor de 3.700 millones de dólares, más de la mitad de las importaciones mundiales. Sin embargo, el propio país también produce cada vez más basura que aquella que puede gestionar: el año pasado fueron unos 200 millones de toneladas.