Científica argentina egresada de la UBA e investigadora del Conicet fue premiada por el programa L’Oréal UNESCO
Se llama Julia Etulain, tiene 33 años y es investigadora asistente del Conicet en el Instituto de Medicina Experimental de la Academia Nacional de Medicina.
Desde 1998, la UNESCO y la Fundación Empresarial L’Oréal apuestan por promover los trabajos realizados por científicas. Cada año, el programa “La Mujer y la Ciencia” pone de relieve la excelencia de la mujer en el quehacer científico y estimula a las científicas de talento. En estos años, ha otorgado más de 2.720 becas nacionales, regionales u internacionales a jóvenes de 115 países para que puedan proseguir sus trabajos de investigación.
La joven nacida en Adrogué es doctora en Biología y logró optimizar, a través de métodos sencillos y económicos, el uso del «plasma rico en plaquetas» (PRP, un concentrado de estas células de la sangre encargadas de la coagulación) en la regeneración de tejidos.
«Empecé estudiando los roles no clásicos de las plaquetas –explicó la científica a La Nación-. Entre ellos está la regeneración de tejidos, la formación de vasos sanguíneos y la inflamación. Estas células de la sangre no tienen núcleo, son bolsitas de moléculas. Al principio pensé «qué aburridas», pero ¡es increíble todo lo que pueden hacer con casi nada!».
«No había muchos estudios clínicos que mostraran la eficacia de estos protocolos y eso es un problema, porque, si uno no puede demostrar su eficiencia, no deja de ser un método alternativo”, agregó.
Según relató, las pruebas en células in vitro, en huevos de codorniz y en ratones, permitieron estudiar el proceso y probar la efectividad de los nuevos métodos. En este sentido, el Centro de Excelencia para la Asistencia de Quemaduras (Cepaq) del Hospital Alemán comenzó el primer estudio piloto para el uso del PRP en quemados, con el asesoramiento de Etulain y de su directora, Mirta Schattner.
La joven premiada aseguró que su sueño desde siempre fue ser científica. Contó que para estudiar Biología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA tenía que viajar todos los días dos horas y media desde Adrogué, solo de ida, que trabajó de moza por las noches, y que tuvo que cursar materias en verano para no retrasarse.
«En la ciencia, las mujeres tenemos problemas compartidos. Aunque somos mayoría en los primeros escalones de la carrera, las investigadoras superiores son apenas el 10% del total. A veces te dicen que las mujeres no somos capaces para las matemáticas, y otras que ‘sos demasiado linda para ser científica’”, criticó.