El Tren Bala japonés cumplió 50 años
Japón festejó ayer los 50 años del Shinkansen, el «Tren Bala» símbolo del boom económico y el renacimiento de la posguerra, con ceremonias en todo el país. Las celebraciones comenzaron a las seis de la mañana en la estación de Tokio, lugar donde comenzó hace exactamente medio siglo la historia del tren nipón de alta velocidad, que hasta el día de hoy es un ejemplo mundial por seguridad, velocidad y eficiencia.
Un tren N700A -el último en ejercicio- dejó la estación de la capital rumbo a Fukuoka, en Japón del sudoeste, en presencia de la cúpula de la Central Japan Railway (JR Tokai), el operador ferroviario, de las autoridades y de un grupo de personas nacidas el mismo día hace 50 años.
Ceremonias semejantes se realizaron también en Shizuoka, Nagoya y Osaka, para honrar el Tokaido Shinkansen, la línea que revolucionó el transporte nipón en 1964, poco antes de la apertura de los Juegos Olímpicos de Tokio.
Era «como volar en el cielo», recordó el ingeniero japonés de ferrocarriles Fumihiro Araki, ya retirado.
Araki, que ahora tiene 73 años, condujo brevemente el Shinkansen en el verano de 1967 dentro de su formación como ingeniero ferroviario. La semana pasada, volvió atrás en el tiempo sentándose en el puesto del conductor de uno de los modelos antiguos, en un museo del ferrocarril a las afueras de Tokio.
«Era como volar en el cielo, era esa clase de sensación», dijo Araki, director en funciones del museo. «En un día claro, podías ver el monte Fuji, y pasar sobre el puente en el lago Hamanako, era muy agradable. Te sentías como si navegaras sobre el mar».
FUE EL MÁS RÁPIDO DEL MUNDO
Nació como el tren más rápido del mundo, con una velocidad máxima de 210 kilómetros por hora, capaz de llevar a sólo cuatro horas la recorrida de 515 kilómetros entre Tokio y Osaka, frente a las siete horas precedentes. Hoy día sin embargo no resulta fácil aumentar la velocidad máxima (superada por trenes como el TGV francés), debido a los problemas de contaminación acústica: sin embargo, se espera alcanzar el año próximo 285 kilómetros por hora y en 2020 a 360 kilómetros por hora.
Japón empezó a trabajar en una línea de alta velocidad durante la Segunda Guerra Mundial, pero la construcción se detuvo en 1943 cuando se acabaron los fondos. La idea se retomó en la década de 1950, pero muchos cuestionaron un proyecto tan costoso, sobre todo con la expansión del viaje por aire y las autopistas. Las críticas se tornaron en orgullo cuando la construcción, financiada en parte con un préstamo de 80 millones de dólares del Banco Mundial, concluyó a tiempo para las Olimpiadas de Tokio en octubre de 1964.
El Shinkansen reavivó el interés en los ferrocarriles de alta velocidad en otros lugares, especialmente en Europa. Francia y España están entre los líderes de alta velocidad europeos, y Turquía se convirtió el año pasado en el noveno país que opera un tren con velocidad media de 200 kilómetros por hora, según Railway Gazette. También Corea del Sur y Taiwán tienen trenes de alta velocidad. La excepción es Estados Unidos, aunque hay propuestas de construir líneas en California y Texas.
SIN ACCIDENTES EN MEDIO SIGLO
En todos sus años de servicio, el Shinkansen no tuvo colisiones ni descarrilamientos: sólo una vez, en 2004, tuvo un leve incidente en ocasión de un fuerte sismo en el noroeste del país.
Desde su inauguración, la línea Tokio-Osaka transportó un total de 5600 millones de pasajeros, sumando 2000 millones de kilómetros de travesía.
Hoy día más de 400.000 pasajeros diarios realizan el mismo recorrido a bordo del tren; y el que circula a diario entre Tokio y Osaka se parece más a un servicio regular de subte que a un convoy ferroviario tradicional. En total, su retraso promedio anual no pasa de 30 segundos.
Agencia ANSA y AP